27. Habitación

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Se encontraban en una reunión de emergencia para hablar de la situación de Marinette. Desde su ruptura con Luka todos se habían dado cuenta de que su ánimo no era el mismo, pero eso no era lo peor. Últimamente había adquirido la tendencia de encerrarse en su habitación cada sábado, alegando no tener ánimo de salir con nadie. Incluso sus padres se habían preocupado de eso, teniendo finalmente que llamar a Alya para pedirle ayuda.

Adrien sabía que el encierro de Marinette no tenía nada que ver con Luka, sino con su empeño en ser una buena guardiana. Lo sabía porque Plagg se escapaba ese día para ir a una reunión con ella, aunque el chico no tenía mucha idea de lo que hacían pues a él no lo invitaban.

Alya y Nino, sin embargo, se encontraban preocupados por la situación. Pero Adrien no podía contarles nada, significaría desvelar el secreto de su amada.

–Tenemos que hablar con ella, Marinette no puede seguir así –Insistió Alya –Su madre también está preocupada.

–¿Y si estamos sacando conclusiones precipitadas?– Preguntó Adrien tratando de hacer entrar en razón a sus amigos –Quizá simplemente se encuentre en un proceso creativo.

–No lo creo, se quedó mal después de romper con Luka– Comentó Nino con una mirada triste.

–Y me lo habría contado, soy su mejor amiga– Respondió Alya a Adrien– Además, ¿qué proceso creativo le ocupa todos los sábados?

–Está claro que se pasa el tiempo llorando. Tenemos que ir a verla.

–¡Eres un genio, Nino!– Exclamó Alya –Si ella no sale de su habitación, nosotros entraremos.

Adrien quiso intervenir para negarse, pero sus amigos ya habían comenzado a andar hacia la panadería de Marinette. Sin tener otra cosa que hacer los siguió a paso rápido.

Sabine les confirmó lo que previamente había dicho a Alya por teléfono y acto seguido los dejó entrar a la casa, esperando que ellos tres pudieran volver a animar a su hija.

Adrien se ocupó de hacer mucho ruido mientras subían las escaleras para que Marinette fuera alertada de su visita, pero se encontró con que no hizo falta, la trampilla de la habitación estaba atascada.

–¿Marinette? ¡Estamos aquí! Ábrenos– Gritó Alya pegando golpes a la puerta por si sus palabras solas no valían.

–¿Qué?– Escucharon a la chica gritar desde dentro –¿Pero qué hacéis aquí?

–¡Marinette, solo estamos preocupados!– Insistió Nino –También está aquí Adrien... Saluda, tío.

–Hola, Marinette– Obedeció el rubio ante la mirada amenazante de Alya.

–Oh, mierda... ¡Dadme un segundo!

Escucharon un gran ajetreo en la habitación hasta que por fin el ruido cesó y Marinette les abrió. Alya inspeccionó que su amiga no hubiera estado llorando mientras que Nino y Adrien echaron un vistazo a la habitación, donde parecía estar preparando una fiesta. Había un enorme mantel en el suelo con platos repletos de comida, así como globos luminosos en las paredes.

–¿Estabas preparando una fiesta, Marinette?– Preguntó Nino con curiosidad.

–¡Para vosotros! Es que esperaba daros una sorpresa pero habéis interrumpido.

Al girar su vista Adrien vio una cabeza verde de ojos amarillos asomar de uno de los cajones, aunque de inmediato desapareció. Rezó para que nadie más lo hubiera visto.

–¡Qué guay!– Exclamó Nino, siendo el único que se había creído la mentira, yendo a sentarse en el suelo para tomar un trozo de chocolate –¡Qué tontos hemos sido! Pensábamos que estarías llorando desconsolada.

–¿De verdad creíais eso?– Preguntó con horror. Acto seguido miró a Adrien, que simplemente se encogió de hombros –Perdonad, no quería preocuparos tanto...

–Es que tu madre nos dijo que apenas salías de tu habitación –Alya la abrazó con cariño –¡Pero ya sabemos que solo nos preparabas una fiesta! ¿Va a venir alguien más?

–No, creo que nadie más...– Sonrió con nerviosismo.

–¿Os importa dejarme un momento a solas con Marinette? –Pidió Adrien con aspecto serio –Me gustaría que habláramos.

–Claro... No pasa nada– Dijo Alya mirándolos con confusión –Vamos Nino, os esperamos abajo.

Una vez que la pareja se fue Adrien apartó a Marinette de la trampilla y se le acercó al oído para evitar que los escucharan en caso de que Alya se hubiera quedado espiando.

–¡Las reuniones son fiestas, me habéis mentido!– Se quejó.

Plagg salió en ese momento de su chaqueta, así como Tikki de debajo del sofá. El resto de kwamis también salieron entonces, notando que había vía libre para ellos. Se colocaron a un lado de la pareja, en silencio.

–No seas exagerado, son reuniones con algo de comida... –Susurró Marinette a su vez –¿Por qué has dejado que vinieran? ¡Hoy íbamos a ver una película!

–¡Perdón por interrumpir la fiesta a la que no he sido invitado!– Dijo en un tono de voz un poco más alto, ofendido.

–¡No era una fiesta!

–¡Has colocado globos en el techo!

–¡A los kwamis les gustan los globos!– Se excusó, cruzándose de brazos –Mira, lo siento, no me acostumbro a saber tu identidad y no pensé que quisieras venir. ¡Y ni te creas que te voy a perdonar que hayas hecho creer a todos que me paso los sábados llorando!

–Ha sido Alya, yo intentaba ayudarte. ¿Pero qué querías que hiciera? Ni yo sabía de tus fiestas secretas.

–¡No son fiestas!

–Como las quieras llamar. El punto es el siguiente, si quieres que te cubra quiero ser invitado a estas "reuniones". ¿Soy tu segundo al mando, verdad?– Esperó a que Marinette asintiera– ¿Y tu futuro novio? ¿El chico irrestible al que quieres? –En esa ocasión la chica puso los ojos en blanco –Pues entonces quiero estar dentro de estas reuniones clandestinas en tu habitación. ¡Soy tu compañero, no me excluyas cuando se trata de cuidar a los kwamis!

Vio la duda en su rostro por unos segundos hasta que finalmente suspiró con resignación.

–De acuerdo... No pretendía que te enfadaras, lo siento– Le dio un beso en la mejilla.

La expresión de Adrien se relajó un poco, pero se negó a dejarla vencer.

–¿Crees que un beso en la mejilla va a conseguir que te perdone? ¿En la mejilla?

–Vas listo si esperas otro, gatito –Refunfuñó antes de girarse a los kwamis –Lo siento pero tendremos que dejar la fiesta para otro día.

Al ver la expresión triste de los pequeños seres Adrien pensó en algo. Un plan que no podía fallar si quería demostrar a Marinette que merecía estar ahí el resto de sábados.

–¡Tengo una idea!– Exclamó feliz.

Ella lo miró con una ceja arqueada, fiándose bien poco.

A los diez minutos se mostró satisfecha, sin embargo. Obligar a Nino y a Alya a ponerse una venda en los ojos retándolos a ver quién comía más estando a ciegas fue más efectivo de lo que parecía. Al menos permitió que los kwamis revolotearan por la habitación para disfrutar de la comida y continuar su fiesta aunque fuera en silencio. 

Reto 30 Días - Miraculous LadybugWhere stories live. Discover now