Ave atque vale

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Jace se deslizó de la parte posterior del caballo y alzó una mano para ayudar a Clary.

-Aquí estamos -dijo, volviéndose hacia el lago.

Estaban de pie en una playa poco profunda de rocas frente al extremo oeste del lago Lyn. No era la misma playa donde Valentine había estado cuando se había convocado al Ángel Raziel, no era la misma playa donde Jace se había desangrado y luego revivió, pero Clary no había vuelto al lago desde ese momento, y la vista de todo lo que ocurrió todavía producía un escalofrío a través de sus huesos.

Era un lugar precioso, no había ninguna duda al respecto. El lago se extendía hacia la distancia, teñido con el color del cielo de invierno, con la plata, la superficie fluía y se ondulaba, en lo que parecía un pedazo de papel plegable metálico y desplegado bajo el toque del viento. Las nubes eran blancas y altas, y las colinas alrededor de ellas estaban desnudas.

Las nubes eran blancas y altas, y las colinas alrededor de ellos estaban descubiertas.

Clary se movió hacia delante, hasta el borde del agua. Había pensado que su madre vendría con ellas, pero en el último momento se había negado, diciendo que había dicho adiós a su hijo hace mucho tiempo y que este era el momento de Clary. La Clave había quemado su cuerpo, a petición de Clary. Quemar un cuerpo era un honor, y aquellos que habían muerto en desgracia estaban enterrados enteros en intersecciones y no quemados, como la madre de Jace. Quemarlo había sido más que un favor, era un camino seguro de la Clave para estar absolutamente seguros de que estaba muerto. Pero aun así las cenizas de Jonathan nunca se llevarían a la residencia de los Hermanos Silenciosos.

Nunca formaría parte de Ciudad de Hueso; nunca sería un alma entre otras almas Nefilim.

Él no querría ser enterrado entre aquellos de los que había causado su asesinato, eso, pensó Clary, era justo y equitativo. Los Cazadores Oscuros habían sido quemados, y sus cenizas enterradas en el cruce cerca de Brocelind.

Habría un monumento allí, una necrópolis para recordar aquellos que alguna vez fueron Cazadores de Sombras, pero no habría monumento para recordar a Jonathan Morganstern, a quién nadie quería recordar. Incluso Clary deseaba olvidar, pero nada era tan fácil.

El agua del lago era clara, con un ligero brillo del arco iris en ella, como una mancha de aceite. Volvió sobre los bordes de las botas de Clary mientras ella abría la caja de plata que sostenía. Dentro había cenizas, polvorientas y grises, con toques de trozos de hueso carbonizado. Entre las cenizas estaba el anillo Morgenstern, resplandeciente y plateado. Había estado en una cadena alrededor del cuello de Jonathan cuando fue quemado, y se había mantenido, intacto y sin daños por el fuego.

-Nunca tuve un hermano -dijo ella-. No realmente.

Sintió a Jace colocar su mano en la espalda, entre los omóplatos.

-Lo tenías -dijo-. Tuviste a Simon. Él fue tu hermano de todas las maneras que importan. Vio como crecías, te defendió, lucho con y para ti, se preocupó por ti toda la vida. Era el hermano que elegiste. Incluso si él se ha... ido ahora, nadie ni nada puede quitarte eso.

Clary respiró hondo y lanzó la caja lo más lejos que pudo. Voló lejos, sobre el arcoíris del agua, las cenizas negras describiendo un arco como la nube de humo de un avión de reacción, y el anillo cayó junto con él, dando vueltas y vueltas, enviando chispas de plata mientras caía y caía y desapareció bajo el agua.

-Ave atque vale -dijo, hablando las líneas completas del antiguo poema-. Ave atque vale in perpetuum, frater. Saludo y despedida, mí hermano.

El viento del lago era frío, lo sentía en la cara, helando sus mejillas, y sólo entonces se dio cuenta que había estado llorando, y que su rostro estaba frío porque estaba mojado por las lágrimas. Se había preguntado desde que se enteró que su hermano estaba vivo por qué su madre lloraba en el día de su cumpleaños cada año. ¿Por qué llorar, si lo odiaba? Pero Clary lo entendió ahora. Su madre lloraba por el hijo que nunca tendría, por todos los sueños que se habían enfrascado en su imaginación de tener un hijo, su imaginación de lo que ese niño sería. Y había llorado por la amarga probabilidad de destruir a un niño antes incluso de haber nacido. Y así, mientras Jocelyn lo hizo durante muchos años, Clary se situó en un lado del Espejo Mortal y lloró por el hermano que nunca tendría, por el niño al que nunca le habían dado la oportunidad de vivir. Y se echó a llorar así por los otros perdidos en la Guerra Oscura, y lloró por su madre y la pérdida que había sufrido, y lloró por Emma y los Blackthorn, recordando cómo había luchado por contener las lágrimas cuando le había dicho que vio a Marcus en los túneles de las Hadas, y como él pertenecía a la ahora Caza, y lloró por sí misma y los cambios que en ella se había forjado, porque a veces incluso cambiar para mejor se sentía como una pequeña muerte.

Jace se mantuvo a su lado mientras lloraba, y le tomó la mano silenciosamente, hasta que las cenizas de Jonathan se hundieron bajo la superficie del agua sin dejar rastro.

Tessa era consciente del cuerpo de su amado justo enfrente de ella. Una lágrima se deslizó por su mejilla derecha y ella la secó inmediatamente con el pañuelo blanco. Suspiró y un poco de humo frío salió por su boca, se hundió aún más en su abrigo. Apretó con fuerza el anillo Carstairs que traía en la mano izquierda, sintió como la piel de su palma cedía y se abría bajo la presión, dejando un pequeño hilillo de sangre en su mano.

-Hola -murmuró alguien detrás de ella.

Tessa volteó, era Will. La luz mañanera lo hacía lucir incluso aún más pálido de los que ya era y entrecerraba los ojos a causa del reflejo.

-Hola -le respondió mientras él se acercaba y se ponía a un lado de ella.

-Ave atque vale -murmuró Will-. Ahora es por ti, James Carstairs...

Tessa volteó para verlo, y se dio cuenta que él aun seguía ahí, para ella, su Will seguía ahí.

Will se volteó hacia Tessa y, por una fracción de segundo, sus ojos se encontraron. El tiempo suficiente para hacerle saber a él que ella seguía ahí para él, derrochando amor... y se dio cuenta que él estaba igual que ella. Aunque quisiera mentirle a todos, se dio cuenta que nunca podría engañarse a sí mismo.

Su corazón le pertenecía a Tessa.

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Jelou!!! ¿Cómo están? espero que fantabulosas. Quiero mega agradecerles por sus hermosos y alentadores comentarios en el capítulo anterior y sí, sé que es hartante que no suba capítulos tan seguido pero culpen a mi inspiración xd. Trataré de subir cada semana (no habrá un día fijo en esa semana) o a veces subiré seguido, no sé.

Quiero pedirles una cosa, preguntarles otra y darles un aviso.

1. ¿Me harían el favor de pasarse por esta novela (link en los comentarios)? por favor, es muy importante para mí.

2. Respondan con total honestidad, por favor, ¿quieren que escriba Las Crónicas de Elizabeth? es muy importante para mí saber su opinión porque al final de todo, escribo para ustedes.

3. Voy a escribir un séptimo libro de Cazadores de Sombras, se llamará Días del futuro pasado (me robé el nombre de los X-Men, xd, por cierto, la MEGA recomiendo) y en las próximas dos semanas publicaré el primer capítulo! Aquí mismo les dejo la sinopsis (por fin escribo algo que tenga sinopsis xd) dejen sus opiniones.

Miles de besos, Effy/Renai.

SINOPSIS:

Han pasado 950 años desde que los Cazadores de Sombras vencieron a Sebastian Morgestern. Todo está en paz, nada ha amenazado a los nefilim en los últimos años... hasta ahora. Años atrás, durante la Guerra Oscurecida, Lilith juró venganza. Venganza por sus hijos, venganza por su pueblo caído.... y ese día ha llegado. Eider Greyshadow logró escapar de la invasión a Idris y, al parecer, es una de las pocas Cazadora de Sombras libre. Todo su pueblo depende de ella y de un antiguo aliado de los nefilim: Magnus Bane. Ambos descubren que los errores que ahora afectan a los Cazadores han sido originados en el pasado, por eso Eider tendrá que viajar al pasado para cambiar el presente. Viajar a los días del futuro pasado.

Cazadores de Sombras: La hija de Magnus BaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora