Capítulo 15

16 2 0
                                    

Durante la comida ambos estuvieron algo callados. Elías se dio cuenta de que Kiara estaba algo molesta, aunque él pensaba que era por sus estúpidos celos, así que pensó en que lo mejor sería no seguir hablando.

–¿Os ha comido la lengua el gato?– Les dijo Nani.

–No tenemos gato, Nani.– Le dijo Elías.

–Es una expresión, cielo. ¿Qué diablos os ha pasado para que no os habléis?

–En realidad no ha pasado nada.– Dijo Kiara con la boca pequeña.

–¿A... no?– Dijo Elías mirándola.

–No.

–Ah... creí que...

–Pues creíste mal.– Kiara le miró.– Está todo bien.

Elías se quedó un segundo procesando lo que Kiara le acababa de decir. Había veces en las que le costaba entender a las mujeres, y en aquella clase de situaciones, lo que su padre siempre le había recomendado era seguir como si nada.

Después de comer, Kiara perdió de vista a Elías durante un rato. No sabía donde se había metido, así que empezó a buscarle.

Tras la escalera que había para subir a las habitaciones, Kiara descubrió otra que bajaba a lo que parecía un sótano. Elías no le había llevado por allí y ni ella misma se había dado cuenta de que estaban ahí, así que decidió investigar.

Las escaleras salían a un pasillo algo menos luminoso que la primera planta. Puede que por la falta de ventanas. Kiara frunció un poco el ceño y siguió caminando. Había un cuadro bastante grande de Elías y su padre el cual daba un poco de miedo. Al final del pasillo, encontró una puerta de acero con una pequeña rendija un poco más arriba de la altura de los ojos. Intentó abrirla pero fue inútil. Se preguntaba que habría ahí dentro y por qué tanta seguridad para proteger lo que fuera que habría ahí.

–¿Qué haces aquí abajo?– Escuchó y al darse la vuelta, vio a Elías apoyado en una puerta transparente.

–Investigaba. ¿Y tú?

–Ven, te enseñaré algo.

Elías entró de nuevo en la sala de la que había salido y Kiara le siguió. Lo último que se esperaba ella era encontrar una piscina enorme, pero lo que más le sorprendía era la pared completamente de cristal que había a su derecha y que le enseñaba una parte enorme del bosque. Kiara se acercó lentamente a observar la impresionante vista que había desde ahí. Superaba mil veces a cualquiera que hubiera en la planta principal.

–¿Por qué no me habías traído a este lugar?– Le miró.

–No solemos bajar mucho aquí.– Elías se guardó las manos en los bolsillos del pantalón.

–Dirás que tu padre no baja.– Kiara le señaló los pies mojados y los pantalones subidos casi hasta las rodillas. Elías se rindió y sonrió.

–Vengo de vez en cuando. Meto los pies en el agua e imagino que estoy en la playa.

–¿Te gusta la playa?

–Me encantaría verla.– Elías sonrió nostálgico.

–Mierda, es verdad. No conoces la playa...

–Es una de las cosas que me gustaría hacer antes de morir.

–¿Y por qué no le pides a tu padre que te lleve?

–Se lo pedí. Cuando cumplí trece años. Me dijo que prefería que le arrancasen los ojos a dejarme salir de aquí.

–¿Cómo pudo decirte eso?– Elías se encogió en hombros.

Yours Where stories live. Discover now