19. Análisis de muerte

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Estar con Cristian era lo más estúpido que había hecho y quizá se lo echaría en cara a sí misma el resto de sus días, si es que lograba salir con vida de esta. Sin embargo, ahora tenía cierta curiosidad por saber en qué lugar había crecido Cristian. Cómo era la relación con sus padres, con sus hermanos, si es que tenía y si le habían dado amor y afecto, o en lugar de eso eran golpes e insultos desde la infancia. Sintió lástima y pena por él.

Se lo imaginó en una casa donde la vida eran insultos y golpes. Quizá un padre borracho que maltrataba a su mujer y luego lo golpeaba a él o a quien se le pusiera enfrente. Se estremeció, y se dijo que eso era lo más probable o quizá una familia de padres divorciados en la que nunca prestaron atención a su hijo.

Había muchas opciones, incluso la de aquellos golpes que pudo recibir de pequeño, los cuales pudieron dañarle el área prefrontal.

"Los psicópatas tienen un volumen reducido de materia gris a diferencia de las personas normales. Esto les provoca cierta inhibición de la agresividad. Por eso mismo, Cristian ni siquiera sabe que toda esta sangre que ve derramar en mí, está mal". Pensó para sus adentros.

La cabeza le daba vueltas, y entonces se dijo, "¿por qué no lo había analizado antes?" Pero no, era imposible. Estaba cegada, no analizaba y había permanecido ocupada creando un ideal de Cristian.

Le había encantado su sonrisa, aquella altura perfecta y esos ojos que la miraban de una forma un tanto peculiar. Así que no podía ver más allá, más bien, se rehusaba a hacerlo.

"Detrás de un psicólogo puede haber un psicópata—. Pensó—. Y eso es lo peor, porque saben exactamente cómo manipularte." Un escalofrío le recorrió por toda la espalda. Ahora estaba asimilando mejor la situación en la que se encontraba.

Cuando descubrió los primeros indicios de que Cristian era un chico con problemas, se negó a admitirlo. Al principio había estado huyendo de él, porque en el fondo, su corazón y su sexto sentido sabían que todo eso resultaba misterioso, peligroso y a su vez, grave. Pero finalmente había optado por engañarse a sí misma, obstruyendo todas las verdades y quedándose con un ideal falso que, poco se le acercaba a la realidad.

Detrás de esa sonrisa y aquellos ojos penetrantes sólo había maldad. Y ella tan solo lo había dejado entrar a su vida, volviéndola oscura y con matices tenebrosos. Ahora todo estaba mal, se encontraba ahí, tirada en el suelo de aquel bosque lóbrego, frío e inhóspito, en el que no se podía apreciar ni el principio ni el final. Con el brazo sangrándole a toda prisa y con una herida en las costillas.

Le dolía todo el cuerpo, empezando por los terribles punzones en la cabeza y aquella presión en el pecho que no le permitía respirar con precisión. Además, hacía un frío terrible que le calaba hasta los huesos.

Ese era el menú de aquella noche y para rematar, frente a ella con cuchillo en mano, un enfermo mental. O quizá un psicópata, si su análisis era correcto, porque no lo sabía con precisión, pero sí lo era, estaba segura de que merecía ir a la cárcel en vez de un hospital psiquiátrico.

"Sentirse estúpidamente atraída por tu agresor, no es sano. Algo he de aprender de esto", se dijo para sus adentros.

Cristian la observaba sollozar, inmersa en su dolor y en sus pensamientos. Aunque no sabía con exactitud por qué lloraba desconsoladamente.

Ella sangraba y le gustaba ver aquel paisaje sanguinario a su merced, pero no recordaba con precisión lo que había hecho o por qué, siempre tenía una distorsión borrosa de su realidad. Era como si de pronto le borraran la memoria, le pasaba constantemente, pero se negaba constantemente a todos los síntomas de trastornos que le enseñaban en la facultad.

"Estoy sano", se repetía a sí mismo desde hacía años, hasta que él mismo se creía aquella mentira.

Quería acercarse a ella, ponerle una manta para calentar su cuerpo y que no pasara frío, pero segundos más tarde, la odiaba. Así que, optó por quedarse ahí parado por unos minutos, con ese rictus inquebrantable que sólo él tenía.

Después de un momento, se giró a la tienda y sacó un bote de alcohol y una bolsa de algodón, eran parte de las cosas que había comprado.

Le hacía feliz ser tan cuidadoso con lo que hacía, pensaba en todo y eso era algo que Sofía no tomaba en cuenta, se dijo. "No sería una buena psicóloga, en cambio yo sí que lo soy. Puedo engañarla a ella y a todos los que se me pongan en frente, ese es otro de mis poderes" Dijo, y sonrió para sí. 

No confíesWhere stories live. Discover now