028. Veo cosas que no existen en él

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La pelirroja se vistió y espero fuera de la academia a que Cinco y sus hermanos salieran para ir a buscar a Leonard. La chica tenía un cigarro entre los dedos y la flor amarilla que Cinco le había dado en la mañana permanecía en su oreja. Cuando sus hermanos salieron ella iba a darle una calada a el cilindro que tenía entre sus dedos, pero Cinco le quitó el cigarro de entre sus dedos para luego tirarlo al suelo.

—Ya sabes lo que pienso, pelirroja —Ocho rodó los ojos y empezó a caminar.

Cinco sabía que ella desde muy temprana edad había tenido cierta fascinación por fumar, no le agradaba la idea, pero en aquel momento estaban en el apocalipsis, por lo cual era improbable que pudiera probar un cigarro. Incluso pasó tiempo esperando nunca verla hacerlo; era algo que ocurría de manera similar con Dolores, a aquel maniquí le molestaba que el ojiverde bebiera, sin embargo el nunca le hizo caso. Había visto en pequeñas ocasiones a la pelirroja con un cigarro entre los dedos, pero no fue hasta ese momento en el que decidió intentar detener ese hábito que estaba construyendo.



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Cuando estaban cerca de la casa de Harold, la pelirroja sintió una oleada fría cruzar por su rostro con un olor tenue, bastante conocido; eso hizo que empezara a apresurar el paso. Cuando entro a la casa del hombre, pudo entender el repentino olor.

Harold yacía en el suelo con un montón de cosas clavadas en su pecho, tijeras, trozos de vidrio, cuchillos, entre otras cosas, aparte la casa era un desastre.

Los hermanos Hargreeves empezaron a especular sobre lo que pudo haber pasado, pero Ocho al ver el parche en el ojo de Harold decidió tomar el ojo protésico que traía Cinco en su bolsillo y procedió a ponerlo en la cabeza del hombre.

—¿Puedes creer que todo encaja perfectamente? —preguntó la pelirroja—. Tiene el mismo tamaño, el mismo color. Chicos, el ojo es de él.

Sacó la prótesis de la cabeza del hombre y la lanzó a Cinco, quién la atrapó con toda normalidad, eso siempre hacia sonreír a Ocho.

—Bueno, al menos uno de los misterios fue resuelto. Después de décadas, ya sabemos a quien pertenece la prótesis —comentó Ocho.

—Esperen... no puede ser tan fácil —empezó Cinco, sacando el papel de la Comisión de su bolsillo—. La nota que intercedí dice "proteger a Harold Jenkins", alias Leonard Peabody, pero... ¿quién lo asesino? ¿quién hizo esto?

—Tengo una idea muy loca pero, ¿por qué no vamos a buscar a Vanya para que nos explique que pasó? —dijo Klaus.

—Si Vanya huyó de este idiota, debería estar regresando a la academia —después de que Diego lo mencionara, Cinco se teletransportó.

—¿No te molesta que se vaya de la nada? —preguntó Klaus, a lo que Ocho solo levantó levemente los hombros, dando a entender que le daba igual.

—¿Qué ves en él, pelirroja? —preguntó ahora Diego.

—Demasiado como para responder en una sola oración —respondió y empezó a caminar—. Vamos, tenemos que irnos antes de que llegue la policía.

—Supongo que realmente te gusta, ¿él te dio esa flor? —preguntó Klaus caminando tras ella.

—¿De que hablas? —hizo una pausa con una sonrisa, para luego picarle el ojo— ¿Cuál flor?

love hurts | five hargreevesWhere stories live. Discover now