Capítulo 61,5

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El reloj marcaba las 00:35. Mycroft se removió sobre su asiento y enderezó su espalda, sintiendo sus articulaciones crujir. Refregó sus ojos con cansancio acumulado. Habían pasado horas desde que comenzó a descifrar el anuario y, para su sorpresa e indignación, resultó ser más difícil de lo que esperaba.

Dirigió su mirada hacia las hojas repletas de códigos. Ya había decodificado más del 70% de los mensajes. Algunos los dedujo en cuestión de segundos, mientras que con otros tuvo que pasar largos minutos probando distintas combinaciones hasta descubrir su significado.

Una vez que se encontraba más espabilado, reanudó su tarea. El siguiente párrafo era una sucesión de letras dispuestas aparentemente en orden aleatorio.

<< MOOC IDORALV AL VZE UEQ ET IV NDUSOA TEIVDSO. EES UEF NU UNEB ADÍ. :) >>

Al instante se dio cuenta de que se trataba de un anagrama.

"Si tan solo hubieras puesto más empeño en mejorar tu caligrafía..." Murmuró para sí, intentando descifrar si aquella letra se trataba de una "R" o una "N". Al no tener palabas de guía, era casi imposible distinguirlo.

Probó varias combinaciones en su cabeza, acomodando y reacomodando las letras hasta que finalmente formó la oración.

<< COMO OLVIDAR LA VEZ QUE TE VI USANDO VESTIDO. ESE FUE UN BUEN DÍA. :) >>

"Desgraciada." Susurró para sí, riendo por lo bajo al hacerlo.

La mayoría de las dedicatorias eran de esa índole. Aludían a viejas anécdotas, disfrazadas en bromas y/o provocaciones. En su esencia: eran recordatorios de sus mejores momentos juntos, pero sin dejar que estos se volviesen mensajes cursis o melosos.

"Lo que no es de extrañar, viniendo de Anabeth."

Y, por si fuera poco, su amiga también se había tomado la molestia de añadir unos cuantos datos curiosos a la mezcla. Estos podían ser de cualquier tema; desde quién era el mejor ajedrecista del mundo hasta la cantidad de huevos que pone un pez espada.

Mycroft sabía que esos datos escritos al azar no tenían mucha relevancia y que, en circunstancias normales, no tendrían lugar dentro de su ordenada mente, debido a su poca practicidad. Sin embargo, de una forma u otra, estos lograban capturar su atención. Quizá porque de esa manera volvían al anuario sumamente impredecible y eso, a los ojos del pelirrojo, lo hacía mucho más entretenido.

Sus ojos se desplazaron al siguiente mensaje, el cual se trataba de un código numérico. Supo de inmediato que esas agrupaciones de números separados por guiones correspondían a palabras de un libro en específico. El primer grupo era la página, el segundo era el número de párrafo y el tercero el número de palabra.

Instintivamente buscó su mochila y sacó su material escolar.

"Deben ser libros que tengamos los dos." Dedujo. "Esto no me llevará mucho tiempo."

Revisó su manual de historia, el cuál sabía que contenía mucho vocabulario. Para su sorpresa, las primeras palabras no hacían ningún sentido. Rápidamente lo descartó y pasó al de literatura, obteniendo el mismo resultado.

Pasaron diez minutos, en los que siguió revisando sus libros, topándose una y otra vez con el mismo callejón sin salida.

"Agh... Esto no puede ser posible." Masculló, cerrando el manual de cálculo en un golpe seco.

— Piensa. —se ordenó a sí mismo, llevando las manos a las cienes—. ¿Qué otros libros tenemos en común?

Dirigió su mirada hacia su biblioteca. Sus ojos se desplazaron por los lomos de los libros hasta detenerse en la colección de Julio Verne. Sabía que a Anabeth también le gustaba ese autor y tenía varias de sus novelas. Estuvo a punto de ir por ellas, cuando recordó un detalle primordial: tenían ediciones diferentes. Las suyas eran mucho más antiguas y gruesas que las modernas adaptaciones de su amiga. Por lo que la idea fue descartada.

La Clase del 89' (Mycroft y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora