018. Hubiera preferido una letra de McCartney

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Después de vomitar Ocho no pudo evitar oler su aliento, por lo que hizo una mueca y caminó por la carretera, viendo a Luther y a Cinco.

—Ocho... —empezó a decir Luther, pero entonces disparos empezaron a sonar, por lo que Cinco arrastró a la pelirroja justo tras su hermano.

—No debiste haber venido, Ocho —la de ojos azules iba a protestar, pero lo tenía lo bastante cerca para le oliera el asqueroso aliento que traía, así que se contuvo.

Cuando notó que los disparos habían cesado, miró a su alrededor notando que el tiempo se había detenido; dio unos pasos mientras miraba la escena perpleja y algo confundida haciéndose millones de preguntas sobre lo que estaba pasando.

—¿Un buen truco, no? —escuchó la pelirroja, por lo que busco con la mirada a la persona a la cual le pertenecía aquella voz, se encontró con una mujer de ojos azules y cabello blanco—. Hola, Cinco. Tienes buen aspecto, dadas las circunstancias.

Ocho iba a seguir haciéndose muchas más preguntas, pero sintió como la fría mano de Cinco tomaba la de ella. El ojiverde la llevo a rastras hasta quedar frente a la mujer, quien los miraba con una pequeña sonrisa.

—Me alegra verte —dijo Cinco, y Ocho soltó su mano y se alejó un poco—. Ocho, espera.

—Cinco, no sé que hago aquí y lo único que quiero es pensar —aclaró la pelirroja en cuanto estuvo a una distancia prudencial del ojiverde—. Cuando termines puedes hablar conmigo o lo que sea.

Cinco asintió y volvió con la encargada, mientras que Ocho lo esperaba mirando el horizonte y a veces a sus hermanos con algo de preocupación. Miraba también a Cinco, y se sintió nerviosa al pensar en lo que pasaría después de que él terminara de hablar con la encargada.

Bajó la mirada y respiró profundamente, dándose cuenta de que odiaba esperar en un lugar donde había completo silencio. Levanto la vista cuando sintió que Cinco se acercaba y su corazón empezó a latir con más fuerza de la normal.

—Muévete un poco, no quiero que te hagas daño —le dijo, tomándole la mano, alejándola de las balas que estaban en el aire—. Tengo que irme, es un trato algo loco, no tuve tiempo de decirte el plan, así que tienes que confiar en mi, ¿si?

Ocho asintió y él agregó:— Solo no olvides una cosa, Ocho: no puedo verme amando a nadie más que a ti, para toda mi vida. Cuando estés conmigo, cariño, los cielos serán azules.

Él dejó un beso en la mano de la chica y se dirigió hacía la encargada, y antes de estrechar su mano con ésta, miró a Ocho. Y  ella sintió aquel olor tan incomparable, que hace demasiado tiempo no sentía: amor. Él estaba enamorado, y era de ella. La pelirroja sonrió y él desapareció con la encargada, mientras que el ruido volvió a hacerse presente y Luther la arrastraba dentro del auto. El vehículo arrancó y Ocho notó que su sonrisa no se había borrado.

 —¿Qué te pasó? —preguntó Diego, ella lo miró, aún sonriendo—. Deja de babear, pelirroja.

Ella tapó su rostro con sus manos y luego miró a través de la ventana, lo odiaba, odiaba que él le hiciera sentir así.

I can't see me lovin' nobody but you
for all my life
when you're with me, baby the skies'll be blue 

—happy together; the turtles.

love hurts | five hargreevesWhere stories live. Discover now