Cap.22 "Serás mi recuerdo favorito".

151 33 5
                                    

Llevaba quince minutos llorando en el suelo. Sentía como si me hubiesen quitado una parte de mi, la hubiesen hecho pedazos frente a mis propios ojos para luego marcharse dejándome aquí totalmente sola y desconsolada.

La música había dejado de sonar en mis auriculares debido a que la canción ya había terminado pero yo seguía allí llorando. Teo se sentó a mi lado, mirándome llorar y cuando se cansó se recostó esperando que hiciera otra cosa. Pero no había caso.

Me quité los audífonos y como un huracán, bajé corriendo las escaleras casi tropezándome. Un trueno se escuchó sobre la ciudad al mismo tiempo que aterrizaba torpemente en el suelo. Me sentía ahogada, me faltaba el aire y las paredes se hacían cada vez más pequeñas. Salí de la casa y el frío de la noche que estaba llegando me recibió, haciendo que mi rostro se sintiera más helado por las lágrimas.

Entonces comencé a correr, mientras la pequeña garua comenzaba a correr y los truenos acompañados de los relámpagos hacían presencia en el cielo nublado de Brown City. Corrí y corrí, como si estuviese en una carrera. Como si alguien me persiguiera o como si intentara atrapar algo que se escapaba de mi. Claro que algo se escapaba de mi. Mi felicidad. Mi amor y mi paz. Mi Atlas. Y no había nada que yo pudiese hacer, ni él.

Lo peor de todo esto era que él me amaba. Él no me había sido infiel con nadie, no me lastimó de ninguna forma, siempre hizo todo lo que le pedí y estábamos en el mejor momento de nuestra relación.

Me di cuenta que tal vez por eso corría. Corría queriendo atrapar el control. Atrapar el tiempo. El que se nos había ido juntos y el que no tendríamos en un futuro, porque claramente no podíamos estar juntos.

La canción se hizo presente en mi mente y me sequé las lágrimas para seguir corriendo. Ya estaba a ocho cuadras lejos de mi casa y no me sentía cansada. Me sentía totalmente destrozada pero si no liberaba todo esto que tenía dentro explotaría.

Llegué hasta un parque al que no solía venir pero agradecí que ya no hubiese nadie. La luz del sol había bajado casi por completo, pero no me dio miedo estar sola. Era lo único que quería. Llorar sin que nadie me viera y no tener que dar explicaciones, porque obviamente, no podía darles. La garua no se transformó en una llovizna, sino directamente en esa lluvia torrencial que comienza de un segundo a otro y no te deja hacer nada más que correr a algún lugar para esconderte y cubrirte.

Continué corriendo y vi una de las bancas donde me pareció buen lugar para llorar durante un buen rato, pero mi torpeza tenía otros planes. Tropecé con la rama de un árbol y caí de rodillas. No me importó llenarme el jean de tierra ni las manos cuando aterricé. Solo quería que este vacío dejara de sentirse tan abrumador.

Quemaba por dentro y sabía que no había forma de calmarlo. Lo quería aquí, ahora y siempre. Esto no podía terminar de esta forma. Él prometió volver y yo creí que eso sería posible, pero como no me di cuenta que él tampoco podía prometer eso.

Solo podía recordar sus palabras, incitándome a seguir con mi vida y continuar con mi supuesto destino escrito. Conocer a otro chico, amarlo y que me ame porque merezco ese amor como él dijo. Pero ya tengo ese amor, Atlas me ha dado ese amor y mucho más.

Mis ojos veían todo borroso debido a las lágrimas que no paraban de salir. El viento se hizo un poco más fuerte y no me importó congelarme allí. Me costaba respirar mientras intentaba tomar aire, pero cada vez que creía que iba a parar, él aparecía en mi mente otra vez.

Todo aparecía en mi mente. Kárpatos por primera vez, conocer a Rose y a Brooke, su regalo de Navidad y como llegó al hospital luego de la explosión. Todas sus expresiones, ya sean tristes o preocupadas o en sus momentos divertidos y tiernos aparecían frente a mi, como pequeñas fotografías que me mostraban lo que éramos. Lo que teníamos. Lo que pudimos ser y no será.

Nosotros ante todoWhere stories live. Discover now