6. Jugosa

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La primera vez que había intentado hacer magdalenas con frutas le habían salido tan desastrosamente mal que ni sus padres habían podido disimular el asco al probarlas. Por eso la chica se había puesto concienzudamente en la tarea. ¡Haría las magdalenas más jugosas que nadie hubiera probado nunca!

¿La razón por la que estaba tan empeñada en ello? Fácil, había escuchado por casualidad que eran las favoritas de Adrien y que llevaba mucho sin comerlas, así que se había decidido a prepararlas para él.

Los siguientes intentos tampoco salieron del todo bien, pero como la práctica hace al maestro, su quinta tanda de magdalenas quedó deliciosa. Incluso Tikki la felicitó y pidió llevar unas cuantas al mundo kwami, a lo que Marinette respondió encantada.

Colocó las magdalenas restantes en una cesta y las envolvió con un plástico transparente unido a un lazo rojo y una carta de amor. ¿Por qué no intentarlo así? Estaba claro que no era capaz de confesar sus sentimientos en voz alta, pero podía hacerlo mediante una carta. Esta vez sin olvidar la firma.

Se la daría al día siguiente en cuanto lo viera y se aseguraría de que leyera la carta en privado. Tampoco quería presionarlo, así que simplemente mandaría a Tikki a vigilar su reacción para ver si era positiva o negativa. ¡Era un plan infalible!

Mientras perfeccionaba el plan para que no hubiera ningún cabo suelto escuchó un ruido extraño en su terraza, por lo que dejó lo que hacía y fue a mirar. No se sorprendió al ver que allí estaba Cat, que solía visitarla en los momentos en que necesitaba una amiga para charlar. Marinette siempre se había mostrado dispuesta a escucharlo, y ese momento no fue la excepción, así que se acercó con cuidado y colocó su mano en el hombro del gato.

-Hola, Cat- Saludó con amabilidad.

-Marinette- Respondió de vuelta -¿Te molesta si me quedo aquí un rato?

La chica negó con la cabeza.

-Siempre eres bienvenido en mi azotea, ya lo sabes- Sonrió -¿Has vuelto a tener problemas en casa?

Por lo poco que Cat había contado de su familia Marinette sabía que era un poco desestructurada y que el chico no se llevaba nada bien con su padre. Con el pasar del tiempo esa situación incluso había empeorado, y ella se había quedado sin consejos que ofrecer. No sabía por lo que él estaba pasando.

-Estoy cansado de su control- Suspiró -Quiero poder ser yo mismo por una vez, divertirme como un chico normal, pero nunca puedo hacerlo.

-Lo siento tanto, Cat, ojalá pudiera ayudarte de alguna forma.

-Lo haces ofreciéndome tu compañía- Se bajó de la baranda y sonrió -Tú, Ladybug y mi kwami, Plagg, posiblemente sois las únicas personas con las que puedo ser yo mismo. Pero Ladybug no siempre está disponible y mi kwami... bueno, no es muy amable que digamos.

-Así que... soy tu última opción en cuanto a compañía- Bromeó dándole un ligero golpe en el hombro para tentarlo -Me voy a sentir ofendida.

-Para nada, princesa. Ni aunque Ladybug estuviera disponible la preferiría antes que a ti. Es una amargada.

-¡Oye!- Se quejó Marinette. Rápidamente cambió la expresión de su rostro para disimular -Seguro que no es para tanto.

Cat comenzó a reír.

-De todas formas no la cambiaría por nada, es mi compañera y no podría tener una mejor, aunque sea un poco gruñona.

Marinette se sintió tentada de decirle que la culpa era suya por pretender hacerse el gracioso con chistes malos, pero decidió dejarlo pasar. Ya se vengaría más adelante cuando planeara algo. Por ahora Cat necesitaba distraerse, y si criticar a Ladybug le servía... Pues tendría que permitírselo.

-¿Qué hacías cuando he venido?

-Pues estaba... organizando un plan para darle un regalo a un amigo- Confesó, enrojeciendo hasta los topes.

-¿De verdad? ¿Es el cumpleaños de alguien?- Preguntó algo tenso por no haberlo recordado.

-Para nada. Solo... era un regalo para el chico que me gusta. Le había preparado unas magdalenas y pensaba darle una carta, aunque es algo patético.

Cat se sintió aliviado de que no fuera el cumpleaños de nadie, aunque se volvió a tensar al escuchar lo último. Estaba claro que se trataba de Luka, pero escucharlo directamente de sus labios era otra cosa.

-No es nada patético, princesa- Le sujetó el rostro para acariciarle la mejilla -Ese chico tiene mucha suerte de tenerte. Seguro que tus magdalenas están deliciosas.

-¿Quieres probar una?- Preguntó ilusionada -He estado toda la tarde intentando que salgan bien... Y a la quinta tanda lo he conseguido.

Sin esperar una respuesta bajó nuevamente a su habitación a por una magdalena de la cesta, aunque se detuvo un momento antes de desenvolver el plástico. Le había quedado un envoltorio precioso con un corazón rojo en lo alto en el que además colgaba la carta de amor. Se puso entonces a pensar en todas las veces que Cat había estado para ella, ya fuera como Marinette o como Ladybug, apoyándola en todo e impidiendo que se derrumbara.

Sin pensarlo dos veces quitó la tarjeta y la guardó en un cajón por si acaso quería usarla más adelante. Entonces tomó la cesta y subió a la azotea con ella todavía envuelta.

-Toma, son para ti.

-¿Ehh...?

-No pienses mal, el chico no eres tú- Aclaró antes de que su mente divagara -Pero quiero regalártelas a ti. Estoy segura de que él preferiría que las comiera alguien al que le puedan animar de verdad. Y en cuanto a mi declaración... Ya pensaré otra cosa- Se encogió de hombros. Había intentado declararse tantas veces y todo había salido tan mal que quizá la clave estaba en no esforzarse tanto. Alya se lo había dicho una vez, el problema era que hacía demasiados planes.

-No puedo aceptarlas, Marinette, se las había preparado a tu novio y...

-No es mi novio- Aclaró con rapidez -Y aunque así fuera, he decidido que te las quiero dar a ti. Siempre has sido mi amigo, Cat, y salvas París todos los días sin pedir nada a cambio, es lo mínimo que mereces.

Sin que la muchacha lo esperara Cat le quitó la cesta de las manos para posarla encima de una mesa y la envolvió en un abrazo. Ella sonrió antes de acurrucar la cabeza en su hombro y aspirar su aroma, que como siempre era una mezcla de queso y cuero.

-Muchas gracias, Marinette. Por eso eres la mejor princesa del mundo- Rio.

La chica rodó los ojos.

-¿Por qué no las pruebas?- Instó.

Cat Noir de inmediato desenvolvió el plástico, aunque tuvo cuidado de no destrozar el corazón ni arrugarlo demasiado. Tomó entonces una de las magdalenas y la mordió, relamiéndose los labios en el proceso.

-¡Qué jugosa y crujiente!- Exclamó -¡Y con frutas, mis favoritas! Hacía tanto que no las probaba...- Suspiró con felicidad mientras daba otro mordisco.

Marinette sonrió, orgullosa de su experimento.

-También son para Plagg -Advirtió temiendo que Cat se comportara como un egoísta y no le ofreciera nada a su kwami, aunque no pensaba que él fuera así.

-Dicho y hecho, princesa. Si me disculpas, debería irme ya. Pero no voy a olvidar esto, te lo prometo- Dijo antes de tomar su mano y darle un beso en los nudillos igual que hacía siempre con Ladybug.

Marinette sonrió sin poder evitarlo. Y mientras observaba como Cat se marchaba con la cesta de las magdalenas, no pudo evitar rozar con sus dedos la zona la mano que él había besado.

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1200 palabras, estaba temiendo que también me pasara de extensión con este y me viera obligada a improvisar como me pasó con el de la abeja xD Pero no, entra en el tope de 1500 así que respiro tranquila.

Otra palabra difícil superada, el siguiente capítulo: Utilidad.

Reto 30 Días - Miraculous LadybugWhere stories live. Discover now