Cap. 31-El Espejo de la Dama

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Bria examino su aspecto ante el espejo una última vez antes de salir, las aventuras no eran lo suyo, la última empresa arriesgada que abordo fue cuando abandono cuanto conocía para buscar la felicidad, siendo una decrepita anciana, pero la Dama era joven, fuerte, perfecta, asique el conjunto ligero que eligió debía ser suficiente para lo que fuese a afrontar.

Al llegar a la cabaña del Ladrón se encontró con Yuoko jugando con aquella bola atada a un poste, habiendo tenido la oportunidad de conocer a la dulce jovencita bajo la Bestia le dolía especialmente su condición.

-Buen día, tesoro-saludo-vine a ver a Nicolay, ¿está en casa?

-Esta-dijo, golpeando la bola-no quiere salir.

-¿No quiere?

-Esta raro.

-¿Acaso enfermo?-Yuoko se alzo de hombros.

Consternada, fue y golpeo la puerta, al rato se entreabrió y se asomo Nicolay, definitivamente tenia mal aspecto, estaba algo pálido, desaliñado, pero Bria había conocido a suficientes hombres para saber distinguir entre un malestar físico y uno producto de grandes tribulaciones.

-Oh, querido...

-No me digas-interrumpió-quieres ir por tu reliquia.

-En efecto-Nicolay resoplo-bueno, tampoco me emociona pero solo quedo yo.

-Espera-la miro-¿Cómo que solo quedas tu?

-Perdiz y Relian ya tienen las suyas.

-¿Sin mi ayuda?-parecía contrariado.

-No diría que les fue fácil-dijo, pensando en la pierna de Triguen y la sangre sobre Relian-claro que, si no estás de ánimo...

-No, dame un momento.

Lo siguió adentro y mientras Nicolay se lavaba la cara y recogía sus cosas se fijo en el lugar, al menos estaba limpio, ordenado, pero reparo en una pila de pergamino en la mesa y no pudo evitar recordar que Merhs solía escribirlo todo, en la intimidad le había confesado que aquello le ayudaba a sobrevivir.

-Estoy listo.

-¿Seguro?-tanteo.

-Sí, acabemos de una vez.

De modo que fueron al Castillo, se detuvieron ante las inmensas puertas y Nicolay paseo la mirada por los muros, meditando cual sería la mejor ventana para entrar.

-¿Qué tan bueno eres tremando?-estaba solo-¿Bria?

-Estoy aquí-apareció de la nada frente a él.

-¡Dioses!

-No me notan si no quiero, ¿recuerdas?-le ofreció su mano-ahora, tómala y no hagas ruido.

Entraron por la puerta principal y comenzaron a recorrer los distintos y múltiples corredores, parando de tanto en tanto para mirar las diversas salas, a Nicolay le asombro sobremanera la cantidad de riquezas y trastes varios acumulados en el Castillo, era un tesoro amasado durante mil años sin ningún verdadero propósito; Bria se detuvo de pronto y le indico con un ademan que hiciera silencio, allí venia Mitzah, hablando consigo mismo.

-¿Desde cuándo tengo estas lagunas de memoria?, tal vez no es eso...tal vez ni siquiera existo cuando no...el día anterior duro meses, no, eso no tiene sentido...

Les paso de largo sin interrumpir su monologo, Nicolay se pregunto de que iba ahora pero se censuro de inmediato, ¿a él que rayos le importaba?, no quería saber nada más.

Continuaron y al rato, tras subir dos escaleras y doblar tantas esquinas que Bria temió estar dando vueltas en círculos, encontraron la Sala de los Espejos, nombre puesto con toda la intención pues se trataba de una amplia recamara llena de espejos de todas formas y tamaños, la luz que entraba por unas ventanas altas y chocaba contra las superficies y los marcos enjoyados contribuía a incrementar la confusión del espectador.

La Leyenda de AilurWhere stories live. Discover now