Capítulo 7

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Vas a hacer cosas tontas, pero hazlas con entusiasmo —Colette.

ALEC

En el momento en que ella me da la espalda y emprende su camino al edificio, tomo mi arma y la apunto.

—¡Maldición! —mascullo con impotencia.

Tengo tantas ganas de darle un tiro. Maldita granjera. ¿Cómo rayos me quitó mi arma?, ¿como supo hacer eso?, En mi vida jamás me habían humillado de esa manera.

Intento ponerme de pie, pero el dolor de mi entrepierna me suplica quedarme de rodillas unos segundos más. Bajo mi arma rindiéndome. ¿A quién engaño?, si le doy un tiro a esa chica, la muerte será el menor de mis castigos.

Lanzo el arma con violencia y esta cae unos cuantos metros lejos de mi. Ya no hay rastro de Carla, pero si de su rodilla en mis pelotas, estoy seguro que intentó matar a mi futura descendencia, de igual manera supongo que lo merezco. Cuando vi mis dedos marcados en su muñeca me descoloqué en demasía, juro que no era mi intención. Estoy tan acostumbrado a lidiar con hombres y usar la fuerza bruta, que no noté que la estaba lastimando, nada en su rostro me dio a entender que sentía dolor y nunca había discutido con una chica.

A lo lejos veo como Bruno corre en mi dirección.

—Llegué un poco tarde al parecer —dice con voz jadeante.

Inclina su cuerpo y posa las palmas en sus muslos recuperando el aire como si hubiese corrido una maratón.

—¿Tarde para qué? —pregunto confuso.

—Refuerzos —responde con simpleza.

Junto mi entrecejo con una expresión dudosa —¿de qué hablas?

—Los vi por las cámaras. Pensé que te metería un tiro entre las cejas, hermano, ¿que hiciste para enfurecerla tanto?

—¿Por qué asumes que fui yo el que hizo algo?

—Porque ayer también lo hiciste. Tienes algo en contra de ella desde que supiste de su existencia. Y porque fuiste tú quien la buscó después de que Florencia y Valentina hablaran contigo.

No me extraña para nada que Bruno sepa lo sucedido sin estar aquí. Si no está en una misión conmigo, está en el piso donde tiene la Bati-Bruno, desde ahí controla todas las cámaras visibles y las ocultas, las cuales solo él sabe donde están ubicadas y conociendo como es, lo más probable es que estuviese como un obseso observando los movimientos de Carla desde que abrió los ojos esta mañana.

—¿Viste lo que pasó con Valentina y Florencia? —pregunto.

—Si.

—¿Es cierto que les dio una bofetada? —me mira confundido.

—¿Bofetada?, no lo creo, hermano, solo hablaron, se veían molestas, las tres —aclara—. Pero nadie golpeo a alguien, bueno, sin contar tus pelotas, si quieres puedo enviarte las grabaciones con el audio.

—No hace falta, te creo —murmuro con molestia.

—¿Pasa algo?

—Quedé como un imbécil por defender a las chicas, ellas me mintieron, dijeron que Carla les pegó.

—Deja de decirle Carla, es irritante, su jodido nombre es Francesca y claramente te mintieron aunque no creo que fuese con la intención de que te humillaras.

—Lo sé —doy un suspiro de cansancio—. No es primera vez que mienten, pero no puedo decirles nada, sabes que las cosas no han sido fáciles para ellas.

Ante los ojos de Roma | [Roma #1]Where stories live. Discover now