Capítulo 30 - Querer y merecer

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— Jaque mate —aplaudí por mi victoria

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— Jaque mate —aplaudí por mi victoria. ¡Finalmente! Después de tanto tiempo había vencido a abu Gab —. Espera, espera, dime que no me dejaste ganar —mi momentánea felicidad se vio opacada por ese pequeño detalle.

Ganar porque te han dejado ganar no es ganar. Vaya reflexión más profunda has hecho, Samanta.

— Un caballero honesto jamás dejaría ganar a una dama —respondió sonriéndome, últimamente lo hacía todo el tiempo, sonreír.

— Me dejaste ganar —suspiré derrotada.

— No te dejé ganar, lo hiciste tú sola —lo observé dubitativa.

— ¿De verdad?

Indagué esperanzada, él afirmó con un movimiento de cabeza mientras comía más de las galletas que mamá le enviaba cada vez que venía a verlo.

Mis sobrinos y primos pequeños ya lo veían como un miembro más de la familia, le tenían muchísimo amor, y de vez en cuando, los más pequeños lo llamaban abu Gab; a él parecía encantarle ese gesto. También parecía gustarle demasiado el que ellos utilizarán su silla de ruedas eléctrica como un cochecito, y que él ya no tuviera que utilizarla más.

— Hablo en serio, Samy Sam, lo has ganado limpiamente. Has mejorado mucho tu juego en estos días.

Me puse de pie haciendo un pequeño baile de la victoria, él se carcajeó, Travis lo igualó mientras se dedicaba a alimentar a los peces del lago artificial del jardín. Amaba pasar mi tiempo con él, dado que yo había perdido a mis abuelos maternos siendo una niña, y a los paternos no los había tratado mucho y no tenía recuerdos con ellos, abu Gab era para mí realmente especial.

— Soy maravillosa —dejé salir entusiasmada mientras volvía a mi lugar.

— Escuché que vas a ir este fin de semana con Gabriel a pasear.

Jugueteé con un peón color marfil mientras evitaba verlo directamente al rostro. No había manera de negar lo nerviosa y ansiosa que me encontraba sobre lo que sucedería el fin de semana, y no es que fuera a suceder algo extraño. Éramos simplemente dos... amigos, sí, amigos, pasando un fin de semana solos.

Aunque Gabriel me había hecho vivir una infinidad de sensaciones días atrás, los mensajes y llamadas que habíamos intercambiado luego de aquel día fueron perfectamente normales; él seguía siendo un coqueto descarado conmigo y yo seguía siendo yo.

No había vuelto a verlo en persona desde aquella noche, pero sí mediante videollamadas, y todo se sentía normal entre nosotros dos, al menos tan normal como podíamos ser entre nosotros.

Nuestra relación, por más extraño que fuera el comienzo, era realmente buena. Nos llevábamos bastante bien, conocíamos partes el uno del otro que nadie más conocía, y por sorprendente que fuera, parecía que nos conociéramos de toda la vida por lo cómodos que nos sentíamos cuando estábamos juntos, y también cuando no lo estábamos.

Sam #PGP2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora