Cap. 37-De Regreso al JuegoSegunda Parte

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Anochecer en el Valle, Mitzahaven abandona los restos de su sala privada con el ánimo de quien sobrevive a un huracán, he tenido que cambiar sus motivos pero va por el objetivo correcto.

No volveremos a hablar hasta el final.

-No termina nunca-va quejándose, con la garra pegada a la pared para dejar surcos profundos-no termina, ¿Qué soy entonces?

La costumbre hace que dirija sus pasos a la cocina y una partecita desocupada de su conciencia se pregunta porque su Ama no le ha convocado exigiendo su cena, aunque no le ha exigido nada en varios días, justo entonces escucha su voz.

-¡Ay!, ¿pero cómo eres tan torpe?

-Quisiera poder emborracharme-rezonga.

Se suponía que iba a escapar de la historia y no tendría que enfrentar las consecuencias de sus actos, pero seguía allí; entro a la cocina y el olor a quemado le asalto, Ailur trataba de arrancar algo indefinible de una sartén pero dio un gritillo al verle y se aparto hasta el fondo de la estancia.

-¡Mitzah!-no agrego nada más.

-¿Estaba...cocinando?

-Tal vez...

-Disculpe mi demora, estaba distraído, pero debió llamarme, Ama, no necesita ocuparse de tales menesteres.

-Has hecho todo por mi desde siempre-dijo, apretándose la falda-pensé que podría...no me hacia dado cuenta de lo inútil y dependiente que soy.

Mitzah ladeo la cabeza y le clavo una mirada incrédula, la noción de que todos eran monigotes en manos de la Autora le facilito distanciarse, ¿pero si también se equivoco en eso?, entonces tenía entre manos un desastre mayor al que podía imaginar.

Recogió la sartén y se puso a lavarla, Ailur se quedo allí, mirándose los pies como una niña a la que hubieran pillado robando galletas, ¿Qué iba a hacer con ella?, ¿y qué iba a hacer con él?, su vieja táctica de desbaratarle el autoestima y mantenerla temerosa de los humanos se caía a pedazos entre sus descuidos y el influjo de Nicolay.

-Oh por todos los...-sus dedos se afilaron sin querer.

-¿Ocurre algo?

No respondió, miro las tres líneas horizontales que atravesaban la sartén y la tiro a la basura, luego tomo una silla y se sentó frente a Ailur.

-Ama, he decidido perdonarle-Ailur ahogo una exclamación-con una condición.

-¡Si, si, lo que quieras!

-Yo diré cuando se termina el juego-dijo-con todo respeto, Ama, no ha pasado tanto desde aquel feo asunto y uno jamás debería fiarse al completo de los humanos.

-Lo sé.

-Por otro lado-adoptó una actitud despreocupada-es sencillamente impensable hacer algo tan drástico ahora, por Bria, ¿no lo cree?, ya veremos que se hace después.

-Tienes razón-sonrió, infinitamente aliviada.

-Bien, por favor retírese las mangas.

-¿Eh?

-Son inapropiadas para cocinas, dóblelas y déjelas por ahí.

-¡Ah, sí!-lo hizo.

-¿Qué intentaba hacer hace un rato?

-Carne con champiñones.

-Comencemos por algo más simple, ¿le parece?

Sin dejar la silla le oriento lo necesario para que preparase té y una tortilla, no era el tipo de comida refinada al que le tenía acostumbrada pero al menos lo había hecho ella misma y eso le puso contenta.

La Leyenda de AilurOnde histórias criam vida. Descubra agora