Capítulo 44 - Nuestro

852 135 66
                                    

El tiempo pasó volando, literalmente

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

El tiempo pasó volando, literalmente.

Faltaban dos semanas para la boda, mi madre contaba los días, mi padre también, Anton no se quejó ni una sola vez, y mi mejor amiga no paraba de probar el maquillaje que, según ella, iría mejor con el vestido.

— Detalles mínimos —aclaró cuando luego del maquillaje número ocho finalmente sonrió, llevándose una mano al pecho y la otra cubriéndose la boca mientras se aguantaba el llanto.

— ¿Tan mal me veo?

Cuestioné burlona, ella negó, tragó con dificultad girando la silla donde me encontraba sentada, jadeé asombrada viendo mi reflejo, porque la mujer que me devolvía la mirada a través del espejo era la misma que todas las mañanas me saludaba cuando me cepillaba los dientes, o me pellizcaba una espinilla, aunque esta mujer se veía mucho más madura, más elegante y con la mirada más brillante que hubiera visto en toda mi vida.

Soy yo, soy la misma.

Terin era una artista, una que lograba atrapar la esencia entera de una persona sin cambiarla en absoluto, pero al mismo tiempo, conseguía resaltar los pequeños detalles que la hacían única, especial.

Con ese maquillaje me sentía yo y no una completa extraña que no lograba reconocerse.

— ¿Te gusta? —sonreí al instante.

— Me encanta —revisé mi pelo —. ¿Así se sienten todas las novias cuando les hacen las pruebas del maquillaje de su boda? —Terin arrugó la nariz.

— Unas se ponen todas histéricas —me carcajeé.

— Es precioso, me encanta —colocó su teléfono frente a nosotras, las dos hicimos caras graciosas para inmortalizar el momento —. Gracias, Roja.

— Tenemos el maquillaje y el peinado para tu boda —afirmé entusiasmada volviendo a revisar el espejo.

— Se escucha tan raro. Mi boda —hizo un puchero, yo conocía ese puchero, ella se iba a soltar a llorar en cualquier momento.

— ¡Ay, mi buen Dios!, me prometí no llorar, pero voy a extrañarte tanto, Samy Sam —dejé la silla para achucharla con fuerza.

— No me marcho para siempre, sabes que vendré al departamento siempre que pueda, y tendremos nuestro tiempo de chicas.

— Podría hacer que Gabriel me construya una casa de huéspedes del otro lado de la suya. ¿Qué dices? —reí por lo bajo.

— Eso sería buena idea, así podría verte todo el tiempo —tiré de una de sus trenzas de espiga—. Roja, casarme con él no va a quitarnos nuestro tiempo juntas, lo sabes, ¿verdad? —ella afirmó.

— Es que el otro día, cuando estabas empacando tus cosas sentí que...

— Nada de eso —la detuve —. Me mudo de casa, no de tu corazón, ni tú del mío.

Sam #PGP2021Where stories live. Discover now