Cap.24 "¿Quieres que desaparezca?".

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El día de escuela más la corrida y el trabajo había sido agotador. Tenía que ducharme porque no lo haría por la mañana antes de ir a la escuela, pero estaba tan cansada que creí dormirme por unos cinco minutos.

—¡Zoey! —me llamó mi hermana, despertándome desde el pasillo—. Si no te bañas ahora, entraré yo.

—No, estoy yendo —respondí adormilada para levantarme torpemente de la cama.

Zigzagueé dormida hacia mi ropa. Tomé un conjunto de ropa interior y una camiseta larga con la que podría salir del baño sin problemas. Caminé hacia allí y una vez dentro, me deshice de toda la ropa.

Abrí el agua y dejé que se calentara un poco mientras me cepillaba el cabello enredado. Entré en la ducha y me relajé allí, mientras el agua tibia caía sobre mi cuerpo llevándose todo el sudor.

Me coloqué shampoo mientras tarareaba una canción que no estaba segura cual era pero la había escuchado hoy en la tienda. Me saqué el producto, tirando mi cabeza hacia atrás con los ojos cerrados y moviendo mis manos.

—Zoey —susurró una voz.

Abrí los ojos con un respingo y retrocedí torpemente, resbalándome un poco pero no cayendo.

Atlas apareció frente a mi, totalmente desnudo al igual que yo. Su cabello estaba seco como su cuerpo. Tenía una sonrisa en el rostro y los ojos divertidos, tan distinto a la última vez que lo había visto.

—¿Qué haces aquí? —pregunté por lo bajo, sabiendo que alguien lo mataría y luego a mi si descubrían que se apareció en mi baño.

—Te extraño tanto, Zoey. No puedo estar sin ti.

Se acercó y tomó mi cintura para besarme. Su parte chocó contra mi cuerpo mojado y sentí mis piernas debilitarse. Sus labios se movían sobre los míos con una facilidad y suavidad que me sorprendió. Me sentía tan desesperada de él y no lo había notado hasta que lo tuve frente a mi.

—Atlas... —comencé a hablar pero me interrumpió volviéndome a besar.

—Solo respóndeme una cosa. ¿Quieres que desaparezca? —preguntó mirándome fijamente a los ojos, completamente seguro de cual iba a ser mi respuesta.

Lo dudé, por supuesto que lo dudé. Porque no había estado tanto tiempo trabajando en mi para que viniera a destrozar todo mi esfuerzo y empeño en superarlo.

Entonces cuando supo que estaba pensándolo, su mano acarició mi mejilla y bajó por mi pecho. El agua tibia de la ducha caía sobre ambos, sobre su nariz y por sus orejas, mojándolo a él también. Mi cabello estaba pegado a mi cuerpo y mi cuerpo pegado a Atlas. Continuó bajando su mano por mi vientre hasta un poco más abajo. Acercó su rostro a mi oído para hablar allí

—¿Quieres que desaparezca? —repitió acariciándome.

Un suspiro salió de mi y tuve que cerrar los ojos para no continuar debilitándome. Me aferré a su hombro cuando no se detuvo, sino que aumentó la velocidad. Comencé a jadear, mientras sentía sus labios en mi cuello y sus dedos dentro de mi.

—Dime que me extrañaste —pidió con voz ronca en mi oído y mis piernas de flexionaron un poco, perdiendo fuerza.

—Si, te extrañé —gemí en su oído. Bajé la cabeza para ver que yo no era la única que lo había extrañado a él.

Nosotros ante todoWhere stories live. Discover now