•|The last|•

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-¡Sakura-chan! -se lanzó sin dudarlo para poder atrapar a la pelirosa, sujetándola de la mano, cayendo ambos sobre otra ave de tinta.

Todos aterrizaron en un extraño castillo ocultándose de los disparos de energía de las marionetas. Con gran velocidad corrían por el gran pasillo, Shikamaru ordeno buscar el chakra de ambas Hyuga. Dividiéndose en dos grupos tomaron caminos distintos.

Mientras tanto en un lugar más alejado del alboroto, se hallaban dos siluetas con atuendos oscuros caminando a un centro ceremonial el cual era iluminado por una luz turquesa. Se inclino a la mujer ofreciéndole un objeto circular, cuando abruptamente fue destrozada la puerta de aquel lugar y un gran grito lo hizo cerrar los ojos fastidiado.

-¡Hinata!

Como es que había llegado hasta ahí, simple no iba a permitir que le quitarán a la mujer que tardo tanto en darse cuenta que amaba y sobre aquel decreto divino de Hamura Otsutsuki.

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Corría a gran velocidad, saltando con agilidad en los troncos de los árboles, tenía que llegar rápido y averiguar que había pasado en aquel lugar, puesto que se dirigía a Konoha para entregar su informe.

Otra gran explosión se oyó a lo lejos y después todo quedo en un silencio de muerte, al llegar al lugar visualizo cuerpos destrozados así como a una persona mal herida. Agachándose a la altura de aquel hombre se sorprendió.

-Hyuga... -llamó el azabache siendo observado por un mal herido Hiashi, su boca gesticulaba débilmente lo ocurrido hace unos momentos, pero esa sola oración lo hizo enfurecer.

Con su Rinnegan hizo un portal para llegar a las puertas de la aldea escondida entre las hojas, sostuvo al patriarca Hyuga y entraron al portal.

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-¡Esto sabe delicioso! -gritaba eufórico el Uzumaki, mientras degustaba su tazón de ramen en compañía de sus compañeras Kunoichi- ¡Otro tazón de cerdo, por favor!

-Vaya que tienes hambre Naruto, pero por favor come más despacio te puedes... -sin terminar la frase vio como el rubio tosía-. ¡Agh olvídalo! -la rubia tomo sus palillos y siguió degustando su tazón.

Terminando de comer el ojiazul sintió un chakra muy familiar, por lo que se disculpo con sus amigas y salió corriendo en dirección contraría. Corría sobre los tejados con una gran sonrisa pero observó a una pelinegra sentada en un columpio y decidió bajar a saludarla.

-Hina-chan, que... -se tensó al ver a un hombre de cabello blanco sostenerla en sus brazos inconsciente, un mal presentimiento se instalo en su pecho- ¡¿Quién eres tú, deja a Hinata!? - corrió para quitarle a la chica pero grande fue su sorpresa cuando el hombre se desvaneció, subiendo a un techo cercano vio a un hombre correr con la princesa en brazos, sin dudarlo corría detrás de él siendo al mismo tiempo emboscado por más.

Luchaba con cada uno de ellos sin dejar de avanzar, golpeaba a todos logrando alcanzar al que tenía a su amiga, con un Rasen-Shuriken corto a la mitad a el último, atrapando en el acto a la pelinegra.

-¿Estás bien, Hina-chan? -preguntando el estado de la chica con delicadeza la bajo a lo que la fémina asintió que estaba bien, pero un mal presentimiento se instalo en su pecho-. Será mejor que nos vayamos.

Esa noche había alterado a los ninjas de Konoha así como a su Hokage, con el reporte y el herido que se encontraba en el hospital, suspiro cansado, llamo a su escuadro de Anbu y les informó que buscará a los ninjas ya que les tenía una misión de rescate.

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