Rebote [Kuroko no basket: Midorima] {EDITANDO}

Capítulo 4

 Alcé la mirada en un encuentro de buscar a Seiko, pero no la encontraba, así que rendida me dirigí a clases.

- Buenos días muchachos - dijo el profesor Akise.

Me sentía raramente cansada, traté de no buscar a Midorima con la mirada pero fue un acto completamente inútil.

- Tengo una buena noticia para ustedes, primeramente deben disculparme porque todo el primer grado lo sabe menos esta clase; Hoy viernes tendremos un campamento de otoño, y será completamente gratis gracias a los fondos que tenemos con los juegos de baloncesto, partiremos esta tarde a las 3:30 al bosque y regresaremos el lunes -

Todos estaban realmente felices.
Y me detuve a pensar ¿Midorima iría? 4 días con el seria extrañamente genial.

- Esta tarde despacharemos a las 1:00 PM para que tengan tiempo de decirle a sus padres y arreglar sus cosas – continuó.

Las horas transcurrieron mas rápido de lo normal, le conté en el receso a Seiko las últimas cosas con Midorima, y lo que Takao me había dicho; por alguna extraña razón me sentía feliz.

Me fui a mi casa lo más rápido que pude.

- ¡Mamá! – grité.

- Oh, hola Hana ¿que haces aquí tan temprano? -

- Tengo un campamento de otoño desde hoy hasta el lunes, quería ver si me dabas permiso para ir – suspiré.

- ¿Es gratis? - alzó una ceja.

- Si – sonreí.

- Entonces puedes ir – sonrió.

- ¡Gracias! - le di un abrazo.

- Vaya, estas mas feliz de lo normal... ¿Es porque ese tal...? hum, como se llamaba ¿Motorima? ¿Macogima? -

- ¿Midorima? -

- Si si, ese Midorima, el jugador ese que tanto te encanta -

- Bueno... ¿Y que importa si va? -

- Hijita, lo adoras, es obvio que quieres que el vaya - 

- Bueno si si – gruñí.

- Cuídate eh, no quiero que llegues embarazada o algo así... - me sorprendí al ver lo seria que se puso.

- ¿Esperas eso de mi? -

- Era una broma tonta, se que no eres así - sonrió y se fue a la cocina.

- Me iré a mi cuarto - subí las escaleras.

Me quite el uniforme, y me puse ropa limpia; seguido encendí mi ordenador. Dure unas cuantas horas hasta que me quede dormida.

A las tres de la tarde.

- ¡Hana! ¡Despierta, son las tres de la tarde! - una voz interrumpió mi sueño.

- ¡¿QUE?! ¡Ni siquiera he arreglado mis cosas! - me pare rápidamente y empecé a entrar ropa, abrigos, zapatos y cosas necesarias en una mochila.

Después fui al baño, y me di una ducha rápida.

- ¡Gracias por despertarme, te quiero! - cerré la puerta y me fui corriendo.

Justo cuando llegue el autobús estaba dirigiéndose a la salida, oh no.

- ¡HEY! ¡PARENSE! - grite pero el conductor no me escucho.

Empecé a golpear levemente las ventanas hasta que al fin se paro, las gotas de sudor bajaban a mi cuello.