•|A tu lado|•

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Iniciaba el mes con una gran ventisca, dando paso al hermoso otoño. Acurrucada en su mullido colchón suspiró tranquilamente, abriendo los ojos con lentitud observando la ventana.

Sacando sus manos se estiró, tomando el celular de la mesita de noche miró la hora y se levantó con pereza, colocándose sus sandalias. Dirigiéndose al baño comenzó a desvestirse.

El agua de la regadera comenzó a fluir, entrando comenzó su rutina diaria, solo que esta vez se sentía extraña.

—Hinata me tengo que ir, lamento no poder llevarte a tu trabajo —se disculpo mientras la veía salir con la bata de baño—. Mi padre quiere que esté en la empresa para iniciar la junta.

—No te preocupes cariño, yo me voy en taxi no pasa nada —sonriendo se acercó a él para acomodarle la corbata azul marino que le obsequio en su cumpleaños—. Nos vemos para la cena, prepararé sopa de tomate, tu favorita.

—Nos vemos en la cena —agarrando sus manos las beso y con ternura dió uno más en su frente—. Ve con cuidado, me llamas cuando ya estés en tu trabajo, de acuerdo.

—Si, ve con cuidado —su corazón dió una punzada, jamás le había pasado algo así, era raro.

El de cabello azabache se alejó escuchando la puerta cerrarse indicó que se había ido. Comenzó a cambiarse; terminando se fue a la cocina donde se sentó a tomar una taza de café y una tostada, pero no dejaba de sentirse rara.

Ella pertenecía a ese uno porciento de personas que no creen en predicciones o en los presentimientos, pero está vez sentía como si algo fuera a pasar, debía estar loca—. Debo estar muy estresada —murmuró para si, al terminar su café se lavó los dientes, tomó sus cosas y se marchó.

• • • •

Había pasado ya una semana y no dejaba de sentirse rara, quería comentárselo a su esposo pero tenía miedo de preocuparlo.

—¿Estás bien Hinata? —preguntó sin más, la había estado notando extraña, le preguntaba por su día y ella simplemente no respondía se quedaba sumergida en su mente como en este momento—. Hina, cariño te estoy preguntando algo. Podrías hacerme caso.

—¡Ah! Lo s-siento Sasuke-kun, he estado un poco distraída perdóname.

—En que tanto piensas, que te ocurre —la miró con ternura indicando que él estaba con ella.

—Últimamente he sentido que algo malo va a pasar, no sé, ni yo misma me entiendo —dijo cabizbaja no quería preocuparlo por tonterías, se levantó de la mesa y se fue a su habitación donde se acostó.

Sintió la cama hundirse y unos brazos rodearla, era él—. No te martirices, no pasará nada. Y si algo llegase a pasar yo estaré ahí para ti Hina.

—Gracias Sasuke-kun —se volteó para estar frente a él, besándole la mejilla—. Te amo.

Ese día logró dormir tranquila, él siempre lograba tranquilizarla, lo amaba tanto que no soportaría si algo malo le pasará.

La mañana del viernes llegó y con ello un buen presentimiento, se lavó la cara para quitar rastros de sueño de su rostro; el olor a café llegó a sus fosas nasales dirigiéndose a la cocina, lo vio servir en dos tazas el líquido recién hecho.

—Buenos días cariño —lo abrazó por la espalda e inhaló su loción que tanto la hacía sonrojar.

—Buenos días, vamos a desayunar —le sonrió y ambos tomaron asiento, esta vez ella se veía diferente; prefería verla así que de la otra forma—. Me alegra que está ves estés con buen ánimo.

•Sasuhina•Where stories live. Discover now