Cap.32 "¿Es muy tarde para elegir verdad?".

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No es magia, ni puros balbuceos, simplemente es. Y existe. Es real.

"¡La vida no tiene sentido!"

No, hermano. La vida tiene sentido, lo que no tiene sentido es tu propia vida. Porque quien te mira todos los días desde el espejo no sabe porque está viviendo. No sabe quien es. No sabes quien eres.

Ojalá algún día los muertos dejaran de existir y comenzaran a vivir. Porque una vida sin sentido, es venir al mundo a morir.

¿Era en realidad eso cierto? ¿Tenía que amarme un poco más a mí misma y superar esto de una vez? Recuerdo cómo se sentía un corazón roto a mis trece años, parecía el fin del mundo y en cada lágrima sentía que se me iba la vida, un pedazo de mi, uno que no podría recuperar jamás.

Tenía que dejar de deprimirme de esta forma. Me levanté de la cama y me puse las zapatillas mientras Teo se levantaba y se acercaba a mí, tal vez creyendo que saldríamos de paseo. Si Atlas no iba a salir de mi mente, al menos iba a tener mi cuerpo activo durante un buen rato. Bajé las escaleras y me até una coleta en el cabello, ya sabía que me iba a dar calor a pensar hiciera una cuadra.

—Hija, ten cuidado con la corrida, está caluroso y no has comido nada aún —me reprochó ella y volteé a ver mi plato con comida fría sobre la mesa.

—Lo sé mamá, pero no podré correr si como ahora. Prometo que al volver lo calentaré —la tranquilicé, sabiendo que de lo contrario no me dejaría irme.

—Está bien, ve con cuidado —me despidió para volver la vista a sus apuntes del trabajo.

Salí de la casa y comencé a trotar para que mi cuerpo entrara en calor primero antes de comenzar con la corrida fuerte. Pasé por la tienda donde comprábamos la comida, por la peluquería de la ciudad, luego por el cine y la escuela. Llegué hasta Capricho y me detuve a respirar un poco, ya habían pasado seguramente quince minutos pero ya estaba transpirando.

El clima iba volviéndose más caluroso de apoco y las ganas de estar en Kárpatos o en Tanzania vinieron a mi. El agua fría, la arena húmeda, el sol brillante y los pájaros cantando. Ese cóctel que no puedo recordar el nombre porque no era en español y la hamaca bajo las palmeras. Atlas con el cabello y el traje de baño todavía húmedos y algunas gotas salpicadas por su torso. Me recostaría sobre el, seguramente luego de hacer montoncitos de arena cerca de sus pies o que él me echara una carrera al agua como hacíamos siempre que íbamos. Desde algún bar lejano podría estar sonando Foreigner o Deep Purple y nos preguntaríamos el uno al otro que canción estábamos escuchando, para presumir quién sabía más.

Y lo peor es que de todos esos pequeños recuerdos que conformaban las mejores experiencias de mi vida, lo único que quiero de vuelta es al chico que me acompañaba.

**

Toqué el timbre de la casa de Rose esperando que alguien me abriera. Moví la pequeña cajita en mis manos, algo nerviosa. Rose apareció en la entrada y me acerqué a abrazarla con un beso en la mejilla.

—Que hermosa que estás Zoey —me elogió.

No tenía nada nuevo solo me había puesto delineador y me había alisado el cabello pero no era algo que hiciese todos los días, así que no me molestaba que destacara.

—Muchas gracias Rose —agradecí y entré en la casa cuando ella me dio el paso.

Pude ver gente en la sala y reconocí caras al instante. Brooke abriendo un regalo con Scarlett frente a ella cerca de la mesita. Más atrás donde estaba el sofá, Wells estaba sentado tirado hacia atrás, Jaxon a su lado en el sillón individual y si, Atlas parado contra la pared. Los tres bebían de sus vasos y charlaban animadamente de algo que no pude escuchar porque Brooke chilló al verme. Se acercó a mí y me abrazó con fuerza.

Nosotros ante todoWhere stories live. Discover now