Cap. 13: Cabaña sesenta y seis

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Llegue al comedor, pongo una cara normal.

— ¿Qué ha pasado con Layra? –me pregunta Sandra con Diana, aunque sé que es obvio que Sandra le dijo a Diana que me preguntara, solo quiere estar conmigo.

— ¿De qué? –contesto sin importancia, se me había olvidado su disque desmayo. —Así, mmm la desertaron y la mandaron a su cabaña.

—Bueno, entonces iré con ella, me llevare su comida.

—Oye Diana, dale esto. –extiendo un pedazo de pastel, le dices que va de mi parte —Sandra pone una cara que me podría matar con sus propios ojos, y Diana me ve con cara de “Porque” —Para que se le suba el azúcar, me dijo la doctora que se lo diera. –ellas se relajan, Sandra se sienta en su lugar y Diana se va.

—Alex, quiero hablar contigo. –me dice Alfonso. Salimos de la cafetería de manera que nadie nos ve, ni escucha.

—Sí, ¿de qué? –me pongo serio, a pesar de que Layra no me ha dicho nada de nada de él, sé que no es bueno.

—Hoy que llegue vine a ver quién estaba en el lugar, eso incluye la enfermería, y no hay doctor. Hoy no vino.

—Qué raro porque alguien nos abrió. –digo improvisando y de repente se me ocurrió la respuesta. —Y si entonces sabias que no había doctor, porque tú la querías llevar desmayada, ¿Cuál era tu propósito?

—Nada no es de tu incumbencia.

—Ahora ya abriste la boca, así que habla.

—Nada que no haya pasado ya –me dice con una cara de triunfador.

—Por favor deja de pensar en ella como un objeto sexual, es una muchachita y merece respeto, no te voy a permitir…

— ¿No me vas a permitir que?... espera… ¿te gusta? ¿Te enamoraste de ella? Pues te lo advierto Alexander, Layra es mía y mira que soy bueno y no iré de chismoso con el director.

— ¿Es por ayudarme a mí o por ayudarte a ti? ¿A qué le tienes miedo Alfonso? ¿Te arrepentiste de haber abierto la boca conmigo?

—No es de tu incumbencia, haremos que no sabemos nada de lo que paso aquí.

—Estoy de acuerdo –si de esta manera protegeré a Layra y nuestro esfuerzo de este amor, lo haré.

**LAYRA**

Voy camino a mi cabaña con toda mi calma, amo este paisaje, arboles, canto de pajaritos, el lago que es hermoso y extenso. Me meto a mi cabaña, agarro mi cuaderno y estoy dispuesta acabar la canción, después de varios minutos la acabo, con lo que paso, las palabras se escribieron por si solas. Voy por mi guitarra y cuando veo por la ventana veo a Diana acercarse hacia la cabaña, escondo mi cuaderno debajo de la cama, me meto entre las cobijas, me hecho agua con la mano, para que piense que es sudor, y pongo una cara de moribunda.

—Layra, estas sudando.

— ¿No me digas, en serio? –hago una voz ronca.

— ¿Qué te paso? – me pregunta.

—Pues se me bajo el… el…

— ¿El azúcar? Si me dijo el profesor Alexander, a por cierto te mando esto. –me extiende un trozo de pastel de vainilla, que delicia.

—Gracias.

—Y ten te traje tu comida –me extiende mi charola.

—Gracias –a veces me siento mal por mentirle a Diana pero sé que un día lo entenderá.

—Espero ya te sientas mejor –mientras me siento en la cama ella acerca una silla hacia mí.

—Si no te preocupes.

—Oye, ¿Viste como Alex se lanzó a ver si estabas bien? –empiezo a sudar en realidad con su pregunta.

—No, no vi, a lo mejor le di lastima o se preocupó por ver a alguien desmayado, digamos que  pasa a diario –termino de decirlo y ella hace un gesto de “no te creo” Pero trato de ignorarla y agarro la comida y empiezo a devorarla, terminando me da mucho sueño y caigo a la cama.

Me despierta Hannah y noto que el sol está a todo lo que da, se ve hermoso. Deben de ser como las cinco o seis, ya que el sol esta de color naranja y no amarillo como el de las dos cuando estábamos en la comida.  Lo que me hace recordar que si Paola me iba a golpear, lo querrá volver a hacer, pero también en lo que pienso es que ella está en la mitad de la cabaña uno, eso quiere decir que el enemigo está cerca, y que tengo que tener cuidado, pero no quiero que estos días me lo arruine, estoy dispuesta a golpearla si es necesario.

Las chicas me tienen acorralada en mi cama así que las tranquilizo y hacemos un círculo con las camas y empezamos a contarnos chismes de amigas, <<no puede ser, es mi turno>>

—Layra, dinos… ¿Estas enamorada?, de quién, y si a él también le gustas. –me pregunta Karina con más tono de interrogatorio que nada. <<Joder>>

—Yo no lo estoy –miento obviamente.

—No mientas, Layra dejaste tu cuaderno debajo de la cama, lo vimos, vimos tu canción, lo iba dejar Hannah y te despertarte, por eso fingió que te despertó.

—Ok, si hay alguien, es alguien que conocen pero no les diré quién es, mmm y sí, si le gusto a él. Y agradecería que dejaran de ver mis cosas privadas. –hago una cara de digna.

—Hay ya Layra, sabes que no decimos nada pero dinos quien es –me dice Luz con ganas de saber más, ella es de esas personas que nunca han tenido novio, ni han dado su primer beso, ella espera el verdadero amor.

—Solo era una pregunta, ustedes abusaron de mi generosidad y me hicieron tres en una.

—Eso no quiere decir que abusados de tu generosidad, eso es ser listo –dice Hannah mientras que ellas empiezan a reír, agarró una almohada sin que se den cuenta, y la aviento en dirección de Luz.

Y así empezó una guerra de almohadas. Seguimos hablando y riéndonos, hasta que escuchamos golpes de varas golpeando árboles o el pasto, eso quiere decir que tenemos que salir a hacer fogata. Siempre se juntan tres cabañas y encienden una fogata o algunas dejan sus linternas, algunos ni salen. Así nos damos cuenta que se nos hizo de noche.

Me asomo al reloj que está a mi lado y marca las nueve y media de la noche. Salimos y… perfecto, él está en el centro tratando de hacer fuego con un par de palitos.

***

Canción: Juan Son - Nada

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