21. Copas

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Era increíble que con su patosidad todavía no hubiera tirado ni una sola bandeja, pero desde luego no podía quejarse.

Normalmente no solía ayudar en eventos importantes por obvias razones, pero en esa ocasión sus padres la habían necesitado al ponerse enfermo uno de los camareros que siempre trabajaban con ellos. Ante esa petición Marinette no había podido decir que no, y tampoco es como si hubiera querido. ¡Era una cena de gala con los mayores diseñadores de moda del mundo! Haría y serviría lo que fuera por estar ahí, aunque solo pudiera observarlos de lejos.

Había visto en una de las mesas a Adrien con su padre, aunque no se había atrevido a saludarlo por vergüenza. Además, estaba claro que Adrien también la había visto y tampoco se había acercado a saludarla a ella, quizá por no querer dar mala imagen acercándose a una simple camarera.

–Marinette, sirve estas copas a la mesa cinco, por favor– Pidió Marlene, otra empleada, tendiéndole una bandeja de peligrosas copas de cristal. La mayoría parecían contener vino, aunque había una llena de coca cola.

–¿No son demasiadas copas?– Balbuceó con nerviosismo.

Sintió el peso del cristal cuando por fin tuvo la bandeja en sus manos.

–Hasta ahora no has tirado nada– Alentó Marlene –Por favor, a la mesa cinco. Aún tenemos que servir los canapés.

Marinette asintió, no queriendo ralentizar más el trabajo. Tragó hondo cuando se dio cuenta de que la mesa cinco era la de Adrien y Gabriel Agreste, aunque no podía negarse a llevar aquellas bebidas.

–¿Alguien ha pedido v-vino?– Dijo con un ligero temblor en la voz cuando por fin estuvo en la mesa indicada. Evitó mirar a Adrien para no ponerse más nerviosa.

Todos los invitados pararon sus conversaciones de repente para pasar a mirarla. Sin esperar ninguna respuesta afirmativa comenzó a servir las copas, dejando la de Adrien, que suponía era la coca cola, para el final. Cuando estuvo frente a él este sonrió, alegre de verla.

–Hola, Marinette, gracias– Respondió –¿Quieres sentarte a tomar algo con nosotros? Justo les estaba hablando de tu...

En otra ocasión Marinette hubiera aceptado sin dudarlo. ¿Quién en su sano juicio rechazaría tomar una copa con Adrien y líderes mundiales del mundo de la moda? En ese momento, sin embargo, respondió con lo primero que se le vino a la mente.

–Yo a ti no te conozco– Sentenció antes de dejarle la coca cola en la mesa y retirarse con rapidez.

¿Pero qué le pasaba a Adrien? ¿Cómo se le ocurría ponerle en semejante compromiso? ¿No tenía una imagen que dar con esas personas?

–Perdonad un momento.... ¿Marinette?– Adrien se levantó con rapidez para seguirla.

La chica no paró de andar hasta que se sintió segura tras una columna lo suficientemente grande como para que nadie la viera.

–¿Pero qué te pasa?– Preguntó girándose hacia Adrien.

–¿Es que estás enfadada conmigo? ¿He hecho algo mal?– Preguntó con culpabilidad –Si es porque no te he saludado, perdona, es que he visto que estabas trabajando y no quería molestarte. Lo siento de verdad.

–¿Eh...? No estoy enfadada contigo. Pensaba que querías mantener tu imagen, por eso he dicho...

–Espera, ¿piensas que me avergüenzo de ser tu amigo?– Preguntó con molestia –Marinette, no podría importarme menos lo que piensen estas personas de mí. Ni siquiera me gustan estos eventos. Si he venido es porque quería enseñarles a todos el bombín que diseñaste para mí, pensaba darte una sorpresa cuando te consiguiera el contacto de estos diseñadores. Sé que lo tuyo es el mundo de la moda, yo solo...

La chica se mordió el labio para evitar ponerse a gritar de los nervios. Debería haber confiado más en Adrien. Aunque aquello no se lo hubiera esperado nunca. Sin duda el chico se preocupada mucho por sus amistades. Recordó entonces que había fingido no conocerlo, por lo que seguramente acababa de arruinarlo todo.

–Oh, Adrien, lo siento... No podía esperarme esto. Es... es...– Se quedó sin palabras para definirlo.

–Tranquila. Pero no vuelvas a pensar eso de mí. Eres muy importante para mí, nunca te negaría.

–Lo siento– Volvió a repetir.

–Ven conmigo, todavía podemos solucionarlo.

Sin que se lo esperara Adrien tomó su mano y la dirigió de vuelta a la mesa, donde los invitados volvieron a mirarlos con curiosidad.

–Les pido disculpas, ha habido un malentendido– Comenzó a decir Marinette –Conozco muy bien a Adrien, Demasiado bien, mejor de lo que él piensa.– Bromeó, aunque rápidamente volvió a ponerse seria –Quiero decir, he participado en varios concursos escolares. En uno solo, en realidad. Pero gané– Remarcó.

Adrien le dedicó una sonrisa amable para darle algo de ánimo.

–Siempre lo he dicho, la señorita Dupain-Cheng tiene mucho talento– Asintió Gabriel Agreste, sorprendiéndola –Incluso Audrey Bourgeois quiso llevársela a Nueva York.

–Oh, la señora Bourgeois no destaca por su amabilidad– Dijo una señora de pelo blanco y abrigo de Armani. Marinette la reconoció como la gran diseñadora Alexandra Facinelli, una de sus ídolas –Te doy mi enhorabuena.

–Me suena tu apellido. También has diseñado la nueva portada de Jagged Stone, ¿verdad?– Preguntó otro cuyo nombre a Marinette se le había olvidado –Debo declararme fan tuyo, chica. Sabes combinar bien los colores.

–No solo la portada, Marinette también diseñó sus famosas gafas– Señaló Adrien.

–G-gracias, y-yo tamb-bién soy fan vuestra.

Sin que Marinette se diera cuenta Adrien la movió hasta colocarla en la silla que había dejado libre. Entonces él tomó la bandeja y se marchó de allí para ayudar lo que pudiera en la cocina. No le importaba para nada cambiar los trabajos, estaba seguro de que se divertiría muchísimo más con el padre de Marinette que con toda esa gente.

Reto 30 Días - Miraculous LadybugWhere stories live. Discover now