Capítulo 44

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A Kiara le sentó bien dormir un poco. El sedante que le administraron la hizo dormir de una forma tan profunda y placentera que una parte de ella tenía miedo de que estuviera muerta. Y la sensación continuó hasta que despertó.

Abrió los ojos y vió el techo blanco del hospital. Sabía que estaba en el hospital por el olor tan particular que había siempre en ellos. Sus dudas se reafirmaron cuando se vió tumbada en la cama, con todos aquellos cables conectados a sus brazos. Respiró hondo mientras procesar toda la información que pasaba por su mente en aquel momento, hasta que giró levemente la cabeza y vió a Lizzy sentada a su lado. Y comprendió que todo aquello podía esperar. Su hermana estaba leyendo un libro, por lo que realmente aun no se había dado cuenta de que Kiara había despertado, lo cual le hizo sonreír. 

–Siento haberme perdido tu cumpleaños.– Dijo con la voz rasposa mirando hacia su hermana.

Ella levantó la cabeza del libro y por su expresión, cualquiera diría que acababa de ver a un ángel. El libro se cayó al suelo cuando ella se levantó y corrió a abalanzarse sobre su hermana. Y así se mantuvieron las dos, abrazadas y llorando hasta que llegó el resto de la gente.

Primero llegaron los médicos para asegurarse de que todo estaba bien. Lizzy no se movió de su lado en ningún momento. Las heridas de Kiara estaban bastante bien curadas, menos la de la cabeza, la cual tuvieron que coserle cuando llegó al hospital. Por lo demás, parecía estar bien y se recuperaría poco a poco.

Cuando sus padres llegaron estuvo llorando tanto tiempo que apenas recordaba lo que había pasado. Sabía que todos estaban bien y que querían escuchar lo que había pasado. Su familia había hablado con la policía, pero Kiara aun no, y por mucho que ella preguntase, nadie le daba una respuesta concreta. Sus padres simplemente se alegraban de que su hija hubiera resucitado.

Por la tarde, quien fue a visitarla fueron sus amigos. Sus padres no se movieron del hospital en todo el tiempo, pero entendían que Kiara necesitase su tiempo con ellos también.

–Un poco más y no lo cuentas.– Dijo Andrew señalando la herida de la cabeza de Kiara.

–Créeme, no es lo peor que he soportado.– Dijo ella, y un millón de imágenes de ella misma siendo torturada pasaron por su mente.

–Tus padres nos han contado que han hablado con la policía.– Dijo Dala.– El tema parece bastante gordo.

–Si ha caído todo el montaje de Gideon...– Y entonces Kiara le recordó y se odió a si misma por tardar tanto en preguntar.– ¿Sabéis lo que ha pasado con Elías?  

Los tres se miraron entre ellos con una expresión que no tranquilizó nada a Kiara.

–Esa es la misma cara que pusisteis cuando perdisteis mi regalo de cumpleaños el año pasado.– Dijo Kiara.– Sé que sabéis algo. Hablad.

–Está... en la comisaría.– Dijo Alice.– Detenido.

–¿Qué? No pueden detenerle. Porque no pueden, ¿verdad?– Dijo mirando a Dala.

–Técnicamente no, pero si un juez lo ve de otra manera... puede estar en un lío casi tan gordo como su padre. 

–¿Cómo que tan gordo como su padre?– Dijo Kiara atónita.– ¿Por qué?

–Cómplice por secuestro, retención ilegal, trabajar para una banda de prostitución y trata de blancas, mantener relaciones con prostitutas... 

–Andy, ya.– Alice le advirtió que parase.

–¡Pero todo eso es ridículo! Elías no es consciente de casi nada de lo que pasa a su alrededor. Le han manipulado toda su vida. ¡Por Dios, si le dió un ataque de pánico solo por salir al porche de su casa!

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