Capítulo 31: copo de nieve

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Para la cita de esta tarde Max había decidido que fuera lo más informal posible. Me explicó que a veces las chicas estamos más guapas cuando más naturales estamos, y eso me recordó que Axel me confesó que le gustaba más como estaba  sin maquillaje que con. Así que entre los dos decidimos que me pondría un pantalón corto que me llegaba por encima del ombligo y una camiseta de corto bajo de color blanco y con letras negras que decía: WFT, Where's the food. Eso le añadimos mis bambas blancas de siempre y me hice una coleta alta para que los rasgos de mi rostro se vieran a la perfección.

La furgoneta del programa me vino a buscar y el taxista me explicó que Lucía me estaría esperando en la entrada del centro comercial Gran Vía de Hortaleza. Había ido varias veces a ese enorme centro comercial donde se encontraban prácticamente todas las tiendas de moda, deporte, electrónica y más, del mundo. Efectivamente, cuando el final del trayecto llegó, me encontré con Lucía junto con un par de compañeros del equipo que nada más salir del coche me pusieron el micrófono.

-¿Ha llegado Axel?- Mi pregunta provocó que Lucía asintiera con su cabeza.

-Te está esperando en Oro Vivo.

-¿En una joyería?- Parpadeé un par de veces.- ¿No intentará sobornarme con una joya para ganar mi perdón, verdad?- Lucía se rió de mi pregunta retórica, pero yo lo decía muy en serio. No quería su dinero. Lo llevaba claro si pensaba que comprándome cosas caras iba a salirse con la suya.

Subimos a la planta donde estaba la tienda por las escaleras mecánicas y justo al final de estas se encontraba el chico que siempre grababa mis citas. Vi el botón rojo de la cámara encendido y me percaté que ni Lucía ni ningún miembro del equipo estaba a mi lado. El espectáculo había empezado. A unos diez metros localicé la joyería que estaba abierta al público en esos momentos. Mientras caminaba hacía allí me pregunté si iba a haber gente a nuestro alrededor mientras las cámaras nos grababan.

Cuando entré por la puerta doble de la joyería las dudas se resolvieron. Una dependienta salió del mostrador y me pidió que la acompañase por la izquierda. Antes de pasar a otra habitación más pequeña eché un rápido vistazo a las joyas y a sus precios. La verdad es que eran preciosas, pero demasiado caras. Estas estaban guardabas bajo llave en unos cristales que era tan gruesos como el dedo de Max cuando se hincha.

En la sala donde me pidieron que entrase también había más joyas protegidas por cristales y cada una con su respectiva alarma. No me faltó acercarme y ver la etiqueta para saber que esas joyas eran mucho más caras que las piezas de la sala cara al público. También había un mostrador en una de las esquinas de la sala y justo en la otra punta un sofá donde estaba sentado un chico que estaba siendo grabado por otra cámara.

Axel se reincorporó al momento de verme y se acercó a mí para darme dos besos. Percibí sus manos rozarme con prudencia ya que desconocía cuál sería mi reacción. En ese momento las palabras de Max vinieron a mi mente como un corriente de viento congelado. Él tenía razón y tenía que cambiar el chip. No vale solo intentarlo, hay que luchar hasta el final e incluso más cuando crees que no puedas dar más, y luego ganar. Eso es lo que hay que hacer en esta vida.

Cuando nos dimos los dos besos rodeé con mis brazos su nuca y lo atraje hacía a mí. Él me devolvió el abrazo con más energía y noté como sonreía por encima de mi hombro.

-¿Ya no estás enfadada?- Ambos nos separamos y nos quedamos a pocos centímetros.

-No estaba enfadada, solo molesta. El día que tú me veas enfadada no te va a dar tiempo ni a salir corriendo para escapar de mí.

-¿Y qué te hace pensar que yo querría escaparme de ti?- Su pregunta retórica hizo que me muriese un poco de ternura. Él lo percibió y volvió a abrazarme con más fuerza. Su boca se acercó a mi oído y escuché como murmuraba muy flojo.- Te he echado de menos.

El diario de una pretendientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora