#6

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Jisung se había levantado temprano. La verdad era que no había tenido ningún sueño, o si lo había tenido, no lo recordaba. No iba a admitir que se sentía ansioso. Así que se excusó frente a la mirada curiosa de su hermana con que lo habían citado al trabajo a las diez de la mañana. Mentira. No trabajaba los domingos.

Decidió pasar por la casa de Minho para matar el tiempo. Antes de quedarse dormido recordaba cómo su mejor amigo bebía sin parar, supuso que el mayor estaría sobrellevando una de las peores resacas de su vida.

Sorprendentemente, Minho no lucía tan mal. Es decir, tenía grandes bolsas oscuras bajo los ojos, el cabello de una textura pajosa y caminaba como una anciana, con los brazos cruzados sobre su pecho. Pero dejando aquello de lado, sonrió ampliamente cuando vio a Jisung en la puerta.

—Eras otra persona anoche —inició la conversación el más pequeño. Avanzó hacia el living y se tiró al sofá, Minho ya acostumbrado —. No me acuerdo cuándo fue la última vez que te vi tan en pedo.

El dueño de la casa se rió, tenía la garganta seca, así que siguió hablándole mientras buscaba agua fresca agachado en su heladera. —Nunca me viste en pedo, tarado —exclamó como si fuese obvio.

Luego de pensarlo unos momentos, Jisung le dio la razón. Las únicas veces en las que habían salido juntos Minho se había quedado cuidándolo toda la noche, seguramente había sido porque Jisung aún estaba muy joven. Sería raro que en la actualidad Minho desperdiciara la oportunidad de beber y bailar cuidando a una persona de veinte años.

Jisung volvió a enfocar su vista en la mesita ratona cuando el teléfono de Minho comenzó a vibrar. Le pegó el grito a su amigo, quien se encontraba sacando las sábanas en su cuarto, sin embargo, él tan solo le respondió que se fijase quién era. Jisung, obedeciendo, desbloqueó el aparato y entró a la aplicación de mensajería.

—¡Un tal Christopher pregunta por qué te fuiste mientras dormía!

Minho se dirigió tan rápido hacia el sofá que casi se resbala en el pasillo. Con cara de asustado, le quitó el móvil de las manos a un confundido Jisung, sosteniéndolo contra su pecho como si fuera un archivo confidencial.

—Hacé de cuenta que no leíste nada —le susurró con las mejillas coloradas. A continuación escribió una rápida contestación y fue a recoger las sábanas que había tirado al suelo.

—¿Por qué te ponés así? —dijo un poco divertido Jisung —Tenés veintiún años, es obvio que tenés una vida sexual activa.

Minho pareció recapacitar sus palabras. Sus hombros se destensaron un poco y el ruido del lavarropa comenzó a opacar el tranquilo ambiente del domingo a la mañana. Jisung ya no sentía la típica comodidad de estar en silencio con su mejor amigo.

—Minho —lo llamó en voz baja, inseguro sobre si continuar hablando o no —. Anoche tuve un sueño, cuando me dormí en la cama de Felix.

El castaño pareció agradecido por el cambio de tema. Optó por no poner a lavar la segunda tanda de ropa sucia para poder escuchar mejor a su amigo y caminó descalzo hacia el sillón, sentándose tipo indio en frente suya.

—Estaba bailando con un chico. Él tenía el pelo rubio, casi dorado, estaba vestido como un viejo, pero igual le quedaba bien. Tenía un montón de pulseras, ¿viste de esas que usan los hippies? Y tenía brillitos en los ojos. Lo que más me llamó la atención fue como bailaba. ¿Cómo puedo explicarlo? Parecía tan... libre. Te juro que si podía le preguntaba si era bailarín profesional o algo así. Y me miraba a mí como si fuera el único de toda la pista de baile. Por un momento me sentí especial.

Por alguna razón de la cual realmente no estaba seguro, decidió omitir la parte del beso. También la parte en la que tuvo la charla con Hyunjin al despertar, y también la parte que trataba de verse con su vecino apenas se fuera de su casa.

moles 》hyunsung.Where stories live. Discover now