Capítulo 43

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Sábado por la tarde. Hogar de los Smith.

Anabeth se refregó el rostro con cansancio, luchando por mantener los ojos abiertos. Leyó por segunda vez el mismo párrafo, sintiendo que su mente solo veía las palabras, pero no retenían la información que estas intentaban transmitir.

Era frustrante.

Pasó de página, librando la misma batalla. En ese momento, su padre entró a la habitación.

Walter observó a su hija sentada frente al escritorio, alrededor de un mar de apuntes. Los fines de semana anteriores fueron exactamente iguales. Anabeth se encerraba en su habitación a estudiar y solo salía de allí para comer o ir al baño. A veces incluso, se quedaba hasta altas horas de la madrugada, murmurando fechas y nombres.

Pero ese sábado en particular, ella estuvo estudiando desde las primeras horas de la mañana. Podía verse el cansancio en su semblante. Quería sacar buenas notas en los A-Levels e insistía que para ello necesitaba prepararse adecuadamente. Walter pensaba que se estaba sobre exigiendo demasiado y en más de una ocasión le había hablado al respecto. Pero sin importar lo que él dijera, sus palabras no eran escuchadas.

— Te traje algo de comer. —despejando un sector del escritorio.

Anabeth sonrió al ver la cena improvisada que consistía en un sándwich completo de pollo y un vaso con agua.

— Gracias, pa. —regresó su mirada a los apuntes.

— Annie... Deberías descansar. Estuviste con eso todo el día.

La joven suspiró con cansancio y cerró el manual, volteando a verlo por primera vez.

— Lo sé. Lo sé. Es solo que quiero terminar con este capítulo.

— Sí, y luego seguirás con el otro capítulo, luego con el siguiente y así... —le dio una mirada sabionda—. La semana pasada dijiste lo mismo y te oí recitar versos de Shakespeare a las 2 de la madrugada.

— ¿Y se puede saber qué hacías despierto a esas horas?

— ¿Te recuerdo que las paredes de esta casa con muy delgadas? 

Anabeth se desplomó en su silla, sin energía para hacer alguna respuesta ingeniosa. Extendió su brazo hacia el sándwich y le dio un mordisco.

— Ya sé. Es solo... —hizo una pausa al tragar—. Siento como si las letras bailaran sobre la hoja. No estoy avanzando tan rápido como me gustaría y eso me frustra.

— ¿Y por qué crees que es eso, Annie?

Ella se encogió de hombros, resignada. Sabía cuál era la respuesta, pero no quería reconocerlo. Walter negó con la cabeza, tomando asiento al borde de su cama.

— Tu mente está saturada. Así de simple. Estuviste frente a ese libro por horas. Debes desconectarte un poco.

— Pero pa...

— Ah-ah. —negó con el dedo—. No me malinterpretes. Me parece genial que estudies y quiero que sigas así. Pero debes buscar un equilibrio. Tampoco es bueno que te obsesiones.

Anabeth asintió, volviendo a echarle una mirada a los apuntes. Walter reparó en el gesto y agregó.

— Seguirás mañana. Me dijiste que Clara vendría, ¿no es así? —al recibir otro asentimiento, continuó—. Ahí está. Puedes descansar hasta la tarde del domingo. Ya verás que cuando estudien juntas te será mucho más fácil entender lo que lees.

— ¿Y qué se supone que haré hasta entonces?

— Escuchar música, hablar por teléfono con alguna de tus amigas, lavar los platos... —insinuó, observándola por el rabillo del ojo.

La Clase del 89' (Mycroft y tú)Where stories live. Discover now