Capítulo 24 - La magia de las palabras

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Mi madre siempre me dijo que el poder de las palabras era algo único

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Mi madre siempre me dijo que el poder de las palabras era algo único.

<<Ellas han llegado a convertirse en la más bella de las melodías dentro de todos los incómodos y dolorosos silencios; una guía cuando el mundo ha perdido todo sentido. La luz que muchas personas buscamos cuando el camino se oscurece, y arte luminiscente en una vida gris y opaca que ha olvidado disfrutar de cada momento>>.

Cuando niña siempre me pregunté el significado de aquellas palabras, siendo adulta las comprendí, pero no en su totalidad, no hasta aquel día en que de la nada, y sin esperarlo, aquellos ojos vacíos, carentes de toda emoción, se cruzaron con los míos; fue, hasta ese preciso momento en que cada una de ellas cobró sentido.

Era de mañana cuando recibí la llamada, no era un día de mucho Sol, o mucho frío, pero de alguna manera tuve el presentimiento de que ese sería uno diferente, uno que marcaría de una manera tan especial el rumbo de mi historia, y por un instante me sentí completamente aterrada.

— Hola —saludé apenas abrí la puerta del departamento, Gabriel estaba del otro lado, no se veía mucho mejor que hacía dos días atrás cuando lo vi en aquel café.

— Hola.

Saludó un tanto desanimado, el brillo en sus ojos seguía apagado, aunque no del todo. Ese día comparé el resplandor del fuego a punto de extinguirse con el de sus ojos; eran tan similares, y preocupantes.

Gabriel estaba sufriendo, y todo el dolor que sentía se lo estaba guardando, y lo estaba consumiendo.

— ¿Quieres que llevé algo? —hizo un gesto negativo con la cabeza.

— No, pero antes de ir tendremos que hacer una parada —arrugó la frente mientras se llevaba la mano detrás de la nuca —. Mi mamá me envió un mensaje de camino a tu casa, me pidió que fuera a la suya —la sola mención de ese cambió de planes parecía no entusiasmarle en nada —. No será mucho tiempo el que pasemos ahí. Será rápido.

— Claro, andando.

Le sonreí intentando inyectarle un poco de entusiasmo al asunto. No funcionó.

El viaje a casa de sus padres nos tomó algunos minutos, minutos en los que él no habló, ni siquiera encendió la radio, así que yo tampoco lo hice.

El silencio era muchas veces terapéutico, pero tenía el presentimiento de que Gabriel necesitaba muchas cosas en ese momento, y silencio no era una de ellas, sin embargo no supe qué decir, ni cómo actuar, así que me limité a no hacer nada. Inmediatamente sentí que cometía un terrible error.

Llamó mucho mi atención que Travis no estuviera con nosotros. Tampoco dije nada al respecto.

Mis ojos se quedaron en el blanco paisaje del exterior. Las copas de los árboles estaban completamente blancas, carentes de hojas. Los campos eran una extraña mezcla entre la nieve y el barro que dejaban las carretas tiradas por caballos; no era un paisaje muy bello realmente, pero al menos aquellas marcas hablaban de que no estaban del todo deshabitadas.

Sam #PGP2021Where stories live. Discover now