Capítulo 16: desastre

525 27 0
                                    

Irreparablemente me había visto obligada a compartir con el resto de las pretendientas la furgoneta del programa que nos llevaría hasta el hotel. El viaje se me hizo más largo de lo normal, sobre todo por qué tuve que escuchar los lloros de las dos pretendientas que habían sido expulsadas: Aria y Lola, las dos rivales fantasmas.

Cuando Axel había dicho que no quería seguir conociendo a dos de sus chicas y Anna nos pidió que nos pusiéramos en pie, mi corazón se encogió. Tengo que reconocer que por un momento pensé que Axel iba a echarme. Quizá los motivos del por qué pensé que me podía echar era para callar los rumores sobre nuestro supuesto trato. Pero él no me echó y me dio una cita para esta tarde. Antes de subirme a la furgoneta, Lucía me dijo que trajera ropa de recambio que abrigase.

Eso provocaba un grave problema: no tenía nada de ropa que ocultase una gran parte mi piel y seguía sin hablarme con mi estilista. En esos momentos me di cuenta que me complicaba la vida más de lo normal.

Cuando lleguemos a las puertas del hotel, todas las pretendientas entramos. Súbitamente, escuché como las pretendientas de Jairo, Andrea y Melanie –las cuáles habían hecho su propio grupo de amigas inseparables- empezaban a cuchichear. Escuché como una de ellas decía “qué bueno que está ese tío de gafas negras” y mi cabeza se alzó del suelo al momento.

En la entrada del hotel se encontraba un chico que me sacaba una cabeza, apoyando su espalda en la pared con una naturalidad que lo hacía condenadamente sexy. Vestía unos pantalones Capri y una camiseta de tirantes que se ocultaba debajo de su blazer. Sus gafas negras agrandaban sus ojos avellana, que me observaban desde lejos.

Max no sonreía, pero desde lejos pude notar que no estaba enfadado. Básicamente por qué si mi amigo siguiera enfadado no estaría a pocos metros de mí. Intenté quedarme lo más atrás posible de todas las pretendientas, pero eso no evitó que todas ellas se percatasen que ese chico tan sexy se acercase a mí.

 -¿Qué haces aquí?- Mi voz no sonó dura, más bien sorprendida.

-¿Puedes explicarme cuando ibas a decirme esto?- Max me mostró una imagen desde su móvil. Habían cogido una foto mía, desfilando es un desfile de hacía dos meses, cuando una de las modelos se había torcido un tobillo y me vi obligada a sustituirle.- ¿Des de cuando vas a clubs nocturnos para hacer bolos?

-Desde nunca.- Dije mientras cogía el móvil de Max y miraba la información de la imagen. Ponía que esa noche iba a estar en el club Malibu desde las once hasta las tres.- Mierda…

-¿Qué?

-Joder…- Le devolví el móvil a Max y me llevé mis manos a mi pelo.- Soy gilipollas.

-¿Puedes dejar de decir obviedades y explicarme en qué narices pensabas cuando aceptaste hacer este bolo por cinco tacos?

-Primero: no son cinco tacos, son cuatrocientos. Segundo: esta mañana me llamó una tal Lourdes, dándome trabajo para esta noche, pero pensé que tendría que hacer lo de siempre, preparar a las modelos para algún desfile o algo por el estilo. Y tercero: no sé que es un bolo.

-Un bolo es la gente que va a discotecas o clubs nocturnos, y acepta hacerse fotos con la gente que va al local. Salís ganando todos: los fans tienen una foto contigo, tú ganas dinero, y los del club suben el precio de la entrada y ganan el doble.

-Pero yo no quiero eso… ¡Odio las cámaras! No soy fotogénica.

-Pues esta noche vas a flipar, y encima las fotos son con flash.- Max estaba cruzado de brazos, con su rostro pensativo.- Ya han anunciado tu bolo, Carol. No puedes librarte.

-Estupendo… Y ni siquiera tengo que ponerme.

-Pues tendremos que ir de compras.

-Tengo cita con Axel a las siete.

El diario de una pretendientaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant