22. Siguiendo el instinto

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"Yo siempre he sido el que manda y decide ante todo lo que gira alrededor, soy quien tiene el poder. No ella", dijo para sus adentros. Solo esperaba que Sofía no se hubiera percatado de su preocupación y su locura, esperaba que fuera más estúpida de lo que pensaba.

—Estás pensando como yo, y en mí hay todo, menos calidez y lo sabes. No tienes que hacerte la ruda ahora, ambos sabemos que eres demasiado débil y lloriqueas por todo. Suplicas cada microsegundo y tus débiles manos sólo me rozan—. Esto último lo dijo en tono de burla mientras deslizaba sus dedos entre el cabello de Sofía.

La tenía tan cerca, que podía sentir su aliento, pero ella parecía impasible.

Sofía aún permanecía con aquella sonrisa y esa mirada que penetraba hasta el hueco más oscuro de Cristian. Sabía que eso le molestaba, lo irritaba tanto que, aún con sus esfuerzos por parecer tranquilo, sus ojos y su semblante denotaban inquietud.

Eso la hacía feliz. "Qué fácil es irritar a una persona cuando encuentras su punto débil. Aún los mejores psicópatas y asesinos se remueven en sus asientos y les carcome el alma cuando las cosas no salen como lo planean. Sobre todo, si ese alguien tiene la capacidad de leer sus pensamientos", pensó para sí.

—Ahora vamos a jugar mi juego, yo pongo las reglas. Las acatas o mueres—. Espetó Sofía.

Mientras rápidamente sacaba el cuchillo de la chaqueta de Cristian, el cual había estado a la vista y, sobretodo, a su alcance. Se había percatado de él cuando Cristian cavilaba, así que lo tomó de inmediato y lo presionó en la mejilla del monstruo que estaba a sólo unos centímetros de ella –. Yo no voy a jugar a que te lastimo de mentira –Presionó con fuerza y lo deslizó, la sangre comenzó a brotar de inmediato.

Cristian tomó la mano de Sofía en un intento por quitarle el cuchillo, le dio un tirón de su largo cabello, pero Sofía se mantuvo fuerte y firme, jadeó para tomar fuerzas, pero no soltó el cuchillo. Intentaba reincorporarse y la empujó hacia atrás, se abalanzó encima de ella, forcejeando el cuchillo, pero al parecer la fuerza de Sofía era extra normal.

Simplemente no podía quitarle el arma punzo cortante que había provocado aquella herida que tenía en el rostro. Así que, reunió todas sus fuerzas, su mirada se llenó de rabia y entonces dobló la mano de Sofía, el cuchillo cayó a un costado.

La tomó del cabello y le dio un golpe en el pómulo derecho. A Sofía se le nubló la vista por un instante, movió las piernas y con la rodilla empujó hacia el diafragma de Cristian sacándole el aire, palpó el suelo y sus dedos tocaron el frío del filoso cuchillo, lo tomó de inmediato y con una mirada llena de furia comenzó a apuñalar tácticamente a su secuestrador.

Cristian luchaba por reincorporarse, pero la agilidad de Sofía era catastrófica. Sólo sentía que algo lo rasgaba y pequeños punzones electrizantes y dolorosos se apoderaban de todo su cuerpo.

Sofía había logrado quitárselo de encima en cuestión de minutos, en el ajetreo él la había golpeado de nuevo en la cara, no sabía si a su nariz o a su pómulo. Sólo sabía que la había golpeado y que la empujaba, pero ella presionaba más fuerte el cuchillo.

Cuando por fin Sofía calmó su exacerbación, se alejó unos centímetros de él, aún con el cuchillo en mano. Sus ojos se posaron en él por un momento, su mirada era fría y lúgubre. Observaba la cara de Cristian, con sus nuevas heridas, de las cuales brotaba sangre oscura y fresca, y se mezclaba con el sudor de su cuerpo.

Él tenía una mirada similar a la de ella, a diferencia que, la suya estaba llena de odio, asombro e indignación. De un momento a otro Cristian sonrió plácidamente. Esto enfureció a Sofía, quien se acercó rápidamente a pocos centímetros de su rostro.

No confíesWhere stories live. Discover now