Años atras

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En secundarias Testuya era el joven más tímido de la clase como también el más inteligente, era el más buscado por los maestros para servirles solo como ejemplo de lo bien que deben de comportarse los estudiantes provocando que estos le generarán un odio hacia el pequeño omega.
A veces les escondía sus cosas durante el recreo, otras veces lo dejaban encerrado en el baño hasta la salida y nunca dijo nada ni a su mellizo Daiki que sospechaba que algo malo pasaba porque sentía una emoción ajena a él de tristeza.
Fue una tarde en la escuela que le volvieron hacer una de sus bromas al pequeño Omega esta vez encerrando lo en el cuarto de intendencia a obscuras, lo que no sabían era que Testuya le tenía un miedo irracional a la obscuridad que al verse encerado sintió como el aire le llegaba cada vez menos a sus pulmones amenazando con desmayar lo.

-Daiki... Daiki...- el joven lloraba sentado en una esquina del cuarto mientras luchaba por respirar.

La puerta comenzó a ser pateada con mucha fuerza hasta romper el cerrojo dejando entrar al alfa con una expresión de odio al ver la situación de Testuya, el olor a miedo estaba por todo el lugar alterandolo más.

-Vamos Testuya- camino hacia el para ayudarlo a levantarse.

Al llegar a casa está se encontraba sola ya que sus padres habian salido de viaje por negocios dejándolo a ellos dos solos claro que con la supervisión de algunos vecinos.
Daiki obligó a su hermano a darse un baño para quitarse el olor a miedo mientras que el preparaba algo de té por sus nervios; al terminar ambos estaban acostados en la cama del mayor que abrazaba de forma posesiva a su mellizo.

-¿Porque no me dijiste nada?- intento no sonar molesto pero le era imposible controlarse si se trata de él.

Testuya se quedó callado escondiendo más su cabeza en el pecho de Daiki.

-Testuya...- invirtió la posición causando un grito de sorpresa por parte del otro que ya se encontraba acorralado entre la cama y los brazos de su hermano-. ¿Porque te quedaste callado? Te pudieron hacer algo peor que eso y yo nunca lo sabría. Se supone que te tengo que proteger- comenzó apretar mas las muñecas de su hermano que estaba llorando.

-Lo... Lo siento- su cara estaba roja por el llanto-. No queria que te hicieran lo mismo.

Daiki se sorprendió por aquella respuesta que le hizo olvidar su enojo, beso la frente de Testuya para que dejara de llorar. Un leve olor dulce provenía de algún lado muy cerca de él, comenzó a olfatear por la cara de Testuya después fue bajando por el cuello hasta llegar al pecho y sin cuidado le levanto la camisa preso por la curiosidad de saber de dónde provenía aquel agradable olor.

-¡Daiki!- chillo Testuya al sentir el frío en su piel. Trato de cubrirse pero se lo habían impedido sujetándolo de ambos brazos con una sola mano, en ese momento maldijo la fuerza del mayor que lo tenia dominado.

Olfato el pecho causándole cosquillas hasta que olió aquella fragancia que se parecía mucho a la leche con miel.

-Testu... Hueles... Diferente- susurro Daiki sin quitar su cara del lugar-. Hueles a leche con miel ¿Porque? Si tú olor es vainilla.

El Omega se puso rojo de la pena al saber lo que significaba eso, su mamá se lo había explicado meses antes de entrar a la secundaria que sería la época dónde sus hormonas estarían como locas.
En un Omega existen dos tipos de olor, el olor externo que en su caso es la vainilla que sirve para demostrar sus emociones fuertes como el miedo o los nervios después está el olor íntimo que sirve para dos cosas: para tranquilizar a los bebés en época de lactancia y para seducir al alfa en época de celo. El olor íntimo como su nombre lo dice es íntimo, solo su pareja destinada y sus futuros hijos hasta cierta edad pueden percibir aquel olor. Explicarle todo eso a Daiki que estaba cada vez más intrigado porque su mellizo huele de esa manera tan dulce era como decirle a un pez porque nada.

Mi OmegaWhere stories live. Discover now