Capítulo 16

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Elías salió de la parte baja de la casa y subió a buscar a Kiara. Empezaba a sentirse algo incomodo por la ropa mojada, pero prefería hablar con ella antes que cambiarse. 

Caminó descalzo creando un reguero de agua allá donde iba hasta llegar al cuarto de ella para ver si estaba allí, pero no la encontró.

–Esta secándose en el baño.– Escuchó y al darse la vuelta vio a Nani.– Y tú deberías hacer lo mismo.

–Lo haré, lo prometo. Pero primero voy a hablar con ella.

Elías salió corriendo hacia el baño principal de la primera planta donde encontró a Kiara intentando secarse aquella locura de pelo con una toalla. Él se quedó apoyado en la puerta observándola durante unos segundos y después dió un par de toques en la puerta para hacerle saber que estaba allí.

–¿Se puede?– Dijo y ella le miró.

–Estás prácticamente dentro.

Elías se vió a si mismo apoyado en la puerta y se dio cuenta de que era verdad, así que terminó de entrar y cerró la puerta. Se acercó a Kiara en silencio y se sentó en el borde de la bañera junto a ella.

–Siento lo que ha pasado.– Dijo bajando la mirada.

–¿Qué sientes?

–Haberte... tirado a la piscina y que mi padre nos haya interrumpido.

–¿Qué ha interrumpido tu padre exactamente?– Kiara frunció un poco el ceño. Elías levantó la mirada para mirarla a la cara pero no le salía ninguna respuesta. Así que respiró profundamente para darse algo de tiempo.

–Bueno, eh... probablemente tu no, pero yo estaba agusto y eh...

–Ignorando el hecho de que me has lanzado a una piscina, sin previo aviso y vestida... yo también estaba agusto.– Elías sonrió.

Aquella vez, Kiara no había mentido. Se había sentido realmente cómoda cuando ambos estaban en la piscina, agarrados el uno al otro y simplemente mirándose. Como en aquel momento. Por un pequeño instante, Kiara conseguía olvidar que estaba retenía en contra de su voluntad, y pasaba a estar simplemente con Elías.

–¿Puedo hacerte un regalo?– Las palabras de Elías la devolvieron a la realidad.– Para compensarte y todo eso.

–¿Un regalo? No tienes que pedir permiso para ello.– Kiara se rio un poco.

Elías le devolvió la sonrisa y después se miró las manos. Kiara vio como de sus anillos, cogía uno de plata que llevaba en el dedo anular de la mano izquierda.

–Es mi anillo favorito.– Dijo mirándolo.– Me lo regaló mi padre hace muchos años.– Se rio muy poco.– Es el primero que tuve y me gustaría que ahora que lo llevaras tú.– Dijo ofreciendoselo.

–¿A... cuantas chicas les has ofrecido un anillo?

–Solo a una.– Los hoyuelos de Elías volvieron a aparecer junto con su sonrisa.

–Elías, me siento muy alagada pero...

–Te he preguntado si lo querías y me has dicho que no debería pedirte permiso para ello.– Elías cogió una de las manos de Kiara.– Así que déjame hacerte un regalo.

Kiara sintió como una corriente eléctrica le recorría la espina dorsal cuando los dedos de Elías recorrieron su mano para ponerle el anillo. Kiara había tenía tenido contacto físico antes con otros chicos, pero nada que se pudiera comparar con aquello.

–Oh.– Dijo él levantando la mano de Kiara.– Te queda enorme.

–Eso es porque tus manos son enormes.

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