Cap.39 "Con todo mi corazón".

103 24 3
                                    

Brown City, Michigan. Junio, 1993.

No quería voltear. Sabía que si lo hacía y la veía cambiaría de opinión. Si me miraba con esa expresión que decía "quédate", acercándose a mí con ese vestido, no podría irme. No después de ese beso de despedida, el cual llevaría siempre conmigo.

Tal vez mi yo del futuro hizo las cosas mal. Tal vez quiso aferrarse a un amor imposible. No superó lo sucedido y no pretendía hacer lo que yo intento. Hay una diferencia muy grande entre llevarse el recuerdo, a vivir en él. Uno te hace sonreír y pensar en lo bueno que fueron esos tiempos, recuerdas como te sentías y te hace bien. Sin importar si ya no ves ese lugar, ese tiempo o a esa persona. Pero vivir en un recuerdo es la peor tormenta que un humano puede provocarse. Es imposible salir de ese agujero negro que te consume a cada instante, no dejándote ver lo que puedes tener en frente.

Como mamá nos decía desde que éramos niños a mi hermana y a mí; disfruta el presente o extrañarás el pasado.

Salí de la escuela, pensando si debía decirle a Brooke pero ella quería divertirse, así que no la molestaría. La calle estaba desierta, debían ser casi las dos de la mañana y solo veía algún que otro auto pasar cerca de mi. Caminé hacia la casa de Rose, replanteándome si en realidad estaba haciendo lo correcto. Sabía que en algún momento Zoey reaccionaría y se daría cuenta de todo lo que podía tener si yo no estorbara en su camino. Y no me refiero a un chico, sino a una vida de paz y calma. Yo iba y venía constantemente y era una incertidumbre saber si iba a volver o no, no podía brindarle ninguna seguridad y eso era lo que la aterraba. Por supuesto no la culpaba, era lo más lógico. Crucé la plaza, dispuesto a caminar las dos cuadras que me faltaban silenciando mis pensamientos porque ya no quería analizar más el tema.

Llegué a la puerta sacando las llaves de mi bolsillo cuando vi que no estaba del todo cerrada, sino apenas apoyada en el marco de la puerta. Esto no podía ser bueno. Empujé la puerta, creyendo que alguien había entrado a robar o peor, que le habían hecho daño a Rose cuando ella dormía. Pero la escena frente a mí era totalmente distinta.

Me quedé paralizado observado el charco de sangre, en el suelo al pie de la escalera. Rose no estaba y pude ver cómo parecía que alguien había arrastrado su cuerpo. Volteé en mi lugar, buscando respuestas de lo que había pasado. Vi un vaso roto en el suelo, los vidrios estaban esparcidos por el suelo junto con un poco de agua.

Atravesé un estado de shock en lo que no fueron más de diez segundos. Solo oía el ruido de un grillo en la puerta de la casa, mientras observaba el escenario y me preguntaba dónde estaba mi abuela, a quién sabe cuántas horas de morir.

Reaccioné de lo que estaba pasando y di un salto sobre la sangre, subiendo las escaleras como alma perseguida por el diablo. Casi tropecé en el último escalón y me dirigí hacia el cuarto de Rose. Una esperanza de encontrarla allí durmiendo apareció en mi, pero una parte de mi sabía que solo eran mis ganas de que así sucediera. Toqué la puerta varias veces pero como era lógico, no contestó. Abrí la puerta y no me sorprendí cuando no la vi allí. La sabana estaba corrida a un lado, como si se hubiese levantado para ir al baño o a tomar un vaso de agua.

Era esta noche por la cual habíamos empezado a venir aquí, todo lo que habíamos hecho se había reducido a esto. Y lo que hiciéramos o no, cambiaría el futuro que vivimos en nuestro presente en New York. Solté un gruñido, enojado de que esto sucediera. Reprimí las lágrimas que se habían formado en mis ojos porque eso solo me desconcentraría.

No podía no hacer nada, teníamos que revertir esto. De alguna forma u otra. Esta vez, aquí estábamos los dos, como lo planeamos. Ahora era nuestro turno de hacer algo. No podía volver a la escuela a buscar a Brooke, perdería mucho tiempo y mientras más pronto hiciera algo, mejor.

Nosotros ante todoWhere stories live. Discover now