Capítulo 37 - Perfectamente imperfecto

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Él se había vuelto cómplice en mis locuras. El señor serio y formal definitivamente se había llevado una sorpresa enorme conmigo, una que supongo ni siquiera llegó a imaginarse.

— ¡No puedo hacer esto! —gritó mientras se aferraba hasta con el alma a su instructor.

— ¡Por supuesto que puedes! ¡No dolerá! —Le devolví animada.

— ¡¿No dolerá?! ¡Son más de cinco mil metros de altura! ¡¿Cómo eso no va a doler si esta cosa no se abre?! ¡Quedaré hecho mierda! ¡No te quedarán más que restos de mí! —tomó una gran respiración antes de continuar —. ¡Y dudo que queden restos!

Tomé sus manos entre las mías y lo invité a mirarme directamente a los ojos. El pobre estaba en pánico, y supe que traerlo no había sido una buena idea.

— ¡Sabes qué, tienes razón! ¡Regresemos y hagamos otra cosa! —sus ojos se llenaron de alivio, sentimiento que fue inmediatamente reemplazado por la testarudez que lo caracterizaba.

— ¡No soy un cobarde! ¡Voy a hacer!

— ¡Gabe, no tienes que hacerlo! —Le aclaré de inmediato, pero él ya había tomado una decisión.

— ¡No! ¡Yo haré esto!

— ¡¿Están listos?! —interrogó Sunder, el instructor de Gabe, uno al que parecía divertirle toda la situación, y quien ya se encontraba a sus espaldas, listo para la acción.

— ¡¿Estás seguro?! —Volví a preguntarle.

— ¡No, no lo estoy! ¡Pero al diablo, voy a hacerlo! ¡Confió en ti!

Mi instructor y el de Gabe nos repitieron las reglas a seguir, y al final, saltamos. Gabe parecía realmente disfrutar de esta nueva aventura. Al tocar tierra corrí hasta donde él se encontraba. Me lancé a sus brazos y esparcí besos en su rostro.

— ¡Eso fue increíble! —me estrechó en un fuerte abrazo y sentí su cuerpo estremecerse.

— Jamás en mi vida voy a volver a hacerlo —jadeó cerca de mi oído —. Yo no estoy hecho para este tipo de cosas —lo miré directamente a los ojos.

— Gracias por hacer esto —me sonrió con ternura casi palpable, y aunque seguía pálido, su semblante cambió por completo cuando lo besé.

— Te amo —esas palabras todavía hacían que el corazón me diera un vuelco dentro del pecho.

— Te amo —se le iluminó el rostro —. ¿Te divertiste?

— Es difícil de explicar lo que sentí allá arriba. Creo que fue una mezcla de pánico con arrepentimiento y un poco de... ¡Vaya! De verdad estoy haciendo esto y se siente genial. ¡Oh por Dios, voy a morir aquí arriba!

— ¿Estás listo para le segunda ronda?

Me dejó de inmediato sobre mis pies y reculó cuatro pasos elevando las manos en señal de rendición mientras negaba enérgicamente con la cabeza, yo me solté a reír mientras lo veía alejarse.

— ¡Será divertido!

— ¡Nunca más mujer!

Pasar mi tiempo con él, ya fuera en su casa, en la de sus padres o en el departamento era hermoso. Mi padre, aunque a regañadientes, había aceptado a Gabe más rápido de lo que hubiera imaginado. Anton era otra historia, pero cuando le conté sobre Gabe y yo, no reaccionó como me imaginé.

Mi hermano suspiró, me sonrió y me dijo:

— ¿Lo amas?

— Lo hago.

Sam #PGP2021Where stories live. Discover now