Capítulo 39: tu chico de hielo

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Sentí como mi corazón latía con fuerza y me pedía a gritos que dejase de correr, pero mis piernas me suplicaban que no me detuviera e hiciera el último esfuerzo. Vi la fuente del parque aproximadamente a unos cincuenta metros. Por cada paso que di me impulsé con más fuerza mientras escuchaba mi respiración brusca por encima de la música de mis auriculares. Me crucé con otro corredor que iba en contra dirección que yo, que parecía estar menos en forma que yo, pero en mejor estado.

Finalmente, me detuve después de tocar la fuente, lo que era mi meta. Me obligué a caminar por el alrededor ya que era malísimo detenerse después de haber estado corriendo a la intensidad que lo había estado haciendo. También me forcé a respirar por la nariz y expulsar el dióxido de carboneo por mi boca, y así repetidamente. Me acerqué a la fuente para beber una vez mi respiración y latidos de mi corazón se habían regulado.

Habían pasado nueve días desde que vi a Axel. Le había echado tanto de menos que la sensación que tenía es que no le veía hacía meses, incluso años. De hecho, había visto los dos últimos programas donde los temas relevantes habían sido el nuevo trono de Jordan y las disputas de Erika con Carla. Esas dos pretendientas se habían pasado tranquilamente media hora discutiendo, haciéndose comentarios despectivos que habían provocado que la presentadora les expulsase de plató un rato. Cuando ambas habían vuelto a entrar Carla pidió perdón por el espectáculo que había organizado y por haber perdido los papeles. En cambio Erika se limitó a estar callada.

Por otro lado, estaba Axel. Lo había estado observando detenidamente durante los programas y a pesar que se hubiera arreglado la barba y llevaba su pelo tan bien peinado como siempre, tenía unas ojeras que ni el mejor maquillaje podría ocultar y las pocas sonrisas que enseñaba estaban forzadas. Él no era feliz y ahora lo podía ver claramente.

Me mojé la nuca con el agua de la fuente y seguidamente la cara. Cuando alcé mi cabeza y erguí mi espalda, me encontré con una paloma que descansaba en la zona superior de la fuente. De hecho, esa ave no hubiera captado mi atención si no llevase en su pico un papelito que dejó caer en la zona donde había corrido el agua.

Me apresuré a cogerlo antes de que se mojase por completo y lo desdoblé. La tinta se había difuminado un poco, pero se podía leer las siguientes palabras: "Hoy es el noveno día que ha pasado desde que te prometí que nuestra vida estaría llena de rosas y palomas mensajeras. Espero que me hayas echado tanto de menos como yo a ti. Besos, tu chico de hielo."

Inmediatamente, me volteé para encontrar a ese chico de mirada verde y sonrisa deslumbrante, pero encontré el mismo panorama mientras había estado corriendo por el parque. De hecho, la zona estaba prácticamente desértica a las siete de la mañana, así que no sería muy difícil ver a Axel incluso a una distancia lejana. Pero mis ojos no percibieron lo que buscaban y una ola de desilusión cubrió mi corazón.

Aunque a la segunda vez que miré hacia la derecha, me percaté que en uno de los bancos que había justo debajo de un árbol se encontraba algo voluminoso. Me acerqué a él y a medida que me fui acercando pude contemplar con más detalle el ramo de rosas de color azul que se encontraba descansando encima de la madera. Cogí el ramo y me lo acerqué a mi nariz para olerlas.

No olían a ese olor fresco como las rosas que me regaló en nuestra cuarta cita, la misma en la que nos besamos por primera vez. Estas rosas eran de plástico y olían a su perfume. Ese olor que era incapaz de describir exceptuando con la frase de que ese aroma olía como el futuro que quería compartir con él. Súbitamente, advertí la presencia de una tarjeta escondida entre las rosas.

"Cada vez que veo estas rosas me acuerdo de tu mirada bajo la lluvia mientras te besé por primera vez. Tu chico de hielo."

Sin darme cuenta, abracé las rosas y volví a exhalar ese olor durante un largo instante. Cuando memoricé el perfume de Axel, abrí mis ojos y decidí que era hora de volver a casa de Max. A pesar de que yo no le había visto, estaba casi segura que él si me había estado observando mientras olía las rosas y leía su nota que me había enviado a través de esa paloma. Me encantaría poder localizarle y corresponderle estos mensajes, pero por el momento, solo me quedaba esperar a la siguiente sorpresa de Axel y que él terminase su trono.

El diario de una pretendientaWhere stories live. Discover now