Otra chica levantó la mano.

— Profesor... ¿Podría llamar a mi padre? Él siempre viene a buscarme con el auto. —consultó con timidez.

— Ah, gracias Lily. Me hiciste acordar. Pueden usar el teléfono de la escuela para que avisen a sus padres o tutores del cambio de horario. Si no pueden irse solas ni tienen a nadie que las venga a recoger temprano, pueden quedarse en el comedor hasta su horario normal de salida. —aclaró Linnet, para tranquilidad de sus alumnas.

— Profesor. —Anabeth tomó la palabra—. ¿Por qué no tendremos clases?

Linnet soltó un largo suspiro, antes de responder.

— La clase de Evans utilizará el gimnasio para una obra. Fue un cambio a último minuto. No sé por qué. No me dieron los detalles. Y a los directivos no se les ocurrió una mejor idea que decírmelo el mismo día. —explicó con cansancio. No era la primera vez que debía lidiar con la mala gestión de sus superiores.

Anabeth elevó ligeramente las cejas con sorpresa. 

"¡¿Por qué este pedazo de imbécil no me lo dijo?!" Gritó para sus adentros, sintiendo como una ira asesina se apoderaba de cada célula de su cuerpo. 

Asintió una vez y guardó silencio, permitiendo que sus compañeras terminaran de hacer sus preguntas.

Al cabo de unos minutos, como Linnet había prometido, dieron por finalizada la reunión. Las jugadoras fueron liberadas y regresadas a sus respectivos salones.

Anabeth y Laura llegaron a la puerta del aula. Al entrar, la castaña le echó un rápido vistazo al genio sentado al frente de la clase. Para su mala suerte, Mycroft se encontraba tan inmerso en resolver los ejercicios de matemática, que no reparó en su mirada asesina.

— ¿Todo bien, Anne? —preguntó Clara, una vez que se sentó a su lado.

— ¿Hmm? Sí. Todo en orden.

"Solo tengo unas inmensas ganas de hacerme un abrigo de jirafa." Masculló para sus adentros.

Soltó un bufido y comenzó a resolver los ejercicios, dejando que su mente se concentrara en el razonamiento matemático e hiciera a un lado el enojo que sentía en esos momentos.

***

Las familias comenzaron a llenar el salón de actos. Faltaban menos de diez minutos para dar comienzo a la obra y podía sentirse la tensión en el aire.

Mientras los padres buscaban un lugar entre las filas de asientos, detrás del escenario había un gran movimiento de estudiantes y profesores. Los actores caminaban de un lado a otro ensayando sus líneas mientras que otros agregaban los últimos detalles a sus vestuarios. La profesora Evans, quien era la encargada del evento, caminaba de una punta a la otra, cerciorándose de que todos sus alumnos ya estuviesen listos para la función.

Mycroft se encontraba en un cuarto adyacente, que era usado como probador. El lugar contaba con un espejo, unos taburetes de madera y varios percheros, donde colgaban distintas prendas de época y algunos objetos correspondientes a la escenografía. Milagrosamente se encontraba a solas, lo que le permitiría tener unos momentos de paz, lejos de todo el caos que lo rodeaba.

Se asomó por el marco de la puerta, observando desde la distancia el concurrido salón. No tardó mucho en divisar a sus padres y hermanito, sentados en primera fila. A juzgar por la posición de brazos cruzados y su mirada hostil, Sherlock no parecía muy contento de asistir al evento.

"Vaya sorpresa..." Pensó con sarcasmo, regresando al interior de la pequeña habitación. 

Tomó asiento en uno de los taburetes, contemplando el guion que tenía entre sus manos. No necesitaba repasar sus líneas. Ya las había memorizado. Ni siquiera el estrés que representaba actuar en frente de toda esa gente podría hacerle olvidar sus diálogos.

La Clase del 89' (Mycroft y tú)Where stories live. Discover now