Viejos Amigos

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Maryse y Jia estaban terminando de acomodar a los representantes de los Cazadores de Sombras por órden alfabético, tal y como había dicho Elizabeth, para agilizar y ahorrar tiempo al recolocar a los nuevos luchadores.

Jia se acercó al ex-hermano Zachariah que estaba en una esquina de la gran habitación, luciendo nervioso.

—Tienes que ir con ella —dijo señalando a Emma Carstairs, la pequeña niña de trenzas rubia quien estaba charlando animadamente con Jules. Era el único momento libre que habían tenido libre de los niños: Tiberius, Drusilla, Livvy y Octavian.

—Aún no —dijo negando con la cabeza—. No estoy listo.

—Entonces ¿cuándo? —La Cónsul trató de buscarle la mirada—. Esto no es acerca de ti, Zachariah, es acerca de ella.

La respuesta de Zachariah se vio interrumpida por una especie de rayo que salió del portal, Magnus —por lo que vio el ex-hermano— se estaba comiendo las uñas, muerto de nervios por el ángel caído. No entendía sus nervios, Elizabeth parecía estar plenamente confiada en lo que hacía, tanto que parecía no ser su primera vez.

La primera en salir fue Elizabeth, seguida por un muchacho fornido, de cabello negro y ojos azules. Al otro lado de Liz venía una mujer bajita, delgada y castaña, le seguía un hombre con cabello rojizo. Y a ellos les seguían muchas más personas

Magnus dejó de automutilarse y corrió a Elizabeth. Cientos de Cazadores de Sombras seguían saliendo, al parecer no bromeaba con eso de cientos.

Un joven de cabellos rizos castaños sostenía firmemente la mano de un niño pequeño, sus ojos buscaban frenéticamente a algo o alguien.

—¡MAX! — El grito de Isabelle rompió la paz del momento, y en poco tiempo se encontró corriendo hacia Max, su hermano menor, a una velocidad inhumana. El niño entornó los ojos y su rostro se iluminó con una ancha y gran sonrisa.

—¡Izzy! —el niño soltó la mano del muchacho de ojos verdes, frenético

Maryse se quedo petrificada, Jace pudo ver lágrimas amontonándose y corriendo por las mejillas de Alec e Isabelle, quienes estaban abrazando a su hermano menor, y él les respondía el abrazo con igual entusiasmo. Robert Lightwood había palidecido de golpe.

Clary tocó el brazo de Jace.

—Adelante, ve —le dio una tímida sonrisa.

Él pasó saliva, metió las manos dentro de sus bolsillso delanteros y dio un paso hacia los Lightwood.

Max lo vio acercarse hacia ellos, se safó del abrazo de Isabelle y las manos de Alec colocadas torpemente sobre sus hombros.

—¡Jace! —Gritó mientras llegaba a los brazos de Jace tan fuerte que éste casi se tambalea. Era Max, su Max, en carne y hueso e irradiando vida por sus poros. Jace no se permitió llorar, no quería que el niño se preocupara por él—. Jace, te he extrañado tanto — hubo un titubeo en su voz—. Bueno, no tanto. Conocí a alguien casi igual a ti —sonrió.

Cuando por fin parecía haber recuperado el sentido del habla, Elizabeth ahogó con un grito su respuesta de bienvenida al pequeño Lightwood.

— ¡Los representantes de cada familia, háganme el favor de ordenarse! —señaló hacia los nuevos Cazadores de Sombras y pidió amablemente —: Ustedes aquí, por favor.

Ellos obedecieron de mala gana, poniendo los ojos en blanco y otros saltando de alegría; al parecer, la mayoría no tenía familia y buscaban con ojos atormentados a familiares inexistentes. Una pena.

Cada representante de las familias se acomodó por orden alfabético, los Nuevos Cazadores de Sombras hicieron lo mismo. Elizabeth empezó recitando los apellidos y mandando gente a los representantes. Cuando llegó a los Blackthorn, sólo dos Cazadores se les unieron; una chica de ojos azules y cabello castaño rizado. Otra joven de unos veintidós años; cabello castaño y ojos verdes.

Le siguieron los Carstairs. Emma miró esperanzada a Elizabeth, ella miró al hermano Zachariah y él se negó a mirarla.

Elizabeth bajó de la silla donde estaba parada—debido a su corta estatura— caminó hacia Zachariah y lo jaló del brazo, con un poco de violencia exagerada, pero logró moverlo.

—Escucha con atención, James Carstairs —comenzó con tono enfurecido—. Irás con Emma porque ella es tu sangre, la entrenarás y la protegerás porque ahora eres la única familia que tiene, sus padres no volverán porque fueron profanados. Eres lo único que le queda.

Eso lo rompió.

Él sabía que era no tener a nadie, ver a tu familia morir... y de pronto, encontrar a alguien. Recuperar la esperanza de un nuevo futuro, de que quedaba algo a qué aferrarse y por lo cual luchar.

Así le había sucedido con Will.

— ¿Y Will? —Preguntó mientras alzaba la vista de los ojos de Elizabeth a la multitud de Nuevos.

Elizabeth chasqueó la lengua.

—Esperarás hasta la H —se encogió de hombros.

Él suspiró, derrotado, había sido vencido en ésa pequeña y absurda discusión.

Caminó con paso perezoso y vacilante a donde estaba Emma Castairs, la pequeña de trenzas rubias estaba con Jia, enfrente de todos. Emma dio una leve reverencia con la cabeza a modo de saludo para el ex-hermano Silencioso, él suspiró y le dio un asentimiento a Jia.

—Vamos —dijo Jem gentilmente y presionando ligeramente los hombros de la pequeña Emma y caminando para situarse detrás de los Blackthorn.

El tiempo pasaba exageradamente lento, Zachariah sólo escuchaba los murmullos de la conversación del joven Jules con Emma.

—¿Quién es él? —Preguntó Julian mientras apuntaba discretamente a Zachariah con la cabeza.

Emma se encogió de hombros.

—No lo sé, Jia dijo que era un Carstairs —Emma levantó la vista un poco—. Mis padres no volverán, lo sé. Esperaba que mis abuelos lo hicieran, pero no estoy segura de que lleguen hoy.

Jules la miró apenado.

—Ha de ser genial saber que aún te queda familia ¿no?

Ella suspiró y se encogió de hombros.

—No se siente igual, ¿sabes?

—Deberías de intentar escribirles, a tus abuelos, quiero decir.

Ella negó con la cabeza.

—Son viejos, Jules, sólo los pondría en peligro.

Estaban integrando al último a la letra "G". Jem estiró su cuello y trató de visualizarlos.

—El representante de los Herondale —pidió Elizabeth.

—Aquí —respondió Jace con las manos en los bolsillos.

Elizabeth mandó varios Nuevos Cazadores.

Él reconoció tres matas de cabello negro como el azabache, una caía sobre los hombros de una chica.

Cecily.

Ésa chica era Cecily.

Las otras dos matas de cabello negro eran rizadas y cortas. James sólo reconoció a una. El muchacho se dio la vuelta, sintiendo que era observado y se encontró con los ojos desesperados de Jem.

—Jem —murmuraron los labios del muchacho de ojos azules.

—Will —dijeron en respuesta.

Cazadores de Sombras: La hija de Magnus BaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora