Cap. 10: Bus C21

22.7K 1K 14
                                    

Sonó mi alarma y la apago con un golpe, ya estaba despierta, si he dormido pero no mucho, así que me meto a bañar, me visto con una blusa suelta amarilla, pantalones negros y mis botines, agarro mi mochila, mi maleta y me voy, pero regreso porque se me olvida mi guitarra, mi madre esta abajo, esperándome supongo, me da una bendición y me besa la frente, me deja en la puerta y se recarga en la puerta mientras subo a mi taxi, que me llevará a la escuela, ahí nos esperaran camiones que nos llevaran directo al bosque, me gusta porque son tres horas de viaje y me gusta ir viendo el paisaje.

Cuando mi taxi me deja en la esquina de la escuela, veo a todos, emocionados y algunos buscando a sus amigos, ahí estoy yo, parada esperando a alguien que ya saben de quien hablo. Cuando siento que alguien me abraza por atrás.

— ¿Te das cuenta que esto es muy obvio? –pregunto yo.

—Eso si fuéramos novias, pero no somos nada Layra –me dice esta Diana, en ese momento me pongo pálida como muerto. —Anda vamos a buscar nuestro bus, es el bus C21 –me dice ella, lo que me hace acelerar el paso  buscando —Debe ser este, anda sube –Me subo y nos vamos en el tercer asiento pegado a la ventana izquierda.

— ¿Listos chicos? –<<genial, nos tocó que nos cuidara Sandra>> pienso sarcásticamente, hace un año fue Daniel, el maestro de música. —Pues arránquese conductor que tenemos prisa –suenan motores pero en eso se sube alguien.

—Gracias por esperar, tenía que guardar mis maletas. <<No puede ser, está aquí>> lo reconocí por la voz. —Otra cosa chicos, jefa de grupo ¿Dónde andas?  -me asomo de abajo hacia arriba de mi asiento junto con Diana. Lo veo, despeinado, con una camisa azul afuera de los pantalones y tenis. Parece estar inquieto. El me busca y me encuentra asomada por mi asiento.

—Ahí estas, ven, me dijo el profesor Marín que el jefe de grupo tenía que venir a mi lado y que no te separaras de mí en ningún momento, soy nuevo en esto así que  ni modo Layra –me muevo de lo que antes era mi asiento y me acerco a él mientras mis compañeros me hacen burla de no poder hacer lo que yo quiero, si supieran que lo que quiero es estar con él.

Me voy con mi mochila hasta adelante, y Sandra se va hasta atrás, se va enojada por lo que me parece ya que se sentó de sopetón y se puso sus audífonos.

Me siento en el lado de la ventana, pongo mi mochila en mis piernas y me dispongo a ver el paisaje, salimos de la ciudad, pero en eso siento como mueven mi meñique, es su meñique también. Lo entrelaza con el mío, me mira a los ojos y yo correspondo apretando más su meñique con el mío, volteo a la ventana y sonrío. 

Voy mirando el paisaje y me da un apretón en el dedo meñique.

— ¡Auch! –le digo en voz baja.

—Perdón, no quise lastimarte. –el me contesto sobando mi meñique.

—No tienes que pedirme perdón cada vez que me pase algo, estoy bien, créeme que esto no es nada comparado con lo de la bicicleta. –empezamos a reír.

—Oye… -se lo que dirá, pero no ha pasado ni veinticuatro horas.

—Lo sé, tenemos que hablar, pero podría ser después, no ahorita, estamos enfrente de todos, quisiera que fuera a solas. Por favor.

—Me parece adecuado.

El viaje no estuvo para nada pesado, bueno, íbamos hablando Alex y yo, se me facilita tanto hablar con él, como si ya lo conociera, es tan fácil tener una conversación con él, nos dio tiempo de conocernos mejor, íbamos hablando de todo, música, libros, bueno hasta política.

—Hemos llegado jóvenes, lindo campamento –nos dice el chofer abriendo las puertas, el conductor abre la compuerta de las maletas y empieza a gritar el nombre de la maleta pasaron mi maleta.

—Profesor Alexander Leguina.

—Aquí, espera. –él levanta su mano mientras va por si maleta. — ¿Nos vamos? –me preguntó.

—No, espera… -al momento que dije eso me voltearon a ver dos chicas, de seguro les gusta Alex. —Perdón, espéreme por favor, maestro.

—Layra, ten tu guitarra. –me la paso Óscar, un chico de mi salón, cabello rizado y largo, alto y angosto de hombros.

—Gracias, Oz.

— ¿Así que tocas y compones? –me pregunto Alex.

— ¿Qué? ¿Cómo sabes que compongo? –pregunte un poco mientras caminamos hacia afuera de la bola de estudiantes y maestros.

—Ayer tu madre te delato ¿recuerdas? –el me ve de reojo.

— ¡Oh si claro! ¡Pfff! mi madre, bárbara ella. ¿Sabes? te aconsejo que corras siempre ganan los de quinto las mejores cabañas cerca del lago.

—No tengo ganas de correr –el cierra los ojos con gesto de flojera.

—Bueno, pero ¿será mi cabaña la que estará lejos el lago? Yo creo que no. –le quito su celular y empiezo a correr, lo que hace que el corra detrás de mí, donde nadie nos ve, los de quinto no ha llegado su bus. Llegue a una cabaña me senté en las escaleras y deje mis cosas. Alex llega después que yo, agitado, pidiendo mi celular, yo me levanto de la cabaña. Se lo extiendo hacia él, él lo agarra y me toca la mano, apartándola lentamente de la mía.

— ¿Agua? –le digo terminado de tomar de mi  botella.

—Por favor –le toma al agua. —Sabes perfectamente que corro más que tú.

—Sí, se notó cuando llegaste buscando agua, jajá.

—Claro que no, solo quiero darte prioridad, sabes que te alcanzaría.

—Si claro –En un momento en el que el voltea, empiezo a correr, cruzo el puente que cruza el lago le doy una vuelta al árbol que está enfrente y regreso al puente. En eso, siento que me levantan por atrás, me levantan y me dan vueltas, empiezo a reír. Alex me baja pero no deja de abrazarme de la cintura, me da la vuelta hasta encontrarme con sus ojos color puro avellana, son hermosos, el toca mi mejilla, y se acerca hacia mi…

***

Canción: Camila - Besame


Muchas gracias por leer, comenten y voten que en este espacio su opinión se respeta.

Clases Prohibidas ©Where stories live. Discover now