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El día que Alice había predicho llegó en un parpadeo

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El día que Alice había predicho llegó en un parpadeo. Los presentes estaban claramente tensos y desconocían cuál sería el futuro del grupo, la vidente no había vuelto a tener ninguna visión sobre la pelea y aquello era algo que ellos tenían en contra.

Las niñas habían sido llevadas unos kilómetros más allá de la pelea, bajo el cuidado de Esme y Leah. A Xanthe le había resultado muy complicado separarse de su hija, no temía que algo le pasara a ella pero si esto sucedía y ella no fuera capaz de protegerla sería la peor de las pesadillas. Aquel pensamiento había logrado que se negara aún más a desprenderse de la menor. Renesmee se había acercado a la pelinegra y le había sonreído de manera aniñada, la híbrida tomó por sorpresa a la mayor cuando sus delgados bracitos rodearon su cintura y la abrazaron con fuerza.

— Ten cuidado, tía Xanthe. Yo también cuidaré de Aithne.

La vampiresa sonrió con ternura.

— Cuídense mutuamente.

El claro en aquella época del año desprendía un llamativo color verde oscuro que se alargaba a lo largo y ancho del lugar, la escena era hermosa y la joven lo hubiera disfrutado de no ser por la imagen que tenían en frente.

Isabella Swan caminaba junto a la silueta lobuna de Sam Uley, su manada siguiéndolo de cerca mientras soltaban bajos gruñidos hacia el lado contrario. Xanthe enderezó su espalda en cuanto visualizó la silueta de su hermana, estaba completamente furiosa con ella; no solo por las cosas que había intentado en su contra, tampoco por la cantidad de mentiras que le había soltado a su madre sobre ella, sino por haber abandonado a su hija, a alguien al que (por entendimiento de Xanthe) había insistido tener incluso si aquello le costaba la vida.

La broma se contaba sola cuando el grupo contrario a ellos se colocó en el mismo lugar en el que los Volturi habían estado, el número entre ellos no era muy distinto y aquella aumentó la tensión. Jasper había estado durante varios días ayudando a Xanthe y Keon a mejorar sus ataques, habían practicado los golpes básicos y más predecibles. El rubio había elogiado lo rápido que la pelinegra aprendía y aquello la había motivado para practicar más y más.

Carlisle se colocó a su lado y apretó su hombro en señal de apoyo, ésta asintió agradecida hacia el rubio. Sus rojizos ojos se dirigieron hacia su hermana quien la miraba con asco.

— Cada vez que te veo luces peor, Isabella—comentó la menor. Los colmillos de Bella se pudieron ver, un patético gruñido saliendo de su garganta—, dime, ¿a qué se debe este espectáculo?

Bella observó a cada uno de los presentes, pudo ver del lado de su hermana a los vampiros que había considerado como su familia no hacía mucho tiempo atrás. El asco hacia ellos aumentó.

— Me parece gracioso que pensaras que te ibas a librar de mí cuando todo lo que has hecho es arrebatarme lo último que tenía y me hacía feliz.

La carcajada de la pelinegra hizo eco.

— ¿Oh? ¿Dices que te arrebaté todo lo que te hacía feliz?—preguntó sarcástica—. No puede ser, ¿a ti también te odia tu madre porque tu hermana le contó un montón de mentiras sobre ti y como estúpida lo creyó?

— No inventes cosas, Xanthe—la mayor rodó los ojos.

El cobrizo explotó en aquel momento en defensa de la pelinegra.

— No está inventando nada—aseguró Edward—. Bella, no tienes el control completo de tu escudo. No te diste cuenta el día que apareció Xanthe que lo habías bajado y pude ver todos y cada uno de tus pensamientos. Bella Swan, ni siquiera me hubiera empeñado en mantenerte a mi lado si me hubiera enterado antes de la clase de monstruo que eres.

Aquello cayó como un balde de agua fría sobre el cuerpo de Bella, sus ojos se opacaron y miraron a su hermana con el mayor de los odios.

Isabella Swan al fin estaba mostrando cómo era y Xanthe había conseguido que aquello sucediera delante de personas que la querían profundamente.

Xanthe supo que aquel era el momento de continuar hablando.

— ¿Qué estabas diciendo antes sobre arrebatarte la felicidad? ¿No fuiste tú quien abandonó a su hija justo después de haber estado tan preocupada porque los Volturi la dejaran con vida? ¿Cómo es posible que abandones a lo que clamabas más querer? ¡Incluso aceptaste dar tu vida por ella! O no, espera, creo que tengo algo mejor... Isabella, tu nunca quisiste a tu hija. Conseguiste la inmortalidad y te fuiste dejando a una niña que necesita a su madre sola, ni siquiera te despediste de ella—acusó—. Bella, mi no tan querida hermana mayor, a mi jamás en la vida se me ocurriría abandonar a Aithne ni por todo el dinero del mundo, ni siquiera cuando el padre de la niña es el idiota que tengo al lado.

Edward hizo una mueca con sus labios, Xanthe giró su cabeza hacia él.

» Diría que lo digo sin ofender, pero la verdad me importa muy poco si te ofendes, Eddie.

Emmett tuvo que aguantar la risa en una situación tan seria, Xanthe tenía los comentarios más directos.

— No eres nadie como para acusarme de querer o no a mi hija.

— Oh, pero si no es una acusación, Bella, lo estoy confirmando.

El cobrizo se movió de izquierda a derecha para colocarse junto al lobo, pasando por detrás de Xanthe y susurrándole algo casi inaudible en el oído.

— Oye, Isabella, ¿no te gusta dialogar?—preguntó Xanthe—. A mi sí, hablemos de cómo exageras las cosas. Me han dicho que te volviste loca luego de enterarte que tu esposo tuvo una niña con tu hermana; ¿sabes que eso es bastante irracional? Me refiero, él te dejó por lo que en ese entonces no erais pareja, lo que equivale a que tu berrinche es una estupidez al igual que tu persona—terminó por decir con una enorme sonrisa en el rostro—. Ah, por cierto, mi amigo Embry me contó que te caíste de boca en el bosque, ¿cuántas hormigas te comiste?

La pelinegra elevó la vista y pudo observar como el cuerpo de su hermana temblaba en cólera, sus puños cada vez más pálidos por la fuerza que aplicaba y sus colmillos destacando en su boca. Edward fingió toser y Xanthe se adelantó varios pasos para poder defenderse del ataque de Isabella sin involucrar a nadie en la pelea.

— ¡Estoy harta de ti!—chilló Bella.

La pelinegra reía mientras era jaloneada del cabello por la contraria.

— Vaya, ¿cómo sabes que me gusta que me tiren del pelo? Aunque lamento decepcionarte, pero lo que tratas de hacer se llama incesto.

Aquella pregunta había descolocado a la mayor, Xanthe aprovechó para girar su cuerpo y levantar el cuerpo de Isabella antes de lanzarla contra un árbol. El gruñido que soltó la manada Uley llegó hasta sus oídos, Xanthe giró su cabeza hacia el doctor Cullen y recibió un asentimiento positivo por parte de éste.

Estarían bien.

Xanthe quería creer eso.

DESIRES; edward cullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora