Capítulo 13

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Una vida no examinada no vale la pena vivir —Sócrates.

FRANCESCA

La sala de visitas de la clínica en donde está Katya, la novia de Sebastián, es bastante agradable. Cuando llegamos lo primero que hicieron fue ofrecernos algo de beber, me pareció bastante elegante para una clínica. Sebastián rio entre dientes diciendo que era adorable, no es mi culpa haber estado técnicamente aislada de la civilización por años.

Insistí en que él entrase primero a hablar con ella, no sería oportuno que luego de no verse en mucho tiempo, él aparezca con una chica a la cual ella no conoce. Prefiero que tengan su reencuentro y luego le hable de mi. Estoy muy ansiosa por conocerla.

Sebastián me aseguró que ella tenía una personalidad parecida a la mía e incluso, antes de que ella enfermara acostumbraba a meterse en demasiados problemas por pelear verbalmente por las causas justas. Me habló de ella durante todo el camino, su entusiasmo por verla era evidente, realmente creo que está enamorado.

Me siento un poco apenada por el "casi beso" con Sebastián, pero como dije, el error fue de ambos y gracias al cielo no pasó a mayores. Al conocer mejor la historia puedo entender a Sebastián, la extrañaba y no la veía hace mucho tiempo, tenía tantos sentimientos guardados y tanto por querer expresar, que al aparecer yo, lógicamente confundió sus sentimientos ya que según él, me parezco a su novia.

Los minutos pasan y Sebastián no sale, me está empezando a preocupar. Quizá fue imprudente de mi parte querer venir, digo, ni siquiera sé que enfermedad tiene la chica.

—Francesca —la voz de Sebastián se hace presente—. Ven, vamos.

Me guía hasta un pasillo y caminamos por el hasta quedar frente a una puerta blanca, a su lado tiene el número de habitación y el nombre del paciente que en este caso es Katya, abre la puerta sin tocar y extiende su mano educadamente indicándome que pase primero.

Al entrar me encuentro a una chica realmente parecida a mi, es raro, pero se me hace algo cómico. La diferencia es que a pesar de no saber cual es su enfermedad, se nota a leguas que algo padece.

Su piel blanca está algo opaca y algunas venas sutiles se marcan en ella, tiene unas prominentes ojeras color púrpura bajo los ojos y los huesos en su cara se marcan siguiendo por su cuello dejando ver su clavícula. La chica está bastante delgada, aunque puedo notar que sus ojos verdes son aún mas verdes que los míos, están algo brillantes y puedo deducir que es porque ha llorado recientemente, aunque su rostro se ve relajado y feliz. Supongo que lloró de la emoción al ver a Sebastián, sus labios están un poco secos y partidos, carentes de algún color fuerte, pero, sin duda una de las razones por las cuales nos asemejamos es su largo cabello color chocolate. Si yo me quitara mis mechones color morado, sería fácil confundirnos de espaldas. Se nota que la chica es preciosa y de seguro antes de enfermar nos parecíamos aún más, ruego para que se mejore pronto.

Mi corazón se encoje al ver que lleva una aguja en la vena de su brazo. Sigo el camino de esta y me doy cuenta que es un suero. En mi, nace la necesidad de ayudarla, realmente quiero ayudar a esta chica sin siquiera conocerla.

—Hola, tú debes ser la jefa de Sebastián—me sonríe con amabilidad.

—Hola. Si, y tú debes ser la novia de la que no para de hablarme desde que me enteré de tu existencia.

—Debería ser la ex novia, pero se rehúsa a dejar de acosarme —bromea.

—Si quieres deshacerte de él, parpadea dos veces —le sigo la broma.

Ella lo hace. Sebastián niega con la cabeza y veo una sonrisa asomándose en sus labios.

—Sabía que se llevarían bien, son igual de estúpidas.

Ante los ojos de Roma | [Roma #1]Where stories live. Discover now