Capítulo 6: Frío infierno

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Freddy

Tal vez después de todo no fue tan buena idea que saliera con este sujeto al atardecer. Su camión no parece tener una forma para conservar del todo el calor que nosotros generamos con nuestros cuerpos, ya que, a pesar de los abrigos, las botas, las bufandas y demás ropas que tengo, aún puedo sentir cómo algunas partes de mi cuerpo comienzan a enfriarse: mis dedos, los dedos de mis pies y demás. Pero, a pesar de que la confortabilidad en este camión no es la mejor, me siento como si hubiera vuelto a nacer, ya que nunca en mi vida había tenido la oportunidad de viajar en camión en el asiento del pasajero y siendo testigo del paisaje y destino al que iremos. Es como si fuera un humano con la oportunidad de disfrutar de un viaje de vacaciones, pero debo tener en cuenta que estas no son vacaciones, y que a pesar de que este sujeto me está haciendo un gran favor, debo echarle un ojo en todo momento, nunca se sabe cuándo podría realizar un movimiento extraño que cambie todo nuestro rumbo. Aún no sé cómo Mangle será capaz de advertirme de la ruta que tenemos que tomar, ya que estando ahí atrás sin ventanas pues… no parece que tenga muchas opciones. Confío en que su sistema más dotado que el mío le permitirá conocer de alguna forma el camino.

   Cuando bajamos la montaña en donde está ubicado el restaurante, pude ver que en realidad había muchas más personas alrededor de lo que pensaba. Aquí abajo las personas estaban tan abrigadas como lo estamos los tres. El dorado de las luces en las casas y negocios rebota en la nieve blanca y suave, lo cual vuelve a la ciudad más iluminada, así como cientos de niños y adultos ayudan a avivar el ambiente esquiando en las montañas altas. Parecía como una pequeña feria congelada donde cualquiera podía salir a cualquier hora y pasar una gélida y romántica noche, ya que incluso daba una pinta de ser un lugar ideal para que las parejas pudieran compartir sus más profundos sentimientos; he escuchado rumores de que el francés es el idioma del amor. Supongo que por ello Chica llamó a esa pizza “L’amour”, ahora ya entiendo su significado.

   Pude notar que este sujeto no parecía estar fascinado con observar los restaurantes, las luces y a las personas alrededor pasando una gran noche, estaba más enfocado en ir más rápido que aquellos carros que manejaban más despacio que nosotros. Es posible que él ya haya viajado tanto que todo esto se convirtió en algo cotidiano y sin gran importancia. Pero esto es algo muy nuevo para mí, no voy a dejar que su apatía manche mi amor por el exterior y la vida. Poco a poco mis pies comenzaban a enfriarse más, así como era un poco más incómodo respirar. Solo espero que Mangle se haya abrigado muy bien para estar ahí atrás.

   —¿Nunca habías visto Mont-Tremblant? —preguntó pronunciando ese nombre como yo lo haría—, puedo ver que no despegas tus ojos del vidrio.

   —No. En realidad nunca he tenido la oportunidad de salir así y estar tan cerca de tantos humanos así —decía mientras observaba una pelea de bolas de nieve afuera de una casa cubierta de nieve—. En Freddy’s tenía la libertad de moverme por todo el restaurante y ver la calle a través de las ventanas, pero nunca antes había viajado en camión y que pudiera ver el camino, normalmente estaría apagado en el área de carga.

   —Te entiendo. Una vez le hice el favor a otro animatrónico de llevarlo a su restaurante en Calgary, pero cuando llegamos no quería bajarse, quería pasa el resto de sus días encerrado en el camión con tal de poder observar el exterior todos los días. Quiero decir, sé que es algo pesado estar siempre encerrado y trabajando para nuestros restaurantes, pero es la vida que nos tocó, no importa toda la basura por la que pasemos, no podemos cambiar lo que el destino nos trajo.

   Lo miré de reojo con un poco de lástima. Por desgracia yo también he sabido de algunos animatrónicos que son muy infelices con las vidas que tienen; eso solo les pasa a los que son superdotados como yo, ya que los ordinarios no pueden pensar ni sentir por cuenta propia. Su aspecto me hizo pensar que tal vez él no era del todo feliz en su restaurante y, por eso, se ha dedicado a viajar tantos kilómetros para poder volver a ver a los de su especie y estar lejos de la rutina. ¿Yo me siento así? No lo creo, quiero decir, yo en Freddy’s estaba muy cómodo con mi puesto de trabajo, y aunque duré casi doce años trabajando ahí nunca me quejé de hacer lo mismo. Soy un animatrónico que amaba su trabajo y a sus compañeros de trabajo, estoy seguro de que si llego a volver al mismo estilo de trabajo lo tomaré muy bien.

La margarita IIWhere stories live. Discover now