d o c e

82 9 6
                                    


chapter twelve

Caminé rápidamente a la puerta de metal que estaba en el lugar, queriendo salir del alboroto, de los gritos, del dolor... Sentí el golpe del aire frío golpeándome y las lagrimas cayendo una tras otra.

—¡Por Dios!, ¡está loco!—Anne estaba de igual forma conmocionada por lo que vimos.

—S-solo va-ámonos—susurré sin dejar de llorar tapándome la cara con las manos. Quería irme, llegar a casa y abrazarme, los recuerdos llegaban a mi... los golpes, los gritos, mi padre...

—Si, vámonos.

* • .

Estaba abrazando mis brazos con fuerza mientras papá golpeaba a mi madre en la cama; él encima de ella. Él estaba borracho de nuevo, había llegado hace poco, cayéndose de borracho, no dejaba de gritarnos, que nosotras éramos lo ultimo que él quería ver.

Mamá y yo estábamos aterradas, ella lo siguió cuando él subió al dormitorio, pero después se escucharon los gritos, la violaba...

Había subido, la puerta estaba abierta y el golpe de la realidad siempre hacía que entrara en trance, y estaba aquí, afuera de la entrada de su cuarto, escuchándolo todo, pero no viendo nada. Mis manos temblaban, mi corazón latía desbocado, mis ojos no dejaban de derramar lágrimas, y lo sabía... estaba rota.

El resto del día había estaba perdida, en mi mente, como si estuviera en otra parte, como si mi cuerpo siguiera en la realidad, pero yo, en otra parte, en otro lugar, llorando, lamentándome, pero por fuera miraba a la nada.

El resto de los días fue así hasta que reaccionaba cuando escuchaba a mi madre gritar, o cuando me golpeaba a mi, era ahí donde regresaba, donde ponía los pies en la tierra, pero después, me perdía.

Estaba rota. Estaba perdida. Estaba desecha.

*•.

—Me iré a casa, Gem.

Escuche en la lejanía mientras me quedaba parada en la sala de mi departamento mirando el suelo gris.

Mi madre estaba ahí en la cama mirándome con dolor...

Estaba deslizándome hasta quedar en la esquina del más grande sillón.

Mi padre era otro, no tenía piedad, no le importaba nada, más que el alcohol...

Las lágrimas caían una tras otra, los recuerdos estaban tan palpables, que parecía que estaba en casa con ellos aquí.

Los ruidos ahogados de la vida que viví por muchos años, los estruendosos sonidos, los golpes se sentían tan reales, estaba rota...

Lo sabía desde hace mucho, pero jamás nadie me podría reparar. Era solo una muñequita de porcelana rota, intentando sobrevivir, nadie ni nada me salvaría, por que estaba sola, estaba desecha, la vida que viví siempre me perseguiría, los recuerdos, los tormentos.

Lleve mis manos a mis rodillas mientras las abrazaba. Quería ser feliz, quería huir, quería dejar de pensar, quería.

Papá estaba ahí enfrente de mí golpeándome, mamá estaba acostada enfrente de mi, se había desmayado. Ya no sentía nada, nada se sentía cuando miraba a mi madre, nada parecía importar al ver a mi madre sufrir, nada más que ella.

A veces me imaginaba la vida perfecta todas esas noches en mi cuarto, pero nada era perfecto, por que lo perfecto era muy bueno para ser verdad.

cerezaytristeza

The Cruel Boy ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora