23. Cambio de planes

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La sangre se deslizaba por su mejilla hasta caer al suelo, le escocía, pero a su vez le provocaba un placer inexplicable.

Veía a Sofía frente a él, aun en el suelo, pero con el cuchillo en mano. No la creía capaz de matar, se veía tan débil, que no esperaba mucho de ella. Solo estaba aprendiendo a ser como él.

"En un momento se aburrirá y se olvidará de todo", se dijo, sin quitarle la vista de encima.

Sofía parecía inmersa en sus cavilaciones, pero tampoco bajaba la mirada, como si estuviese calculando sus movimientos o forjando un plan.

"Ella lo sabe, nos amamos mutuamente", pensó.

—Tú y yo somos monstruos por naturaleza—Soltó después de un gran silencio entre ambos.

Ella no hablaba, solo lo miraba fijamente. Pero lo que había dicho Cristian no parecía sorprenderla. Así que, imaginó que Sofi al fin había aceptado lo que era. Sonrió, pero aquella mueca se desvaneció en cuestión de segundos cuando un golpe lo fulminó.

Sofía le había pateado el rostro, haciéndole sangrar la boca. Tenía las encías ensangrentadas y trataba de reincorporarse. Quiso moverse, pero entonces ella volvió a golpearlo una y otra vez.

Solo atacaba su rostro, quería deshacerse de sus hermosas y perfectas facciones, no quería verlo atractivo, no quería caer en sus encantos. Se veía obligada a borrarlo. Aunque una parte de ella se estuviera hundiendo por dentro.

Los ojos se le llenaron de lágrimas, pero no se detuvo. Los nudillos le dolían, le sangraban y su sangre se mezclaba con la de él.

Cristian no se defendió en ningún momento y ella pensó en por qué no lo hacía, pero parecía no querer meter sus manos. No sabía por qué, pero eso la obligó a continuar destrozándole la cara.

De pronto comenzó a ahogarse con su propia sangre. Tenía el mentón destrozado, los pómulos hinchados y todo su rostro estaba completamente al rojo vivo, irradiaba sangre fresca, y en unos minutos también estaría lleno de moretones en la poca piel que se lograba vislumbrar.

Ella se detuvo y él sonrió con las pocas fuerzas que le quedaban, y eso le provocó un escalofrío que la hizo estremecer.

Se guardó el cuchillo y dio unos pasos atrás para observar a su víctima, sonrió para sí.

—Mira cómo se han invertido los papeles, mi querido Cristian. Esto es como Psicología a la inversa. Quizá tú me creaste, quizá soy un monstruo, pero eso sí, no soy como tú. Soy mucho peor.

Y podemos estar llenos de trastornos, síndromes y lo que sea, pero tú no perteneces a un hospital psiquiátrico y tampoco a prisión, ya lo he decidido. Perteneces al infierno, y ese lugar está conmigo. Así que, aquí te quedas todos los días, hasta que tus fuerzas se desgasten y tu cuerpo colapse. Hasta que implores por tu vida, entonces ahí veremos qué te depara el infierno, por lo pronto estás a mi merced, y en estos momentos eso es peor que la muerte.

Cristian la observaba, aún con la sonrisa en el rostro, no temía por su vida, aunque le molestaba que ella tuviese el mando ahora. Tampoco creía que ese juego durara mucho tiempo. La amaba y ella a él, esta era la manera que ambos tenían para demostrárselo.

"Esto es amor", pensó nuevamente.

Eso era lo único que lo mantenía ahí mientras la sangre lo rodeaba y el dolor lo embargaba por doquier.

—Haces esto porque me amas, Sofía. Es exactamente lo mismo que haría yo por ti. Somos iguales, no hay vuelta atrás.

—No debes comenzar algo que no podrás parar. Tú lo iniciaste, me elegiste para ser una más de tus víctimas, esa a la que después pretendes matar ¿no es así? —Enarcó las cejas y fijó la mirada en él—Pues ahora me temo informarte que tu plan no ha salido como lo esperabas. La sangre corre y emana de tu cuerpo, y yo soy la autora de esa obra teatral con olor a sangre fresca. Digamos que, tú la escribiste, pero yo la he protagonizado demasiado bien y con algunos cambios que son bastante favorecedores—Una sonrisa burlona se dibujó en sus labios.

—¿Y entonces qué harás? Dime, ¿en qué eres diferente a mí? Lo que haces es tratar de convencerte de que no me amas. Es Psicología, Sofi, ¡no seas tonta!

—Entonces, si te amo lo que tengo que hacer es destruirlo todo, que no quede ningún rastro de este amor. Eso es lo que tengo que hacer.

—No creí que serías tan cobarde. Afróntalo, quédate conmigo, Sofi.

—No puedo amar a un monstruo.

—Y si no puedes amarlo, entonces, ¿te conviertes en uno?

Sofía se quedó mirándolo, tenía una mirada fría, dura, pero los ojos también denotaban tristeza. Se reincorporó y paseó la vista al bosque. La cabeza le daba vueltas y el corazón le latía tan rápido que no podía pensar claramente.

"Él tiene razón, voy a convertirme en lo que es, pero por lo menos habré terminado con él y ese es el nuevo plan. Cueste lo que cueste, solo una persona puede salir con vida de esto", pensó para sus adentros.

Giró la cabeza y posó la vista de nuevo en Cristian, quien la miraba fijamente.

—Me convertiré en uno mejor. No voy a cometer los mismos errores que tú.

El silencio embargó el espacio en el que se encontraban, solo se escuchaban pequeñas ráfagas de aire provenientes de las copas de los árboles más altos que estaban alrededor. 

No confíesWhere stories live. Discover now