Capítulo 45

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Kiara convenció a la inspectora Wade de que antes de ir a ver a Elías, necesitaba pasar por la casa de los Foster. Ella le preguntó por qué tanta prisa por volver a aquel lugar y Kiara le respondió que era vital para todo el mundo que volviera.

Recorrer de nuevo el camino del bosque hacia la casa le hacia recordar la noche en que se escapó y la noche en que volvió a pie. Se perdió un poco a la hora de volver, pero sabía que tarde o temprano llegaría. Y así fue. Al igual que aquella vez.

La entrada para los coches estaba abierta y el jardín estaba lleno de agentes de policía investigando el lugar. Cuando Kiara bajó del coche y observó la casa millones de recuerdos volvieron a su mente.

–¿Estás segura de esto?– Volvió a preguntarle la inspectora al ver que no avanzaba. Ella suspiró y entró en la casa.

–Muy segura.

Aquella casa solía estar casi siempre vacía, y ahora estaba hasta arriba de gente, lo cual hacía que todo fuera igual y muy diferente al mismo tiempo.

–Hemos encontrado la sala de torturas de Gideon Foster, todos los informes y cuentas de su trabajo...

–¿Tienen su portátil?– Preguntó Kiara.– ¿Móvil? ¿Agenda?

–Lo estamos recuperando todo.

–Necesitarán el portátil de Elías. Él trabajaba desde ahí.– Kiara miró a la inspectora.– Por órdenes de su padre.

–Está bien...– La inspectora lo apuntó.

–Y mi portátil.– Dijo de repente.– El de mi cuarto. Ahí tendrán pruebas de que Elías es inocente.– Kiara comenzó a subir las escaleras.

–¿A donde vas?

–¿Han encontrado la carpeta Confidencial: E?

–¿Confidencial: E?– Repitió la inspectora siguiéndola.– ¿Qué es eso?

–Una carpeta de pruebas que Gideon guardaba con los papeles de adopción de Elías.

La inspectora se detuvo asombrada cuando Kiara dijo aquello y se dirigió a sus hombres para que buscarán esa carpeta como prioridad.

Mientras, Kiara fue directa hasta el cuarto de Elías. Una vez allí, se detuvo a pensar en él y en todo lo que habían pasado. Se acercó lentamente a su cama y se sentó en una esquina. Cogió el peluche de Koya y lo observó. Incluso lo más preciado para él estaba basado en una mentira. Pero lo necesitaba más que nunca.

–Encontrarán la carpeta.– Le dijo la inspectora desde la puerta.

–No si quemó las pruebas.– Recordó ella.– Me dijo que debería haber quemado esos papeles.

–Si Elías no es su hijo hay más formas de demostrarlo.– La inspectora se acercó un par de pasos.– ¿Ese es el peluche?– Kiara asintió mientras se quitaba las lágrimas de las mejillas.

–Lo tiene desde que nació. Cuando era pequeño, no sabía pronunciar "koala" y decía Koya.– Kiara se rio un poco.– Así que lo llamó así.

–Deberías llevárselo.

Kiara asintió. Quedarse allí recordando no le ayudaría mucho más, así que decidió que ya era hora de ir a la comisaría.

Era la primera vez que Kiara estaba en una comisaría. Aquello era un caos. Todo el mundo iba y venía sin apenas ningún segundo para respirar. La inspectora le enseñó donde estaba su despacho y una pequeña sala de descanso ya que suponía que Kiara pasaría bastante tiempo allí antes de llevarle a los calabozos.

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