Capítulo 35: destructora palabra

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Unos gritos me despertaron el jueves por la mañana. Lo normal era que Max me arrancase de la cama y me llevase arrastras a la cama, pero ese día todo sucedió de forma distinta. Cuando parpadeé un par de veces para que mis ojos se adaptasen a los primeros rayos que entraban por la ventana, me percaté que los gritos eran de mi amigo. Estaba enfadado, muy enfadado. Y otra persona también lo estaba aunque no reconocía su voz.

Me reincorporé de la cama y me encaminé hacía el pasillo de donde salían las voces, pero no llegué a salir de la habitación porque en la entrada del piso visualicé a Max y a otro chico. Era joven y muy sexy, pelo oscuro y ojos azules. No me hizo falta escuchar su conversación para saber que ese chico era el "rollo informal pero formal" de mi amigo.

-Pues cuando te decidas, llámame, pero te lo advierto Max: no voy a estar esperándote toda la vida hasta que madures.- Y finalmente, el chico abrió la puerta y se marchó.

Max cerró la puerta con un portazo y se quedó inmóvil en el mismo sitio. Tenía sus labios presionados en una fina línea y sus gafas de pasta ocultaban sus ojos avellana. Mi amigo vestía la ropa de ayer y eso me hizo pensar que no había dormido en toda la noche. Sin pensármelo dos veces más, me acerqué a Max y él no se percató de mi presencia hasta que roce con mi mano su hombro.

-¿Qué hora es?- Preguntó Max inesperadamente. Él miró su reloj que descansaba en su muñeca y maldijo.- Joder, ya llegas tarde. Culpa mía, corre metete a la ducha, yo de mientras te preparo algo para que comas por el camino y tu ropa para el programa de hoy.

-¡Ey, ey! ¡Echa el freno!- Exclamé mientras notaba como mi amigo me empujaba hacía el cuarto de baño. Evité que siguiera empujándome y ambos nos detuvimos a mitad del camino.- ¿Qué os ha pasado?

-Carol, gracias, pero no necesito una psicóloga.

-No soy tú psicóloga.- Dije mientras me cruzaba de brazos.- Soy tu amiga, así que venga, dispara.

-Hemos discutido.

-Que monos ¡vuestra primera discusión de enamorados!

-Exacto ¡ese es el problema! El jodido amor. Con lo fácil que es el sexo sin compromiso y lo complicado que se vuelve todo cuando hay sentimientos de por medio.

-¿Me acabas de confesar que estás comenzando a sentir algo por Marco?

-Por supuesto que no. Él es quién dice que quiere una relación sería conmigo.

-¿Y tú le dices qué no?

-Le he dicho que por el momento no quiero nada serio, pero que no quiero conocer a nadie más que a él, ¿tanto cuesta de entenderlo?

-¿Pero por qué?- Me encogí de hombros.- Parece un buen chico, y es una obviedad que está coladito por ti. ¿Por qué no intentarlo?

-Por qué mis relaciones nunca funcionan, Carol, y sí tú eres tan amiga mía deberías de saberlo.

-Tus relaciones nunca funcionan por qué hay una parte de ti que no acepta tu homosexualidad. Cuando llega el momento de conocer a la familia o a los amigos, tú siempre huyes de esa situación. Es normal que los chicos se cansen de tus juegos y te dejen, Max.

-Claro, como tú no tienes unos padres que no tolerarían que su hija le gustasen las chicas, ¡pues no hay problema! Todo de color de rosas y viva el mundo de las piruletas.

-Yo no he dicho eso.

-Pero lo estás insinuando.

-¿Y tus amigos? Ellos saben que eres gay, ¿por qué nunca has presentado tu pareja a tus amigos, o a mí?- Max se quedó en silencio.- Yo no voy a tratarte diferente por qué te traigas a tu rollo, novio o lo qué sea que seáis a TU casa. Incluyendo que eso significaría que yo tendría que dormir en el sofá.- Mis palabras hicieron que Max desprendiera una risa suave. Ahora estaba más relajado.- Eres un chico increíble, Max, divertido, amigo de sus amigos y con un buen culo ¿es qué no te das cuenta que tú homosexualidad no es un impedimento para ser feliz, sino un rasgo más de ti?

El diario de una pretendientaOnde histórias criam vida. Descubra agora