Cap.8 "Tú si puedes evitarlo".

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Manhattan, New York. Diciembre, 2010.

Reaparecí en mi cuarto, sintiendo la garganta totalmente seca y que estaba a punto de desmayarme. Me dejé caer en la cama y tomé un poco de agua mientras abría un sobre de azúcar para verterlo dentro de mi boca. Volví a tomar agua y a respirar una vez más. Me quedé en silencio, escuchando mi propia respiración y tomé agua otra vez.

—¡Atlas! —Oí desde abajo— ¡Ya es hora de despertar, primer llamado! —gritó mamá desde las escaleras.

—Ya desperté —respondí un poco agitado pero a la vez feliz, de que había llegado antes de que mamá hiciera su segundo llamado o peor, que subiera y se diera cuenta que no estaba.

Mamá había pasado la semana pasada diciendo que dormía demasiado y claro que si, se debía a que todos los viajes me dejaban exhausto pero ella no lo sabía. Así que cuando se hacían las diez de la mañana, me pegaba gritos para despertarme. No le molestaba que no bajara a desayunar pero si quería que durmiera menos que un oso en plena hibernación.

Mi IPhone 4s comenzó a sonar en la mesa junto a mi laptop pero no era momento para contestarle a nadie.

—Atlas —reconocí la voz de Brooke golpeando la puerta de mi cuarto. Por fin quien sea que llamaba se cansó y cortó.

—Pasa. —Tomé un poco de aire y lo solté cuando la vi entrar.

Tenía unos jeans desgastados, zapatillas converse rojas y una sudadera negra de su universidad. Sonrió cuando me vio con la botella y el sobre, ambos vacíos.

—No puedes estar tan enamorado y no me digas que vienes de ver a Rose. Tienes la boca toda roja —bromeó cerrando la puerta para que nadie la escuchara.

—¿Qué me perdí ayer? —pregunté mirándola preocupado. Ella hizo una mueca como pensando y negó con la cabeza.

—No mucho. Luego de que te encerraste en tu cuarto a las doce del mediodía, papá sugirió que podíamos salir a cenar a Grazie. Mamá quiso subir a ver si querías venir —dijo y abrí los ojos en pánico— pero yo subí por ella y le dije que estabas cansado, que preferías dormir un poco.

—Gracias Brooke —le agradecí levantándome y tomando mi teléfono pero noté que se había apagado por la batería. Le conecté mientras veía a mi hermana sentarse a mi lado.

—¿Qué tal todo con Zoey?

Una sonrisa estúpida que no pude evitar se plantó en mi rostro. El recuerdo de ayer en Perú vino a mi mente y me mordí el labio, teniendo pequeños flashbacks de todas sus expresiones al contarle que en realidad ese no era mi presente.

—Todo excelente. Bueno, al menos no se desmayó ni salió corriendo.

O tal vez no salió corriendo porque estábamos a dos mil metros de altura.

—¿Le contaste todo sobre el tiempo? —preguntó abriendo los ojos.

—Si. Bueno, no. Solo sobre la diferencia de años y el porqué suelo ir a ese año en especial. Te juro que ha intentando que le cuente cosas sobre el futuro.

—¡Atlas! —me reprendió con un manotazo en el hombro y observó la puerta al darse cuenta que había gritado—. No deberías decirle nada.

—Tranquila, solo mencioné los DVD y a Bieber. —Ella se mordió el labio y negó con la cabeza.

—¿Cómo se te escapó? —preguntó intrigada.

Nosotros ante todoWhere stories live. Discover now