Capítulo 47: las pizzas de Jimmy

374 22 2
                                    

-¿Ahora vas a explicarme que ha pasado?

Esas palabras retumbaron contra mi nuca. Nadie había mencionado mi nombre y justo en el sitio que me encontraba -en medio de uno de los pasillos de la cadena televisiva- esas palabras podrían haber ido para cualquiera. Pero había reconocido su voz y sé sobre qué quería hablar ese chico conmigo.

Cuando me volteé me encontré con un Leo que parecía estar perdido y decepcionado. Hoy no solo parecía haber decepcionado a Leo, sino también a Axel e incluso a mí misma. Supongo que hoy es el día de las decepciones. Obviando las sensaciones que me transmitía su mirada chocolate, estaba tan pulcro y radiante como siempre. Su sonrisa no estaba por ningún lado, pero la tez de su rostro con unas pocas pequitas en sus mejillas y su pelo oscuro algo revuelto, le hacían igual de atractivo.

-No ha pasado nada.

-Venga ya, Carol. Hoy estabas irreconocible en plató. Había a veces que incluso me preguntaba si había sacado a la verdadera Carolina de esa habitación.

-Ya te he agradecido lo que has hecho antes por mí, Leo. E igualmente, no nos pueden ver juntos por sí no lo recuerdas.

-Lo recuerdo, pero tengo el coche aparcado fuera. Podemos irnos a comer a un sitio discreto donde sirven unas pizzas increíbles.

-No estoy de humor para salir a comer pizzas. Quizá otro día del año o del próximo.

-Entonces, supongo que tendré que buscar a otra persona que me explique qué significa esto.- Cuando ya me estaba dando la media vuelta para salir corriendo de ese edificio, coger mis cosas de casa de Max y después de varias semanas, por fin volver a mi dulce hogar, Leo sacó una nota. De hecho era "la" nota.- A lo mejor me lo podría explicar Erika. Por qué supongo que esa "E" es su firma, ¿no?

-¿De dónde la has sacado?- Intenté quitársela de las manos, pero él fue más hábil y volvió a esconderla en el bolsillo de su pantalón, justo de donde la había sacado anteriormente.

-Estaba arrugada en el suelo de esa sala.

-Genial...- Musité entre dientes. Me había olvidado por completo de esa nota que podría servirme para explicarle a Axel parte de mi comportamiento, aunque me temo que eso no excusaría mis comentarios que hice después de nuestra perfecta cita. Cogí aire y suspiré con pesadez.- Me invitas tú y me dejarás en casa de Max a las cinco ¿entendido?

-Perfecto.- Y esa fue la vez en que terminé de convencerme que Leo tenía una bonita sonrisa.


El aire impactaba contra mi rostro, haciendo que mi pelo volase por detrás de mi espalda, pero se fue deteniendo poco a poco cuando Leo bajó la velocidad de su Mercedes Clase M de color negro. Nos introducimos por un camino estrecho y que pasó de estar asfaltado a ser un camino de tierra. El coche empezó a levantar polvo del suelo y subí rápidamente mi ventanilla. Después de cinco minutos dando botes por las piedras puestas en mal sitio, Leo aparcó el vehículo al lado de otros tres coches mal estacionados.

-Ya hemos llegado.- Dijo Leo mientras bajaba del coche. Yo tardé un poco más en salir del coche, estaba demasiado ocupada observando al sitio que me había traído. Este chico me estaba sorprendiendo.

-¿Qué es esto?- Mi pregunta hizo reír a Leo.

Ambos nos encontrábamos en frente de un restaurante que decir que era cutre era quedarse corto. Estaba rodeado por unas vallas viejas y que parecía que en cualquier momento se iban a caer. Hasta llegar a la pequeña puerta del local había varias sillas y mesas, todas de un metal un poco oxidado. También había sombrillas que hacían sombras a los pocos clientes que estaban tomando los entrantes y algo de beber para refrescarse.

El diario de una pretendientaWhere stories live. Discover now