\ 1 - 1 /

700 57 20
                                    

[🌼] ------------------- |•| ------------------- [🌼]

*Carga 100% completada*

Cuando mi sistema cargó de vuelta, abrí lentamente los párpados de mis ojos como si se me fueran a romper si los levantaba bruscamente. La verdad el sentimiento fue muy parecido a arrancar las puntadas de una herida, pero para mi fortuna esa no fue mi situación, o al menos no recordaba haber tenido un problema similar en mis ojos. El lugar en el que estaba era oscuro, aunque no tan frío como una caverna húmeda. ¿Dónde estaba? ¿Qué había pasado? ¿Aquí me había desmayado? Ni siquiera recordaba si me había exaltado demasiado para terminar en el suelo sobre un montón de cosas, o lo que parecían sentirse como cosas; creía que estaba encima de una lámpara.

   Aunque el cuarto en el que estaba era muy oscuro, era como si del otro lado de esa pared hubiera una ventana que dejaba entrar la luz de la luna. Tal vez si me levantaba y caminaba al otro lado de esa pared a un lado de mí podría ver dónde estaba. No pensé que fuera buena idea quedarme en el suelo y ver las cosas pasar sin que yo pueda hacer algo para cambiarlo. Sentí un dolor insoportable cuando traté de levantar uno de mis brazos, como si alguien hubiese puesto sobre mí las bocinas del stage; incluso mover un dedo era como polvito picante en los ojos.

   Duré casi veinte minutos esperando que el dolor en mi cuerpo cesara y me permitiera levantarme. Durante ese tiempo reflexioné acerca de un sueño… Creía que había sido un sueño, aunque todo lo sucedido se sintió como si realmente hubiera pasado: estaba en la fábrica donde me crearon, y tenía la misma ropa que había usado desde el día que nací aparentemente. Después de haber comido una rebanada de pizza fría y grasosa, regresé a aquella habitación con el nombre "Proyecto del jefe". Por alguna razón conocía ese cuarto y a quienes iba a encontrar ahí adentro. Sólo podía recordar a una pequeña niña, y estaba seguro de que lo era por la voz aguda y el suéter verde que usaba. Estábamos en compañía de un sujeto morado con el hocico blanco. No podía recordar su nombre, pero no creía que hubiera sido alguien importante en mi vida de todas maneras, porque si sí lo hubiera sido, yo recordaría haber pasado más días en compañía de él. Tampoco tenía muchos recuerdos con esa niña, así que… no sabía qué pensar.

   El dolor de mi cuerpo pareció haber disminuido, al menos ahora podía levantar mi rodilla sin problemas. Tratando de cuidar otro accidente que me dejara en el suelo, me sostuve sobre mis brazos y pies para ponerme de pie. Pude darme cuenta que ese montón de objetos en los que estaba encima, eran cosas de la pizzería: estaban algunos papeles, algunas de las prendas que nunca usé, la computadora de la oficina, las bocinas del stage, las cortinas y más ropa. ¿Por qué estaba todo esto aquí? ¿Qué era este lugar? Mire a mi alrededor en busca de algo que reconociera que no fueran esas cosas. Este cuarto parecía ser todavía más estrecho que de lo que era cuando estaba en el piso; podría ocupar todo el espacio de este con tan sólo estirar mis brazos a los lados. Caminé al otro lado de esta pared cubriendo la luz, y pude ver una pequeña ventana que, efectivamente, iluminaba el interior de este lugar. Las gotas de lluvia se deslizaban sobre el cristal mientras algunos relámpagos lo hacían retumbar. En la pared opuesta, exactamente a mi izquierda, había una puerta, y aún no era nada que yo reconociera. Según yo, no había ningún cuarto así en la pizzería, ni siquiera uno exclusivo para empleados del lugar. A pesar de que no reconocía el cuarto, el estilo de las paredes era aún el mismo, así que… no podía descartar la idea de que este cuarto no era de aquí. Traté de abrir la puerta de metal, pero no pasó nada. Tal vez estaba cerrada con llave o alguien me había encerrado a propósito.

   ¿Qué hacía ahora? No tenía ni idea de dónde estaba, y tampoco sabía en qué momento había dejado de ver a mi público suplicando por más canciones y por más pizza. Seguí caminando alrededor de este cuarto buscando alguna salida. No quería llegar al punto en que tuviera que romper esa ventanita con mi puño y deslizarme por ahí. Debía haber otra solución.

La margarita IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora