Un viaje a mi vida y a los amores en ella.
Los llevaré a un pequeño recorrido en mi vida, a mi pasado, más concretamente al momento exacto en que el amor, literalmente, me arrolló.
Gabriel llegó como una brisa fresca a mi vida, y así como llegó, ta...
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A las seis de la mañana de nuestro segundo día yo ya estaba de pie, intentando despertar a Terin, ella se quejaba amargamente sobre una dictadora en miniatura y lo necesario que era descansar para recuperar su alma.
— Puedes dormir cuando volvamos en el avión, anda, vamos a correr.
— Mandona diminuta.
Ella no era una persona de mañanas, pero finalmente accedió a ejercitarse conmigo; luego de hacerlo nos sentamos un rato a charlar sobre todo lo que se nos cruzaba por la mente, y disfrutando de la hermosa vista que nos regalaba Huatulco.
— Que romántico, es simplemente hermoso —habló mientras contemplaba el alba.
— Es bastante hermoso, no sé si romántico, pero si hermoso —me regaló una mirada curiosa.
— ¿No sueñas con encontrar a la persona indicada y dar el sí en un lugar de ensueño?
— No soy una mujer de bodas y lo sabes.
— ¿Cómo sabes eso? Nunca te has dado la oportunidad de conocer a alguien.
— No lo sé —tomé un poco de tierra con mi puño dejándola caer lentamente —, quizás algún día conozca al hombre indicado y nos fuguemos a Las Vegas.
— ¿Esa es tu idea de una boda? Tu madre terminaría con el corazón roto, le regalarás a tu padre un ataque al corazón y a Anton una apoplejía.
Ella en realidad no estaba exagerando con ninguna de las tres cosas.
— No tengo una idea de una boda, realmente no creo siquiera que llegue a vestirme de blanco algún día, caminar hacia el altar y decir acepto —negué enérgicamente —. Definitivamente no me veo haciendo eso.
— Yo creo que sí, y estaré ahí a tu lado.
— ¿Crees de verdad que hay alguien lo suficientemente loco en este mundo como para decidir casarse conmigo? —pregunté de manera exagerada, ella blanqueó los ojos.
— Creo que hay alguien en este mundo lo suficientementeinteligente para casarse contigo y nunca dejarte ir.
— Gracias.
— ¿Por qué me agradeces? —lució realmente sorprendida.
— Por estar siempre, y por decir cosas como esas. Eres la mejor amiga del mundo
— Recuerda esas palabras porque jamás voy a alejarme de ti. Te quiero
— También te quiero, Roja.
Nos encaminamos a nuestra habitación, nos dimos una ducha rápida y bajamos a desayunar, poco después nos dirigimos a una embarcación al lado de algunas parejas, nos tomábamos fotos, pedimos a la tripulación que si podían posar con nosotras, ellos aceptaron gustosos.
