016. Odio amar a alguien que no me deja brillar

3.2K 349 71
                                    

—Cinco tenemos que hablar —la pelirroja entró rápidamente a la habitación, sentándose en la cama.

—¿Sobre qué? —hizo una pausa—. Yo solo... pensaba que podríamos hacer cálculos juntos.

—A veces siento que de verdad juegas conmigo —habló Ocho soltando un suspiro, mientras miraba el suelo con notable tristeza.

—¿Por qué lo dices?

—Mejor cállate —respondió, ya enojada—. ¿Acaso todo es para ti un juego? ¿Soy para ti un juego? Podrás tener la edad que tengas, pero aún así pareces idiota cuando estás conmigo. Juegas con mis sentimientos como si yo fuera de piedra, como si yo no existiera realmente. Parece que yo no importara para ti, como si yo solo fuera la mujer que buscas cuando necesitas que alguien te quiera de verdad. No soy Dolores, y por lo que veo, nunca seré como ella. Ella tiene tu atención, tu protección, y en cuanto a mí... tengo que protegerme yo sola de los líos que tú mismo causaste. Odio amarte, maldita sea, odio que siempre que intento que tú no me importes todo sale mal. Llevo años soñando con volver a ver al chico del que me enamoré, pero en vez de él, parece que estoy viendo a otra persona. Y Cinco... no sé quién eres, y aún así, no sé que haces conmigo.

La pelirroja no pudo decir más debido a las lágrimas que empapaban sus mejillas. Cinco permanecía en silencio, pensando. Y Ocho aún no imaginaba que estaría pensando, porque no había nada que pensar.

—¿No recuerdas lo que me dijiste, verdad? —continuó Ocho con la voz quebrada. Pasaron minutos y él no respondió.

Ella siguió llorando en silencio hasta que llegó Luther, quien para ella fue la señal para irse lejos. Para huir de aquel monstruo de quién estaba enamorada.



 .•*:。




Cuando Ocho se fue, Cinco se subió a la cama para terminar rápidamente los cálculos. Parpadeando rápidamente para ahuyentar las pocas lágrimas que habían nublado su vista. Luther permanecía en silencio, mientras que suspiraba cada cierto tiempo.

—¿Qué le pasó a Ocho? —habló al fin, rompiendo el silencio. Cinco bajó de la cama, viendo el cálculo terminado, para luego tomar un viejo rifle que pertenecía a Reginald.

—Nada importante, y si fuera importante, no te incumbe.

Luther negó con la cabeza y agregó:—Entonces, ¿qué vas a hacer?

—Estaba haciendo cálculos para averiguar a las posibles personas que causen el apocalipsis, así que hay que matarlas —respondió cargando el rifle.

—No vas a matar a nadie, Cinco —reprochó Luther.

—Ya lo he hecho antes, Luther.

—No me importa, no puedes andar por ahí matando a personas.

Al notar que Cinco no se iba a detener, vio a Dolores. La tomo y la puso colgando por la ventana, haciendo que Cinco le apuntara con el rifle.

—Luther, suéltala.

—No me dejas opciones Cinco.

Al final soltó a Dolores, Cinco soltó el rifle y se teletransportó hacia la ventana, alcanzando a agarrar a Dolores. Mientras que Luther tomaba el rifle y se iba, pensando en si debía buscar a Ocho.

En cuanto Cinco, tomó a Dolores entre sus manos, y entonces recordó cada palabra que le había dicho Ocho. La comparación entre la pelirroja y el pedazo de plástico.

"No soy Dolores, y por lo que veo, nunca seré como ella. Ella tiene tu atención, tu protección, y en cuanto a mí... tengo que protegerme yo sola de los líos que tú mismo causaste."

El ojiverde se sintió solo, sintió que extrañaba a su amada pelirroja. Se dio cuenta de que por Dolores había perdido al amor de su vida. Se arrepintió de olvidar cada palabra que le dijo cuando estaba ebrio..., se arrepintió de haberle hecho daño a Ocho.

love hurts | five hargreevesWhere stories live. Discover now