Cap. Extra: Cierra los ojos. (Aarón & Mercedes)

12.9K 391 22
                                    

Mi nombre es Mercedes y estoy trabajando en una empresa del gobierno, bueno apenas estoy saliendo de la universidad y tuve suerte de haber encontrado este empleo. Soy secretaria ahora, con el tiempo me moverán de área y podré estar con los verdaderos grandes.

—Mercedes —me dice mi jefe, un hombre alto y con unos brazos que podrían demoler cualquier puerta; cabello corto y güero hasta no más poder, con un poco de barba.

— ¿Si señor? –pregunto.

—Ven a mi oficina –dice con tono autoritario y me adentro a su oficina, no sin antes alaciarme la falda entallada que traigo. Llevo una libreta y un bolígrafo.

—Mercedes aquí hay reglas básicas, primera tendrás que venir en cuanto te llame, tendrás que tener mucho cuidado aquí, hay muchos mantenidos; tendrás que olvidarte del amor y esas cosas estúpida, aquí se viene a trabajar; y si no es mucha molestia tráeme un café.

—Señor, soy su secretaria, no su gata.

El ríe, ¡pero que he dicho! —Me gusta cómo te defiendes. Te parece si te lo pido por favor.

Ahora rio yo. —Creo que así está mejor.

Doy unos pasos adelante y me detiene. —No vengas tan presentable, no hay nadie quien lo note y aquí el único que te puede llamar la atención soy yo. Veme –dice dándose una vuelta —Yo no vengo con traje así que vente cómoda y también con zapatos cómodos, correrás mucho.

—Sí señor.

—No me digas señor, me siento raro. Dime Aarón.

—Si Aarón

Pasan los días, meses y cada vez nos llevamos mejor él y yo. No espere esto, esto va demasiado bien.

Un día llego muy presionado.

—Aarón ¿pasa algo?

—Sí, tengo una cena muy importante y… y… Tienes algo que hacer esta noche –abro los ojos como plato. No puedo creer que me vaya a invitar a salir esta noche.

—Non…no –digo un poco trabada y estoy segura que estoy roja de la cara, espero no lo note.

—Bien, ¿te gustaría ir conmigo a una estúpida cena de ejecutivos?

—Sí, porque no –digo recogiendo sus papeles sin sonreír, aunque por dentro de este muriendo de la emoción.

—Bien, pasare por ti. ¿Dónde vives?

—En Ámsterdam…

—Ya sé dónde ¿te molesta que me quede a dormir en tu casa? Es que mi casa queda al otro lado de la ciudad.

Esto se va poniendo mejor —No, claro que no. Tú quédate sin preocupación alguna.

—Bien –entonces paso por ti a las siete de la noche.

—Si –contesto saliendo de la oficina dando brinquitos. Mientras camino voy pensando en que ocupar esta noche. Que miedo.

Llega la hora estoy en mi casa poniéndome los aretes y tocan el timbre, doy un suspiro y me plancho con las manos el vestido blanco que traigo puesto, uno de manga larga con un ligero escote y con un hebilla que hace que se vea como un cinturón, nunca lo había ocupado. Salgo y el voltea y sonríe.

—Woow, no creí verte así, te ves hermosa. ¿Nos vamos?

—Si –digo colgándome de su brazo. Me abre la puerta de copiloto y me subo, lo veo cruzarse, me seco un poco las manos el sube y empieza a manejar.

Clases Prohibidas ©Where stories live. Discover now