#10

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—¿Jisung? ¿Sos vos?

Nadie respondió. Sin embargo, la puerta se había abierto, alguien se había limpiado los zapatos en la alfombra, alguien había dejado las llaves en la mesa de la cocina.

La mujer salió del baño con una toalla envuelta en el pelo y descalza. El suelo de madera bajo sus pies se sentía frío, pero no hacía ruido, aquello era una ventaja. Su mente se disparó hacia infinidades de malas opciones, pero todas y cada una de ellas se deshicieron en el aire cuando vio aquella reconocible figura de pie en su habitación.

—¡Jisung, no me asustes así! —comenzó a regañarlo, pero al ver que el joven ni se inmutaba, se detuvo —¿Qué te pasó? ¿Por qué no avisaste que llegaste?

—Me mentiste —exclamó sin una pizca de emoción en su rostro. Simplemente estaba ahí, existiendo.

Su hermana quedó estupefacta en su lugar. Colocó su mano en el hombro del muchacho, esperando, quizá, que él se apartara violentamente. Sin embargo, no hizo nada. Tenía la mirada fija en un punto muerto. Jisung no estaba enojado, al contrario, estaba siendo indiferente. Las peleas en las que él se negaba a gritar o a reaccionar en general eran las que más siempre dolían.

—¿Sobre qué? —comenzó a repasar mentalmente lo que había estado haciendo los últimos días, rebuscaba en su memoria cualquier cosa que pudiese haber causado aquel estado de ánimo en el menor. Hasta que la encontró. Y comenzó a agitar las manos, como queriendo negarlo, pero bien en el fondo, sabiendo que no podía remediarlo.

—¿Irene? —exclamó con notable decepción en su voz —¿No habías dejado todo eso atrás?

—Ji, vos no lo entendés... —hizo una pausa. Esperó a que el menor la interrumpiera, pero ambos se habían sumergido en un letal silencio.

—Tenés razón, no lo entiendo —chasqueó la lengua —. Explicamelo.

—Fue una ocasión especial. Este chico Hyunjin... parecía muy interesado. Es del tipo de personas que no acepta un no como respuesta, ¿sabés? Estuvo llamándome todo un día hasta que contesté —explicó lo más tranquila que pudo, de lo contrario, Jisung pensaría que estaba mintiendo —. Yo de verdad dejé de hacer estas cosas. Desde esa vez... no podría hacernos esto ni a mí ni a vos.

Jisung la miró a los ojos por primera vez desde que había vuelto del departamento de su vecino. Veía sinceridad en su mirada, intentaba encontrar alguna pizca de falsedad y falacia, pero le llevaría toda la vida. Fue por eso que se quedó conforme con su respuesta, pero no iba a hacérselo saber.

Comenzó a desvestirse, Irene automáticamente salió de su cuarto. Cuando Jisung ya estuvo metido en su cama, su hermana quiso decirle algo más, algo para asegurarse de que el chico le creía y la perdonaba, pero al ver cómo su cuerpo se había quedado quieto contra la pared y su respiración disminuía, se dio por vencida.

—Que duermas bien —susurró aunque su hermano ya no la escuchase —. De verdad lo deseo.

★☆★

La puerta principal se había abierto y el joven de mechas rojas, desde el cuarto del dueño de la casa, se quitó los auriculares.

—¡Felix, ayudame con esto!

El aludido enseguida puso en pausa el video que estaba reproduciendo en la computadora y se dirigió a la sala de estar, donde su novio acababa de llegar abarrotado de bolsas del supermercado. Rió para sus adentros cuando una manteca cayó al suelo y Seungmin quiso atajarla con el pie, pero casi se resbala en el acto.

—¿Para qué es todo esto? Dudo que te lo vayas a comer todo vos solo —exclamó mientras tomaba las bolsas más pesadas y se las cargaba en el hombro.

—Mañana viene toda la familia —decía al mismo tiempo que exhalaba pesadamente. Había caminado dos cuadras con los brazos a la miseria y se sentía como una rutina completa de ejercicio —. Todavía no entiendo cómo teniendo una casa tan grande como la de la abuela eligen la mía para las juntadas familiares.

Felix soltó una carcajada y asintió, dándole la razón. Todavía se acordaba de la vez que se presentó como el novio de Seungmin ante toda su familia, tenía suerte de que los pasillos de la casa de su abuela fueran largos porque, de lo contrario, Seungmin lo hubiera atrapado justo a tiempo para pegarle una patada. "¡No íbamos a decirles hoy!" le gritó el mayor varios pasos atrás suyo. Felix reía como un loco. Seungmin, cuando estuvo más tranquilo, también se echó a reír. Aquel domingo que pretendía ser un almuerzo común terminó siendo la inesperada salida del clóset de Seungmin y la bienvenida de Felix a la familia.

—¿Qué pasa? —preguntó el dueño del hogar al percatarse de la gran sonrisa que su novio había puesto.

—¿Te acordás lo que nos dijo tu tía cuando dije que era tu novio? —exclamó con un tono divertido. Seungmin le advertía con la mirada que se callara —"Qué bueno saber que Seungmin no va a morir virgen."

—Dios, ¿para qué me hacés acordar? Qué vergüenza —hizo el ademán de esconderse detrás de la bolsa de snacks, pero Felix se la quitó de las manos, exponiendo su colorado rostro. Soltó una risita y depositó un tierno beso en la comisura de sus labios, Seungmin pareció olvidarse de todo lo demás.

—¿Qué estabas viendo? —dijo Seungmin apenas terminaron de colocar las compras en la alacena. Se encontraba guardando la gaseosa en el refrigerador cuando dirigió la mirada hacia su computadora, y la pregunta se respondió por sí sola —Ah, seguís con eso.

Seungmin realmente intentó ocultar la tristeza en su voz, pero Felix lo conocía hacía tanto tiempo que podía notar su cambio de actitud a kilómetros de distancia. Se acercó hacia donde estaba su novio y le puso una mano en la mejilla, acariciándola con su pulgar.

—Ya sé que no te agrada pero, ¿te acordás de lo que hablamos?

—Sí, me acuerdo —exhaló Seungmin. Rompió el contacto visual y dirigió la vista hacia la punta de sus zapatos —. Pero bueno, cuesta asimilarlo.

—Lo sé —dijo el pelirrojo. Se quedó callado unos segundos, hasta que se aclaró la garganta y prosiguió —. Dale, no pensemos en eso. Hagamos algo más divertido.

La sonrisa pícara que su novio había puesto lo hizo olvidar de todo casi al instante. Y cuando el mayor lo tomó de la muñeca y lo guió hacia el cuarto, la sonrisa se le contagió. Era imposible no sonreír si tal persona como Felix estaba enfrente suyo.

Era cerca de la medianoche cuando el pecoso se fue de su casa. Habían pasado muchas horas en la cama, puesto a que luego de tener relaciones el mayor se ponía muy mimoso. Seungmin se dispuso a acariciar su cabello hasta que Felix terminó por dormirse, y se despertó media hora después. Seungmin le ofreció quedarse a dormir, pero el pelirrojo se negó, excusándose con que no le gustaría estorbar a la mañana siguiente y que, de todas formas, sus padres lo estarían esperando.

Fue por eso que apenas volvió a oír unos golpes en la puerta tan solo instantes luego de haber despedido a su novio se rió para sus adentros.

—¿Cambiaste de opinión...? —se encaminaba a burlarse del pelirrojo pero en su lugar estaba parado un castaño, con el pecho agitado subiendo y bajando y el cabello pegado a su frente —¿Hyunjin? ¿Qué hacés acá?

—Seungmin —exclamó su mejor amigo, quedándose corto de aliento —Dejame pasar. Tengo algo que contarte.

moles 》hyunsung.Onde histórias criam vida. Descubra agora